O la ONU cambia su actitud y apoya sin reservas las decisiones de Washington o sus días están contados, al menos en su versión actual. Esa fue la advertencia perentoria lanzada el domingo por Estados Unidos desde el archipiélago portugués de Azores.
El mensaje fue emitido por el presidente estadounidense George W. Bush y apoyado sin reservas por los jefes de los gobiernos de Gran Bretaña, Tony Blair, y de España, Jose María Aznar, a los que se unió el anfitrión portugués, José Manuel DurFo Barroso.
La reunión cumbre en Azores marcó con claridad los parámetros de un nuevo orden internacional, que será diseñado con o sin la ONU (Organización de las Naciones Unidas), coincidieron analistas consultados por IPS.
El encuentro también constituyó una señal inequívoca de que Estados Unidos puso fin a sus intentos fallidos de legitimar su guerra contra Iraq en la ONU.
En efecto, la Declaración de Azores sobre Iraq evita un lenguaje de ultimátum o de referencia directa a una acción militar, pese a que no hay dudas sobre el desafío de (el presidente iraquí) Saddam Hussein a las resoluciones de la ONU.
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Esa actitud del presidente iraquí, a juicio de los líderes reunidos en la base militar luso-estadounidense de Lajes, debilita la autoridad del Consejo de Seguridad.
El foro mundial debe hacer bien su trabajo, porque si no, tenemos que volver a diseñar el papel de la ONU para que trabaje mejor, para recuperar su responsabilidad, para que pueda ganar la primera batalla del siglo XXI, que es la guerra contra el terrorismo, puntualizó Bush.
Si de la cumbre salió un ultimátum, fue dirigido al Consejo de Seguridad y muy especialmente a Francia, país que según la visión estadounidense del mundo, al defender ideas diferentes de las de Washington, compromete el futuro de la unión transatlántica, el principal lazo de solidaridad entre Europa y Estados Unidos, opinó la analista en temas europeos Teresa de Sousa.
De Sousa se refería a la firme negativa de Francia a votar cualquier resolución que pusiera un ultimátum al desarme de Iraq, y por tanto, una fecha de inicio a la guerra.
El papel de DurFo Barroso, según De Sousa, fue más que un simple anfitrión, porque la preocupación principal de la diplomacia portuguesa fue la de impedir que la Declaración de Azores fuera leída como un gesto de hostilidad hacia el resto de los europeos.
Pero pese al extremo cuidado en la redacción del documento, en la rueda de prensa posterior, Bush no se resistió a atacar al gobierno francés.
Comparó su política con un juego de naipes que nosotros tenemos en Texas, donde no hay que mostrar las cartas. Pero Francia las mostró y ya sabemos cómo piensa. Ahora tenemos que esperar para saber qué es lo que quiere decir.
Dentro de la Unión Europea (UE), la postura de Estados Unidos es apoyada, en orden de grado de compromiso, por Gran Bretaña, España, Portugal, Italia y Dinamarca.
Los otros diez países, encabezados por Francia y Alemania y seguidos por Austria, Bélgica, Finlandia, Grecia, Holanda, Irlanda, Luxembugo y Suecia, se oponen a la solución militar sin luz verde de la ONU.
Según el analista Raul Vaz, la guerra comenzó el 11 de septiembre (de 2001, con los atentados contra Nueva York y Washington), primero contra el terrorismo, en el 'laboratorio Afganistán' y luego con esta guerra, que ya fue demasiado lejos como para que sus principales actores encuentren una justificación para replegarse sin perder la cara.
Azores fue un mero acto formal, porque en los últimos cuatro meses Bush no logró convencer al mundo de las bondades de la guerra, Blair vió como la guerra provocaba las primeras bajas en su propio reducto político, Aznar quiso y supo encabezar la facción europea a favor de la guerra, mientras DurFo Barroso no podía ni debía decir no, opinó.
Cuál es la opción por la paz, cuando Bush coloca las cosas de la manera más 'democrática' posible: el Consejo de Seguridad debe aprobar la guerra, porque si no lo hace, entonces vamos a la guerra, se preguntó con ironía el ex ministro socialista José Sócrates.
Una verdadera cumbre para la paz debería, por lo menos, haber incluido a Francia, Rusia y Alemania, para debatir todos los puntos de vista en juego, y no sólo reunirse para asentir con el de Estados Unidos, sostuvo Sócrates.
Este lunes es el primer día del resto de la vida de la ONU, porque Estados Unidos, Gran Bretaña y España dieron 24 horas al Consejo de Seguridad para aceptar una intervención militar en Iraq, opinó el comentarista político Antonio Rodrígues do Carmo.
Una visión similar fue expresada este lunes por el director del Centro de Estudios Estratégicos de Lisboa, Alvaro de Vasconcelos, quien pese sus conocidas simpatías por EEUU, no dejó de recordar que hasta hoy, no se demostró ninguna ligazón de Al-Qaeda de Osama bin Laden con Saddam Hussein.
Los mercados financieros reaccionaron mal ante la cumbre. La Bolsa de Tokio registró este lunes pérdidas de 1,64, la de Hong- Kong de 1,63, mientras en Taipei las pérdidas fueron de 2,64, las de Seúl de 4,17, y las de Singapur de 1,95.
Las mayores empresas de la UE registraban pérdidas promediales de 2,17 por ciento a mitad de la jornada.
La oposición portuguesa fustigó unánimemente la participación del primer ministro DurFo Barroso en esta declaración de guerra al Consejo de Seguridad de la ONU.
A pesar de que el primer ministro sólo jugó un papel de recepcionista de hotel, Lisboa se unió a una declaración de guerra y de ultimátum, comprometiendo a Portugal en una escalada de violencia que se traduce en una mala solución para un problema que la comunidad internacional busca resolver por vía pacífica, sostuvo el Partido Socialista (PS).
En términos similares se expresaron el Partido Comunista y el Bloque de Izquierda (BI), apelando a adjetivos como mayordomo de los grandes o marioneta de Estados Unidos para calificar a DurFo Barroso.
La oposición también advirtió de los futuros peligros que Portugal podría correr como país objetivo del terrorismo internacional.
La base de Lajes, que en términos militares es una suerte de inmenso portaaviones anclado en el mar, está ubicada en Terceira, una de las nueve islas del estratégico archipielago de Azores, en mitad del océano Atlántico, entre los continentes americano y europeo.
Nada se dice de la cedencia de la base de Lajes y de los corredores aéreos dentro del espacio portugués, que para todos los efectos ya están funcinando como contribución importante para el esfuerzo bélico, dijo este lunes el sociólogo Antonio Barreto.
Se puede sostener con rigor que Portugal es ya un objetivo militar para los adversarios de ese esfuerzo, al colocar la base, único medio militar realmente importante con que cuenta el país al servicio de una eventual guerra, subrayó Barreto, ex ministro socialista que se apartó del PS y comulga ahora con posturas conservadoras.
Pese a los esfuerzos de Lisboa por conseguir protagonismo internacional junto a los otros tres países, la operación resultó un fracaso.
La televisora estatal británica BBC, la estadounidense CNN, la radio y televisión italiana RAI, la española TVE española y los diarios más importantes de Europa y Estados Unidos, no sólo no mencionaron a DurFo Barroso, sino que ni siquiera señalaron que las Azores petenecían a Portugal.
Los medios de información internacionales simplemente ignoraron al cuarto hombre de la cumbre.
El problema está en que nadie entendió bien en qué condición participó DurFo Barroso en esta cumbre de la guerra, si como portero o como mayordomo, dijo el dirigente de BI, Miguel Portas.