Los líderes del Caribe, temerosos de represalias económicas de Estados Unidos si manifiestan una oposición abierta a la guerra contra Iraq, se reunirán en Jamaica este fin de semana para buscar un consenso sobre el asunto.
Los jefes de Estado y gobierno de Caricom (Comunidad del Caribe) no pudieron acordar la semana pasada una posición común para plasmar en una declaración regional preparada por Jamaica para presentar ante el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Como resultado, Jamaica presentó su propia declaración a la ONU, en la que pidió el cese del fuego y criticó la doctrina de la ”guerra preventiva” esgrimida por Washington para justificar su ataque a Iraq.
Los gobernantes caribeños adoptaron posiciones erráticas sobre el conflicto de Iraq desde que el gobierno de George W. Bush les envió una carta en que advertía contra el apoyo de la región a un eventual debate en la Asamblea General de la ONU sobre la cuestión de Iraq.
Pero el embajador de Estados Unidos en Trinidad y Tobago, Roy Austin, insistió en que su gobierno no presionó a la región para que respaldara el ataque a Iraq, que Bush justifica por la supuesta posesión iraquí de armas de destrucción masiva.
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Austin se manifestó ofendido por una nota editorial publicada en un periódico de Trinidad que condenaba la táctica de ”prepotencia” las ”demandas inmorales” de Washington a la región.
”A riesgo de ser redundante, recuerdo que el intercambio diplomático respetuoso forma parte del ejercicio normal de las relaciones entre naciones soberanas”, advirtió el embajador.
Los líderes del Caribe se reunieron esta semana con Otto Reich, enviado especial de Bush para asuntos del hemisferio occidental.
En febrero, Reich ya había viajado a Trinidad y Tobago en vísperas de una cumbre anual, sólo para ver a los líderes regionales adoptar una fuerte postura antibélica.
Reich sugirió el miércoles que el Caribe debería reconsiderar su posición, porque Washington no consideraba la resolución adoptada en la cumbre de Puerto España ”de ayuda ni basada en los hechos”.
Si el Caribe no puede apoyar a Estados Unidos públicamente, al menos debe abstenerse de criticar a su gobierno, exhortó Reich, pero aclaró que la región no debe temer ninguna represalia por su postura.
Sin embargo, el primer ministro de Antigua y Barbuda, Lester Bird, recordó al parlamento el lunes que ”siempre que países pequeños como el nuestro han tratado de oponerse a estados más grandes y poderosos, han enfrentado sanciones o nos han colocado en listas negras”.
Bird condenó ”sin reservas cualquier amenaza de un gobierno o Estado a la seguridad de sus vecinos” y destacó que ”la comunidad internacional debe disciplinar a esos países a través de las instituciones que ha construido en los últimos 50 años”, dijo, en referencia a la ONU.
El Caribe conoce muy bien el poder económico de Estados Unidos. La importante industria bananera de la región sufrió como resultado de la presión de Washington en la Organización Mundial del Comercio para poner fin al tratamiento preferencial que tenía en el mercado europeo.
Además, Washington tiene la llave para la aprobación de varias solicitudes del Caribe sobre alguna forma de tratamiento preferencial mientras avanzan las negociaciones sobre el Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA).
Trinidad y Tobago recordó esta semana que Washington manifestó su disposición a financiar una iniciativa de Puerto España para construir un gasoducto intracaribeño para abastecer a la región de gas natural.
Cuando se reúnan en Montego Bay, los líderes tendrán en cuenta todos estos elementos, así como el ánimo de la opinión pública de sus respectivos países.
Aunque en el Caribe no se han producido manifestaciones multitudinarias contra la guerra como en varias ciudades de Europa y Estados Unidos, sí hubo muchas protestas frente a embajadas estadounidenses, y varias figuras públicas condenaron la agresión a Iraq.