El primer ministro de India, Atal Bihari Vajpayee, llamó este viernes por tercera vez en cinco años a la vecina Pakistán al diálogo para poner fin a la disputa sobre Cachemira.
He dicho que toda cuestión debe solucionarse a través del diálogo. Estamos preparados, tanto en lo interno como en lo externo. Los problemas no se solucionan con armas, sino solo con fraternidad, dijo Vajpayee en un acto público en Srinagar.
Otra vez, ofrecemos (a Pakistán) una mano amiga, pero debe ser un camino de ida y vuelta. Los dos debemos aprender a vivir juntos, agregó el gobernante, en un discurso televisado a toda India.
El llamado, en esta ocasión, fue cauteloso. Los anteriores intentos de iniciar un diálogo con Pakistán fueron muy criticados dentro de India. Los dos países sostuvieron tres guerras abiertas y una no declarada desde su independencia en 1947, y ambos poseen armas nucleares desde 1998.
El primer ministro de Pakistán, Mir Zafarullah Kahn Jamali, respondió con rapidez a las declaraciones de Vajpayee. Damos la bienvenida al llamado y lo apreciamos, dijo.
Por su parte, el ministro de Información pakistaní Sheikh Rasheed Ahmed sostuvo que su país estaba preparado para dialogar con India sobre todos los problemas bilaterales pendientes.
El 20 de febrero de 1999, Vajpayee cruzó la frontera indopakistaní en ómnibus, y fue recibido por el entonces primer ministro pakistaní Nawaz Sharif.
Poco después, ambos gobernantes firmaron la Declaración de Lahore, en que los dos vecinos se comprometían a participar en un proceso de diálogo para dirimir las diferencias bilaterales, entre ellas la situación de Cachemira.
Pero la tinta de la declaración apenas se había secado cuando el ejército pakistaní lanzó una incursión en el área de Kargil, del lado indio de la denominada línea de control que opera como frontera entre la Cachemira de India y la de Pakistán.
La operación militar fue el inicio de una sangrienta guerra no declarada formalmente.
La guerra terminó cuando el entonces presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, convenció a Pakistán de replegar sus tropas. Luego, el comandante del ejército pakistaní, general Pervez Musharraf, derrocó al primer ministro Sharif y se declaró jefe de gobierno.
Al principio, Vajpayee sostuvo que no dialogaría con un gobierno militar, pero poco después invitó a Musharraf a la ciudad de Agra. La cumbre se celebró en julio de 2001.
Pero la reunión no llegó a solucionar las disputas sobre Cachemira y se registró una escalada en los incidentes de violencia transfronteriza que Nueva Delhi atribuye a organizaciones radicadas en Pakistán, como el atentado al parlamento indio el 13 de diciembre de 2001.
India respondió al atentado movilizando 700.000 soldados respaldados por tanques a la frontera, lo que puso a los dos países una vez más al borde de una guerra nuclear.
El enfrentamiento, que insumió la mayor parte del año 2002, se diluyó sólo a través de intensas gestiones diplomáticas en las que participaron, entre otros, el secretario de Estado (canciller) estadounidense Colin Powell y el secretario (ministro) de Relaciones Exteriores británico Jack Straw.
Musharraf prometió a Straw que tomaría medidas para impedir las incursiones transfronterizas. India retiró la mayor parte de sus tropas y vehículos de combate a posiciones alejadas de la frontera.
De todos modos, el gobierno de Vajpayee advirtió que no mantendría un diálogo directo con el de Pakistán a menos de que obtuviera evidencia concreta de que ese país no respalda más a los grupos islámicos de Cachemira.
Pero Musharraf contestó, en un discurso televisado en diciembre de 2002, que Pakistán pudo haber respondido a una invasión india con armas no convencionales, en alusión a armas nucleares.
El ministro de Defensa de India, George Fernandes, contestó: Recibiremos una bomba o dos, pero cuando respondamos no habrá Pakistán.
A medida que la guerra de palabras continuaba, Powell anunció que Washington abordaría el conflicto en Asia meridional tan pronto como concluyera la guerra en Iraq, y que su segundo en el Departamento de Estado (cancillería), Richard Armitage, reanudaría las gestiones en las próximas semanas.
El discurso de Vajpayee este viernes parece responder a la inminencia de una visita de Armitage.
No tuvimos éxito (con el viaje a Lahore) y fuimos agredidos en Kargil. Aun así, no perdimos la esperanza. Invitamos a (Musharraf) a Agra con la esperanza de que sentarnos a la sombra del Taj Mahal nos llevaría a una era de paz. Eso tampoco funcionó, se lamentó el primer ministro indio.
Pero ahora hay señales de que esta vez India y Pakistán se enfrascarán en un diálogo como consencuencia de la presión de Washington, que parece determinado a poner coto a los programas de desarrollo de misiles y armas nucleares en los dos países. (