El consumo humano de carne y huevos de tortuga marina alcanza grados alarmantes durante la Cuaresma que observan los fieles católicos en México, seguidores de cuestionadas tradiciones culinarias, alertan ambientalistas.
La cantidad de ejemplares que son sacrificados cada año para ir a dar al mercado negro de tortuga de este país y de Estados Unidos asciende a 35.000, dijo a Tierramérica el poeta Homero Aridjis, presidente del ecologista Grupo Internacional de los Cien.
Las tortugas marinas están agrupadas en dos familias, Cheloniidae y Dermochelyidae, y seis géneros: golfina (Lepidochelys olivacea), negra (Chelonia agassizi), carey (Eretmochelys imbricata), laúd (Dermochelys coriacea), verde (Chelonia mydas) y caguama (Caretta caretta).
Hasta 1960, la explotación de tortugas marinas en México, uno de los países más ricos en biodiversidad del mundo, se registraba sólo en la zona del golfo de México y el mar Caribe.
Pero el auge de la demanda de carne y huevos, y de la confección de artículos de lujo con la piel, la caparazón y el aceite contribuyeron a poner a la tortuga marina en el catálogo de especies en peligro de extinción.
La sobreexplotación, principalmente de adultos reproductores, la extracción de huevos en zonas de anidación, la pérdida o degradación de hábitat críticos y la pesca son otras grandes amenazas para la vida del quelonio.
Por segundo año consecutivo, el Grupo de los Cien y el estadounidense Grupo Tortuguero de las Californias llevan a cabo una campaña que incluyó una exhortación al Papa Juan Pablo II para que inste a los creyentes a no comer carne de tortuga durante la Semana Santa.
El consumo alcanza su pico máximo durante la Cuaresma, por lo que apelamos a la conciencia ecológica del Vaticano debido a que la jerarquía eclesiástica podría contribuir en mucho a difundir entre los fieles el respeto por la vida animal, dijo Aridjis.
Si el Vaticano aclara oficialmente que la tortuga no es pez, los católicos que observan el periodo de abstinencia ayudarán a preservar una especie amenazada, de valor biológico extraordinario, explicó el ecologista.
La campaña incluye anuncios y actos públicos en México y en los estados estadounidenses de Texas y California, donde la comunidad de origen mexicano ha trasladado sus tradiciones y la carne de tortuga llega por vía del contrabando, afirmó Aridjis.
Estados Unidos prohibió la matanza de tortugas en 1973 y en México se declaró en 1990 veda total a la captura de esos animales y la comercialización de sus productos. Pero el consumo continúa, aseguró Aridjis.
México es famoso por su variada y refinada cocina. Estados como Jalisco, Campeche, Michoacán, Quintana Roo, Tabasco, California o Chiapas —cada uno con una personalidad gastronómica propia—, cuentan entre sus platillos sopas de aleta o de pecho de caguama, caguama estofada, tortuga en sangre o tortuga guisada.
En todo el país los huevos del quelonio se ofrecen como botana y se les otorgan poderes afrodisíacos, afirmó Aridjis.
Por la importancia de algunas colonias de anidación asentadas en México, es vital proteger a la tortuga en sus rutas migratorias a lo largo del Pacífico, y por las costas del Caribe y el Atlántico, recomendó el biólogo Jorge Téllez López.
En diálogo con Tierramérica, el investigador de la Universidad de Guadalajara explicó que las tortugas son especialmente vulnerables en tierra durante el periodo de anidación debido a que al estar agrupadas se facilita la captura.
Grupos conservacionistas e instituciones científicas y de enseñanza trabajan en campamentos para la protección de la especie.
Los llamados corrales constituyen un cerco de seguridad donde los huevos desenterrados son resembrados e incubados bajo un estricto control hasta el nacimiento de las crías, señaló Téllez López.
La Convención Internacional sobre Comercio de Especies Amenazadas de Flora y Fauna (CITES) incluye a la tortuga marina en el Apéndice I, de especies en peligro de extinción.
* Publicado originalmente el 19 de abril por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica. (