Las elecciones del domingo en el estado de México, el más poblado del país, brillaron por la ausencia de votantes, los actos de violencia y la campaña sucia de los candidatos.
De los 8,1 millones de personas con derecho a voto en el estado de México, vecino a la capital, apenas 37 por ciento acudieron a sufragar por alcaldes y diputados, en un clima de extremo enfrentamiento entre contendientes, denuncias de fraude y hechos de violencia que impidieron la instalación de varios centros de votación.
El tablero político del estado donde se concentra 14,2 por ciento de los 56 millones de votantes del país, no se modificó mucho respecto de los comicios de 2000.
Tras escrutarse 90 por ciento de las urnas, el opositor Partido Revolucionario Institucional, en alianza con el Partido Verde, obtuvo 34 por ciento de los votos, el gobernante Partido Acción Nacional (PAN), del presidente Vicente Fox, 28 por ciento, y el izquierdista Partido de la Revolución Democrática (PRD), 23 por ciento.
No obstante, el PAN fue el de peor desempeño en relación a los comicios anteriores.
La democracia parece haber perdido el encanto que había ganado en 2000, cuando una concurrencia nacional a las urnas de 64 por ciento de votantes puso fin a 72 años de gobiernos y hegemonía política del PRI.
En aquella ocasión, observadores señalaron la limpieza ejemplar de la votación.
Tras esa bocanada de aire que recibió la democracia mexicana, las elecciones del domingo y diversas encuestas indican que ese impulso se agotó rápido, dijo a IPS Anselmo Flores, investigador de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso).
En México, donde el sistema de gobierno es federal, durante el año se celebran varias elecciones estaduales para alcaldes y diputados locales. Las del estado de México son de las más importantes por la cantidad de votantes.
Durante la jornada del domingo, grupos de pobladores opuestos al gobierno irrumpieron en varios centros electorales y destruyeron el material de votación.
En algunos puntos hubo peleas callejeras entre seguidores de diversos partidos y dirigentes políticos presentaron 35 denuncias por supuestos delitos electorales e intentos de fraude.
Durante la campaña electoral, los partidos realizaron agresivas campañas basadas en descalificaciones del adversario, y en un intento por ganar votos, el PRI local llegó a prometer que instauraría la pena de muerte para ciertos delitos, un extremo legalmente inviable, según expertos.
La presidenta del Tribunal Electoral del estado, María Farrera, fue herida con una navaja por desconocidos.
Fox y su esposa, Marta Sahagún, fueron acusados por el PRI de disfrazar encuentros de carácter electoral en actos públicos.
Lo principal fue el clima violento que prevaleció y el poco interés del ciudadano, lo que no habla bien de la salud de la democracia en México, opinó el politólogo José Antonio Crespo, del Centro de Investigación y Docencias Económicas.
Ojalá los partidos políticos aprendan para bien de estas sucias elecciones, señaló el investigador a IPS.
El 6 de julio habrá nuevas elecciones: se elegirán 500 legisladores para renovar la Cámara de Diputados. Para muchos será un acto plebiscitario sobre el desempeño de Fox y su partido.
La del estado de México es una elección de laboratorio, pues indica las tendencias políticas federales y las estrategias principales de campaña de los partidos, señaló el profesor Enrique Casillas, de las universidades privadas Iberoamérica y Anahuac.
La decepción ante la democracia va en aumento en el país a pesar del fin de los gobiernos del PRI, señaló un estudio efectuado en octubre por el capítulo mexicano de la Flacso.
La investigación, que comparó diversas encuestas de 1985 a 2002, concluyó que durante esos años se mantuvo constante un porcentaje de 50 puntos de la población mexicana que no cree en los partidos, en el Congreso legislativo ni en el Poder Judicial.
Con el proceso electoral de 2000 se esperó que la nueva elite política pudiera transformar esa serie de actitudes, pero no sucedió así, apuntó Flores, de la Flacso.
Las actitudes, valores y comportamientos de los ciudadanos mexicanos ante sus instituciones y otros ámbitos de la vida nacional, no se han modificado como se esperaba antes de que Fox llegara al gobierno, insistió Flores.
De seguir así la tendencia, el país corre el riesgo de sufrir una alteración del orden institucional y provocarse con ello una desestabilización social, advirtió el académico.
Una encuesta del diario Reforma publicada la semana pasada indica que 57 por ciento de los encuestados cree que lo único que hacen los partidos políticos en campañas electorales es lanzar críticas y descalificaciones al adversario.
Apenas 18 por ciento opinó que en las campañas se efectúan propuestas.
Según la encuesta, realizada del 15 al 17 de febrero entre 1.498 personas, 73 por ciento declaró creer poco o nada en los anuncios publicitarios de los partidos.
En México, las agrupaciones políticas gastan casi dos terceras partes de sus recursos en publicidad.
Los ciudadanos están cada vez más decepcionados con la democracia y la política y eso los aleja de las elecciones. El alto abstencionismo registrado en el estado de México ya no debe sorprender, expresó el investigador de la Flacso.