Muchas de las figuras conservadoras de Estados Unidos que impulsaron la guerra contra Iraq habían advertido tres años atrás que Siria poseía armas de destrucción masiva, y recomendado la fuerza militar para desarmarla.
Entre esas personalidades figuran actuales funcionarios del gobierno de George W. Bush, como el jefe de asesores de Medio Oriente del Consejo de Seguridad Nacional, Elliot Abrams, y el subsecretario de Defensa para asuntos políticos, Douglas Feith.
También firmaron el llamamiento los asesores Michael Rubin, del Departamento de Estado (cancillería), y David Wurmser, del Departamento (ministerio) de Defensa, el ex presidente de asesores políticos del Pentágono Richard Perle y la ex embajadora en la ONU, Jeane Kirkpatrick.
Además, adhirieron al manifiesto el colaborador de Perle en el Instituto Estadounidense de la Empresa (American Enterprise Institute) Michael Ledeen y el presidente del Instituto Judío para Asuntos de Seguridad Nacional, David Steinmann.
Estos expertos y funcionarios firmaron el documento Acabar con la ocupación siria de Líbano: el papel de Estados Unidos, escrito por Daniel Pipes, quien acaba de ser designado a un alto cargo en el gubernamental Instituto de la Paz, y el director del Comité por un Líbano Libre (USFL), Ziad Abdelnour.
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El USCFL, entre cuyos 67 miembros están virtualmente los 31 firmantes del manifiesto, fue la gran fuerza impulsora del proyecto de ley para la Responsabilidad de Siria y para la Restauración de la Soberanía Libanesa, presentado la semana pasada en la Cámara de Representantes estadounidense.
Eliot Engel, miembro del USCFL, e Ileana Ros Lehtinen, ambos del gobernante Partido Republicano, fueron los encargados de presentar el proyecto. Una versión anterior de la iniciativa tuvo 150 copatrocinadores el año pasado.
En esta ocasión, la norma podría incluir duras sanciones económicas y diplomáticas hasta que la Casa Blanca certifique que Siria dejó de apoyar a las milicias del islámico Partido de Dios (Hizbolá), entre otras organizaciones consideradas terroristas por Washington.
Además, Damasco deberá ordenar la retirada de sus 20.000 soldados de Líbano, entre otras medidas.
Ahora que el régimen de Saddam Hussein ha sido derrotado, es tiempo de que Estados Unidos tome a Siria en serio. Washington no debe tolerar el continuo apoyo a las más mortales organizaciones terroristas del mundo, el desarrollo de armas de destrucción masiva y la ocupación de Líbano, dijo Engel.
La presentación del proyecto ocurre luego de una serie de amenazas a lo largo de dos semanas, a cargo de funcionarios de gobierno, por la falta de cooperación de Siria con la invasión de Iraq encabezada por Estados Unidos.
El propio presidente Bush afirmó el domingo que Siria poseía armas químicas, aunque no explicó si se habían elaborado en el propio país o fueron suministradas por el régimen de Saddam Hussein, como dijo el primer ministro israelí Ariel Sharon y reiteraron funcionarios del Pentágono.
El secretario (ministro) de Defensa estadounidense Donald Rumsfeld acusó la semana pasada a Siria de brindar refugio a figuras del régimen de Saddam Hussein. Además, sugirió que Damasco podría sufrir el mismo destino que Bagdad.
Mientras, agentes de inteligencia dijeron a la prensa la semana pasada que Rumsfeld había ordenado planificar una posible invasión de Siria, y que Feith, el tercer funcionario en importancia el Pentágono, había empezado a elaborar un informe sobre el respaldo de Damasco a organizaciones terroristas.
Deberá haber un cambio en Siria. Es un régimen extraño, en extremo desalmado, dijo el domingo el subsecretario de Defensa, Paul Wolfowitz.
Al mismo tiempo, el ex director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) James Woolsey, quien tendrá un papel de importancia en la ocupación militar de Iraq, declaró que Estados Unidos estaba librando una cuarta guerra mundial que incluía entre los adversarios a los fascistas de Iraq y de Siria.
Todas esas declaraciones contribuyen a alimentar la percepción de que el ala más conservadora de Washington cambió su mira de Iraq a Siria, aunque está claro que el presidente Bashar al-Assad cooperó, según la CIA, con las acciones de Estados Unidos contra la red islámica extremista Al Qaeda.
De todos modos, el Congreso legislativo establecerá una serie de demandas y, si Siria las cumple, no sufrirá al parecer una invasión estadounidense, al menos por ahora.