Millones de campesinos que se trasladan a la ciudad en busca de trabajo se convierten de pronto en el foco de atención de los nuevos líderes comunistas, tras haber sido marginados en los últimos 20 años de crecimiento económico.
Los cambios son respaldados por la generación entrante de líderes comunistas, cuya designación formalizará el Congreso Nacional del Pueblo (parlamento) en su actual sesión anual.
Beijing considera esencial el aumento de los ingresos de los agricultores para mantener la salud de la economía, y además quiere cerrar la brecha entre el campo y la ciudad, que muchos economistas consideran más amplia ahora que en 1949, cuando los comunistas llegaron al poder.
El saliente primer ministro Zhu Rongji advirtió esta semana que el notable desempeño económico de China podría revertirse si los campesinos que se trasladan a centros urbanos en busca de una vida mejor no obtienen una mayor proporción de la riqueza nacional.
Si no cambiamos sus condiciones de vida, el entusiasmo de los agricultores para producir decaerá, y esto afectará las bases de la agricultura y la salud de la economía nacional en general, advirtió Zhu en la inauguración el miércoles de la sesión anual del parlamento, frente a 3.000 delegados.
La situación de los trabajadores migrantes no sólo quedó plasmada en la declaración del primer ministro, sino en las páginas de los diarios estrictamente controlados por el Estado, en una señal de cambio en la actitud del gobierno hacia ese sector de la población.
Los 900 millones de campesinos chinos, en una población total de 1.300 millones, todavía no gozan del derecho básico de elegir dónde vivir dentro de su país, consagrado en la Carta de las Naciones Unidas y en la Constitución nacional.
Por el sistema nacional de registro de hogares, llamado hukou, los campesinos quedan atados a la tierra y privados de la prosperidad de la vida urbana.
Sólo se permite a un pequeño número trabajar temporalmente en las ciudades. Algunos de ellos son obreros de la construcción, que deben volver a sus hogares cuando se les termina el trabajo.
Otras son jóvenes que trabajan en la fabricación de juguetes, ropa y zapatos en fábricas hacinadas de las ciudades costeras.
Según cifras oficiales, unos 90 millones de personas abandonaron el campo para buscar trabajo en centros urbanos. Algunos economistas estiman que son 130 millones los migrantes.
La mayoría de esos trabajadores reciben como pago lo que sus empleadores están dispuestos a ofrecerles, y pueden ser despedidos en cualquier momento porque no tienen derecho legal a vivir en las ciudades.
Este año, varios diarios oficiales publicaron casos de desesperadas protestas públicas, como el de dos hombres en la meridional ciudad de Guangzhou que se pararon en lo alto de un edificio y amenazaron con saltar si no cobraban su salario antes del Año Nuevo Chino, en febrero.
Los campesinos suelen hacer en las ciudades los trabajos más sucios y peligrosos. Además, se les impide el acceso a escuelas, hospitales, guarderías y viviendas públicas, y casi no tienen ningún derecho legal.
Casi todo el presupuesto del gobierno central se destina a la población urbana, dejando a los migrantes rurales como ciudadanos de segunda clase.
Pero una directiva del Consejo de Estado, el gabinete de gobierno, lanzó en enero grandes cambios.
El documento establece que los migrantes rurales deben obtener derechos legales para trabajar en las ciudades y que se debe prohibir la discriminación laboral basada en el lugar de residencia.
Por primera vez desde que se instauró el sistema de registro de hogares, en los años 50, el gobierno chino parece hacer un esfuerzo auténtico por eliminarlo gradualmente, y de paso arrancar una de las raíces de la injusticia social y la desigualdad.
Es inevitable que los trabajadores rurales excedentes se trasladen a las ciudades, y esta tendencia aliviará la presión sobre la limitada tierra cultivable y otros recursos agrícolas, explicó Hong Dayong, profesor adjunto del Departamento de Estudios Sociales de la Universidad de Renmin, en Beijing.
Tanto el secretario general del Partido Comunista, Hu Jintao, quien sucederá en la presidencia a Jiang Zemin, como el futuro primer ministro Wen Jiabao, hicieron pública su intención de ser más sensibles a las necesidades de los sectores más olvidados de la sociedad. (