IRAQ: Vientos de guerra desdibujan mapa militar europeo

El mapa militar de Europa sufrió una radical transformación con el traslado de tropas y equipo bélico de Estados Unidos hacia Bulgaria y Rumania desde Alemania, cuyo gobierno se opone a los planes de Washington de invadir Iraq.

Una gran cantidad de aviones de guerra estadounidenses aterrizaron en los últimos días en la base aérea cercana a la ciudad portuaria romana de Constanta. Otros aviones, entre ellos C- 5 Galaxies, C-141 y C-130 Hercules aterrizan a diario en el aeropuerto búlgaro de Burgas, cerca del mar Negro.

”Estamos trasladando tropas y equipo desde Europa occidental hacia el este. Los arribos continuarán en los próximos días”, dijo el portavoz de la Embajada de Estados Unidos en Rumania, Mark Wenig.

Bulgaria y Rumania fueron aliados durante la guerra fría de la Unión Soviética, que hasta su disolución en 1991 fue el principal ruval de Estados Unidos. Hoy, ambos países figuran hoy entre los más fervientes partidarios de la guerra que Washington planifica para desalojar del poder al presidente iraquí Saddam Hussein.

Bulgaria, único país de Europa oriental que tiene hoy un asiento en el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), manifestó desde ya que respaldará en el organismo la propuesta estadounidense de autorizar un ataque contra Iraq.

Pero el respaldo a Washington no le saldrá gratis a Bucarest y a Sofía. El presidente de Francia, Jacques Chirac, advirtió a los dos países que tendrán dificultades para ingresar en la Unión Europea (UE) si apoyan la guerra contra Iraq.

”Estos países son presionados en relación con Iraq justo cuando se creían seguros, resguardados en el refugio de Occidente al conseguir entradas para ingresar en la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) y en la UE. La cuestión ahora es elegir lo menos malo”, dijo el general retirado rumano Cornel Codita.

El presidente de Estados Unidos, George W. Bush, llamó el lunes por teléfono a su par de Rumania, Ion Iliescu, para agradecerle el apoyo de su país. Observadores consideran que Washington asignará tanto a Bucarest como a Sofía un papel en la reconstrucción de Iraq luego de la guerra.

Esto significa nuevas oportunidades de negocios, y renueva la esperanza de recuperar parte del dinero que Bagdad le debe a ambos países, que en el caso de Rumania asciende a 1.700 millones de dólares.

Además, el gobierno de Bush asignará este lunes a Bulgaria y Rumania la categoría de ”economías de mercado en funcionamiento”, lo que mejorará el acceso de la producción de esos países al mercado estadounidense a través de beneficios concretos.

”Estados Unidos se pondrá de vuestro lado, hombro con hombro. Haremos todo lo que podamos para fortalecer las relaciones económicas entre nuestros países”, dijo el secretario de Comercio Don Evans, de visita por Europa oriental la semana pasada.

En los próximos meses, Washington enviará a la región una delegación empresarial que buscará oportunidades de comercio e inversión.

Evans elogió las duras reformas económicas de mercado dispuestas por Bulgaria y a Rumania con el fin de ingresar en la UE, pero recomendó más medidas en ese sentido para atraer el capital estadounidense.

El funcionario se comprometió a impulsar el comercio, pero no prometió dinero en efectivo a los empobrecidos países de los Balcanes.

El comercio entre Rumania y Estados Unidos superó los 1.000 millones de dólares el año pasado. Bucarest procura nuevas inversiones en los sectores de la energía, la infraestructura, las comunicaciones, el transporte y la agricultura.

Mientras, las exportaciones búlgaras a Estados Unidos cayeron 14,1 por ciento el año pasado respecto del anterior, hasta alcanzar la suma de poco más de 227 millones de dólares. Las importaciones también cayeron. Los empresarios búlgaros buscan nuevas oportunidades comerciales para revertir la tendencia.

La guerra contra Iraq tiene poco respaldo público en los dos países, pero tampoco se perciben muchas expresiones de oposición activa. En las últimas semanas se celebraron unas pocas y pequeñas manifestaciones.

Quienes viven cerca de las nuevas bases militares estadounidenses temen, además, que la actividad en esas instalaciones acabe con el turismo. ”Nadie nos preguntó si nos gustaba o no”, dijo el estudiante Bogdan Tudorache, de 22 años, residente en Bucarest. (

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