La presión de China a Corea del Norte para que acepte conversaciones multilaterales sobre sus ambiciones nucleares refleja la preocupación de Beijing por una posible respuesta bélica de Estados Unidos y el resurgimiento militar del vecino Japón.
A la vez, Beijing se cuida de no deteriorar sus vínculos comerciales con Estados Unidos, que reportan a China un superávit anual de 100.000 millones de dólares.
La crisis de Corea del Norte comenzó cuando ese país admitió en octubre de 2002 tener un programa secreto de enriquecimiento de uranio, en contra de un tratado bilateral con Estados Unidos que preveía ayuda económica y petrolera a Pyongyang a cambio del congelamiento del programa nuclear norcoreano.
En enero, la crisis se agravó cuando Pyongyang anunció su retiro del Tratado de No Proliferación Nuclear y expulsó a los inspectores de la Agencia Internacional de Energía Atómica.
Estados Unidos, que lanzó la guerra contra Iraq con el argumento de que ese país incumplió su obligación de destruir sus armas de destrucción masiva, no asumió una posición similar respecto de Corea del Norte, por temor a que Pyongyang tome represalias contra sus aliados Corea del Sur y Japón.
China insistía en que la crisis debía resolverse de manera bilateral entre Estados Unidos y Corea del Norte, pero parece que la irritación de Beijing hacia su antiguo aliado comunista y la preocupación por sus vínculos con Washington la hicieron cambiar de idea.
Además, China teme que si Corea del Norte se declara potencia nuclear, se desate en la región una carrera militar que incluiría a Japón, Corea del Sur y Taiwan, a la que Beijing considera una provincia renegada.
Beijing ya manifestó irritación por el creciente debate público en Japón sobre cómo fortalecer sus Fuerzas de Autodefensa de acuerdo con su Constitución pacifista.
China también teme que, una vez terminada la guerra en Iraq, Washington vuelque su atención hacia Corea del Norte, a la que el presidente estadounidense George W. Bush incluyó en el eje del mal junto con Iraq e Irán.
Un portavoz de la cancillería norcoreana declaró el domingo que Estados Unidos está muy equivocado si piensa que la República Popular Democrática de Corea del Norte aceptará su demanda de desarme mientras uno de los tres países que Washington incluyó en el 'eje del mal' es víctima de un bárbaro ataque militar.
Uno de los miedos de Beijing es que este comportamiento beligerante de Pyongyang provoque una acción militar de Estados Unidos contra el polémico reactor nuclear de Yongbyon, si bien Washington sigue afirmando que Corea del Norte no es Iraq y que cada caso exige soluciones diferentes.
La administración de Bush rechazó la demanda de negociaciones bilaterales de Corea del Norte, arguyendo que equivaldrían a compensarla por su desafío nuclear.
Pyongyang, por su parte, rechazó un foro multilateral. Según Washington, este tipo de abordaje reflejaría que la crisis es más regional que bilateral.
Mientras el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) se preparaba para una ronda inicial de discusiones sobre Corea del Norte este miércoles, el gobierno norcoreano advirtió el fin de semana que ignoraría cualquier medida dispuesta por el órgano ejecutivo del foro mundial.
El tratamiento de la cuestión nuclear en el Consejo de Seguridad de la ONU es un preludio para la guerra, tal como lo fue en el caso de Iraq, arguyó el portavoz de la cancillería norcoreana, citado por la Agencia Central de Noticias de Corea.
El Consejo está facultado para castigar a los países por violar los tratados internacionales de no proliferación nuclear, y así podría imponer sanciones económicas a Corea del Norte. Pyongyang ya advirtió que cualquier sanción de la ONU sería considerada una declaración de guerra.
China, temiendo que cualquier sanción de la ONU aísle más al régimen stalinista de Pyongyang y lleve a la península coreana al borde de la guerra, se resistía a una reunión del consejo.
Sin embargo, la semana pasada el embajador chino ante el foro mundial, Wang Yingfan, aceptó la realización de consultas iniciales.
Esperamos una buena coordinación para poder alcanzar algún resultado, declaró Wang.
Aunque Beijing puede seguir oponiéndose a las sanciones económicas, hay señales de que está aumentando su presión sobre Corea del Norte.
El canciller de Australia, Alexander Downer, declaró la semana pasada en Washington que China está haciendo un esfuerzo importante para persuadir a Corea del Norte de que acepte el pedido de Estados Unidos de conversaciones regionales multilaterales.
China está realizando un esfuerzo sustancial para persuadir a Corea del Norte, primero de que participe de un diálogo multilateral, y segundo de que practique la contención, dijo Downer de visita en Washington, donde se reunió con Bush y el vicepresidente Dick Cheney.
Funcionarios chinos, entre ellos el vicecanciller Wang Yi, se han reunido con sus pares norcoreanos en un intento por persuadirlos de que dejen de provocar a Estados Unidos, según fuentes diplomáticas.
El mensaje que transmitieron es que si Pyongyang no ponía fin a su comportamiento provocativo, Beijing podría abandonar su oposición a las sanciones en caso de que el programa nuclear norcoreano sea tratado formalmente en el Consejo de Seguridad de la ONU.
Si bien la amenaza de sanciones fue apenas sugerida, Beijing sí suspendió el suministro de petróleo a Corea del Norte durante tres días al mes pasado, luego de que Pyongyang realizara una prueba de misiles en el mar de Japón, aunque Beijing atribuyó el corte a problemas técnicos.
China es la principal fuente de petróleo y alimentos de Corea del Norte. Cada año, Beijing vende a Pyongyang un millón de toneladas de petróleo.
Cualquier corte en el suministro representa un duro golpe para ese país stalinista, donde los cortes de energía y la falta de alimentos dejaron a la población al borde de un desastre humanitario.
Los recientes esfuerzos de China por influir en la península de Corea forman parte de un intento por preservar o mejorar sus vínculos económicos y políticos con Estados Unidos, opinaron expertos en las relaciones chino-estadounidenses.
La interdependencia entre nuestras dos sociedades nunca ha sido mayor, destacó Wang Jisi, director del Instituto de Estudios Estadounidenses, de Beijing, y autor de un libro sobre la política exterior de Washington tras la guerra fría.
Hay lastre en esta relación, agregó Kurt Campbell, un antiguo funcionario del Pentágono (Departamento de Defensa de Estados Unidos) que analiza asuntos de seguridad asiáticos para el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales.
Aunque las autoridades chinas negaron haberle cortado el suministro de petróleo a Corea del Norte, admitieron que ahora tienen un papel más activo en la resolución de las tensiones en el noreste asiático.
Nos hemos dado cuenta de que no podemos dejar que esta situación se desarrolle sola, por lo tanto decidimos tratar de influir en ella, declaró un funcionario de Beijing al diario The Washington Post el día 4. (