La imagen del gobierno español de José María Aznar se deteriora cada día más por su apoyo a la invasión a Iraq, inclinándose más a la derecha, al tiempo que trascienden gestiones con Washington por futuros negocios en ese país para cuando termine la guerra.
El secretario de Turismo y Comercio, Joan Costa, admitió este martes que negocia con Estados Unidos la participación en la reconstrucción de Iraq, aunque precisó que para España lo principal es la ayuda humanitaria.
De este modo Costa desmintió a la canciller Ana Palacio, quien el fin de semana pasado había negado de modo rotundo que el gobierno que ambos integran hubiese iniciado ese tipo de tratativas.
Aznar busca que empresas españolas participen en la reconstrucción de Iraq, entre otros propósitos, para conquistar al parecer con logros económicos parte del electorado que ya mira hacia otro lado.
Sin embargo, la perspectiva de conseguir negocios para empresas españolas no altera los resultados de todas las encuestas que confirman la oposición de más de 90 por ciento de los españoles consultados al ataque lanzado por Estados Unidos y Gran Bretaña contra Iraq.
Esa oposición a la guerra se traduciría en una pérdida de votos del gobernante Partido Popular (PP) en las elecciones municipales del 25 de mayo, que irían a parar al Partido Socialista Obrero Español (PSOE), la principal fuerza de oposición liderada por José Luis Rodríguez Zapatero.
El posible retroceso electoral preocupa a los dirigentes del PP, algunos de los cuales han comenzado a diferenciarse de la política del gobierno.
Uno de ellos es el vicepresidente segundo del gobierno y precandidato a suceder a Aznar, Rodrigo Rato, quien anunció el lunes un sorpresivo viaje a Siria para promover el comercio con ese país, uno de los que con mayor fuerza rechaza el ataque contra su vecino Iraq.
La pérdida de votos de Aznar en el electorado centrista se debería a que Rodríguez Zapatero aumenta su imagen de político centrado al condenar los actos de los violentos, pese a lo cual tampoco es rechazado por éstos, dijo a IPS el experto Fernando Jáuregui, director de Confidirecto.com y analista de Televisión Española y Radio Nacional de España.
Los pronunciamientos contra la guerra llegaron al extremo de que el rey Juan Carlos, quien por establecerlo la Constitución debe estar al margen de los asuntos políticos, aplaudió el lunes en público un pronunciamiento contra la guerra.
Isidro Ferrer, ganador del Premio Nacional de Diseño 2002, tras recibir el galardón de manos del Rey y fuera del programa leyó el poema de Gloria Fuertes Garra de guerra y dijo que el conflicto en Iraq es injusto, ilegal, tiránico y de interés comercial, no humanitario.
Una salva de aplausos, a los que se sumó el monarca, fue la respuesta a estas palabras.
Otro que también apuntó hacia ese alejamiento del PP de los sectores de centro fue Alberto Piris, un coronel del ejército ahora retirado que en los últimos años de la dictadura franquista (1939-1975) formó parte de la Unión de Militares Democráticos.
La situación bélica es tan nefasta que obliga moralmente a la denuncia pública, a desligarse del compromiso político con unos dirigentes que muestran su perversidad al insistir en el error y el engaño, señaló.
Esa situación obliga a intentar detener a toda costa el infernal artilugio puesto en marcha desde Washington, añadió Piris.
Pero la posición contra la guerra crece también en un sector vital para el gobierno del PP, como es la diplomacia.
Fuentes de la cancillería, que pidieron reserva sobre su identidad, informaron a IPS de problemas internos derivados de la sanción impuesta al ex embajador en Iraq Fernando Valderrama por haber renunciado a su cargo en octubre, debido a que no estaba de acuerdo con la política de Aznar.
Palacio dispuso la sanción, pero no fue firmada por el subsecretario de Asuntos Exteriores, José Pedro Sebastián de Erice, a quien correspondía suscribir el documento administrativo.
La canciller, según las mismas fuentes, se dispone a firmar ella misma la sanción con el propósito de advertir a otros diplomáticos sobre el riesgo que corren si suscriben un manuscrito contra la guerra que circula en estos momentos en la cancillería.
La crisis interna en el PP salió a la luz pública cuando concejales de varios ayuntamientos renunciaron al partido, pero ganó mayor notoriedad apenas empezada la guerra en Iraq el 20 de marzo, cuando lo hicieron dos dirigentes del mismo.
El primero de ellos fue un histórico del partido gobernante, Félix Pastor Ridruejo, y el segundo fue el diputado Jesús López- Medel, presidente de la Comisión de Justicia del Congreso de Diputados. Ambos señalaron que la posición gubernamental es contraria a una política de centro democrático.
No obstante, también hay aplausos para Aznar. El director del Real Instituto Elcano, Javier Bardají, experto en relaciones internacionales, sostuvo que con su posición en la guerra de Iraq España gana en credibilidad y estatura internacional, así como sentirse parte del núcleo de democracias que lideran el mundo.
Para Bardají, los costes internos se compensan con los beneficios exteriores y, en cualquier caso, el gobierno hace lo que debe hacer, lo refrenden o no los ciudadanos.
En términos similares se define Benigno Pendás, profesor de historia de las ideas políticas, quien dijo que es fácil mostrar un cartel que diga otro mundo es posible, pero que a su entender Aznar hizo mucho más que eso y en sentido positivo, al alinearse con Bush y el primer ministro británico, Tony Blair.
Pero la situación se presenta preocupante para el PP con vistas a las elecciones municipales del 25 de mayo.
El PP reconoce su origen en la Alianza Popular (AP), creada por el ex ministro de la dictadura franquista Manuel Fraga al iniciarse en 1976 la democratización de España.
La AP cosechó varios fracasos electorales (1977, 1979, 1982) hasta que al comenzar la década del 90 atrajo a sectores democristianos y de centro que pertenecían a la disuelta Unión de Centro Democrático (UCD), la coalición que en 1977 triunfó en las primeras elecciones democráticas, con Adolfo Suárez a la cabeza.
De esa confluencia, pero siempre liderada por Fraga, surgió el PP, una formación que tras dos nuevos intentos fallidos y tras ubicar a Aznar como presidente del partido y cabeza de lista ganó las elecciones en 1996 y en 2000.
Aznar, ya en el primer gobierno, impulsó medidas que colocaron al PP en el centro. Entre otras, logró un acuerdo con los sindicatos y que la represión contra el grupo ilegal vasco ETA se realizase sin violar las leyes, en lo que se diferenció de los gobiernos socialistas que lo precedieron (1983-1996).
Ahora y según la tendencia que muestran las encuestas, las masivas movilizaciones ciudadanas en contra del apoyo de España a la guerra y el progresivo distanciamiento que comienzan a mostrar algunos de sus dirigentes, se vislumbra una posible derrota electoral del PP, al volcarse gran parte del electorado del centro nuevamente hacia el PSOE. (