IRAQ-TURQUIA: Estrategia militar de EEUU pierde contundencia

El gobierno de Estados Unidos prepara una nueva estrategia para invadir Iraq, luego que el parlamento de Turquía negara la autorización para el despliegue de miles de soldados estadounidenses en su territorio.

A la propuesta de permitir el ingreso de más de 62.000 soldados estadounidenses, presentada por el gobierno turco, le faltaron en el parlamento tres votos para alcanzar la mayoría de 267 votos en 555 requerida por la Constitución, pese a que obtuvo 13 votos más que la moción de rechazo.

El gobernante Partido de la Justicia y del Desarrollo (AKP), informó que considera la posibilidad de presentar otra moción, quizás para esta semana. El canciller Yasar Yakis dijo que el gobierno podría repetir el pedido después de ”un proceso de evaluación”.

De todas formas, Estados Unidos ya estudia un cambio de estrategia en caso de que la respuesta parlamentaria vuelva a ser negativa.

La misión del contingente era abrir desde Turquía el frente septentrional de la guerra para desalojar del poder al régimen de Saddam Hussein. La negativa del parlamento turco obligaría al traslado de esas tropas a países vecinos al sur de Iraq, como Kuwait o Arabia Saudita, a través del canal de Suez.

La reubicación de los 250 barcos de guerra y 65 helicópteros estadounidenses cuyos pasajeros se preparaban para instalarse en bases militares de Turquía podría demorar el inicio de la guerra y aumentar su costo, señalaron expertos.

Además, con Turquía fuera de juego, Estados Unidos podría optar por armar y organizar a los kurdos del norte de Iraq opuestos al régimen de Saddam Hussein, lo cual dejaría sin poder luego de la guerra a la población de origen turco que vive en esa región.

Ankara también teme que esas armas terminen en manos de insurgentes kurdos en territorio turco.

El gobierno del presidente estadounidense George W. Bush había ofrecido a Ankara 6.000 millones de dólares en subvenciones y 24.000 millones en créditos como compensación por los efectos de la guerra.

La decisión del parlamento turco el sábado tuvo importantes consecuencias tanto en Estados Unidos como en Turquía.

La Bolsa de Estambul cayó 10 puntos y la lira turca cayó tres por ciento como reacción al colapso del acuerdo entre Ankara y Washington.

El embajador estadounidense en Turquía, Robert Pearson, dijo que la decisión del parlamento debía ser respetada, pero señaló que el gobierno de Bush estaba muy desilusionado y debía repensar su estrategia de guerra.

Washington quería usar sus tropas instaladas en Turquía para apoyar desde el norte el asedio a Bagdad, que comenzaría en el sur, quizás desde Kuwait.

Para Turquía, miembro de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), es vital el apoyo militar de Estados Unidos y su influencia para obtener créditos del Fondo Monetario Internacional, que le permitirían mantener su economía a flote.

Al presentar la moción en el parlamento, el AKP, de raíces islámicas, aclaró que estaba en contra de la guerra, pero afirmó que Turquía debía proteger sus intereses nacionales y para ello se veía obligada a tener una parte activa en el conflicto.

”¿Qué harías cuando la casa que está al lado de la tuya se está incendiando? Nadie se quedaría mirando”, dijo el líder del AKP, Recep Tayyib Erdogan.

El AKP señaló que Turquía sólo podría obtener influencia en el escenario político de la región luego del derrocamiento del presidente iraquí Saddam Hussein si se unía a la ”coalición de los dispuestos”, como llama Bush al grupo de países que apoyan sus planes bélicos.

El gobierno teme que la comunidad kurda del norte de Iraq se pueda constituir en un Estado independiente o en una entidad autónoma, lo cual desataría un éxodo de la población kurda turca al nuevo país.

Ankara podría también perder influencia para proteger a la minoría turca que vive en el norte de Iraq y que con frecuencia se enfrenta con los kurdos, si ”sigue mirando en vez de jugar”, dijo Erdogan.

Los separatistas kurdos de Iraq podrían echar mano a los campos petroleros de Kirkuk y Mosul, según el gobierno turco.

Ankara teme, además, que su propia población kurda – – 20 por ciento de sus 68 millones de habitantes – – eleve nuevas demandas de autonomía. Hace cuatro años rige una relativa paz tras la guerra civil contra el separatista Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), que dejó unos 35.000 muertos desde 1983.

El pueblo kurdo, de 19 millones de personas, se extiende sobre la jurisdicción de cuatro países (Turquía, Siria, Irán e Iraq), y constituye la minoría étnica más grande del mundo sin territorio propio.

En Turquía, donde reside la mayoría, sólo se les reconoció el derecho al uso y enseñanza de idioma el año pasado, como consecuencia de la presión de la Unión Europea para admitir al país como miembro del bloque en el futuro.

El analista político Taha Akyol advirtió que Estados Unidos no considerará los intereses turcos luego de invadir Iraq, debido al rechazo de la petición.

Akyol señaló que el voto en el parlamento expresó la ”voluntad nacional”, pero ignoró el ”interés nacional”.

Por su parte, el analista Ismet Berkan indicó que los parlamentarios demostraron ”valentía”, pero admitió que pusieron en peligro el futuro de la economía.

Tanto Ankara como Washington intentan en vano miminizar ante el público los efectos que tendrá la decisión parlamentaria en las relaciones entre estos dos socios estratégicos de la OTAN.

”Las relaciones entre Estados Unidos y Turquía son estratégicas y van a continuar así. Estamos estudiando cómo seguir adelante, y ellos también”, dijo el primer ministro turco Abdulá Gul.

Un portavoz del AKP señaló que no se presentará una nueva moción en el corto plazo, y dijo que sólo una nueva resolución del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas podría cambiar la postura del parlamento.

El partido gobernante controla casi 75 por ciento de los escaños parlamentarios, pero cerca de 100 legisladores oficialistas habrían emitido su voto secreto en contra de la moción oficialista.

El AKP dio libertad de acción a sus parlamentarios, pero aun así esperaba ganar la votación.

Analistas señalan que la decisión del parlamento turco fue influenciada por la creciente oposición popular contra la guerra. Las últimas encuestas demuestran que 94 por ciento de los turcos rechazan los planes bélicos de Washington. (

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