El presidente iraquí Saddam Hussein ganó el primer asalto del combate propagandístico sobre la guerra contra su país, dijo a IPS este jueves el académico británico Tim Crook, experto en propaganda.
El primer ataque fue visto en Occidente como un intento de eliminar a Saddam Hussein, quizá con base en datos falsos de la contrainteligencia iraquí, pero el presidente sigue en su puesto, y esos ataques parecen un fracaso, mientros los que lanzó luego Iraq contra Kuwait se ven como represalias, indicó.
A Iraq le bastó lanzar algunos misiles contra el vecino Kuwait, donde se concentran las tropas que lo atacan, en su mayoría estadounidenses y en menor medida británicas y australianas, para ofrecer a Occidente imágenes de aterrorizados corresponsales de guerra, peleándose por máscaras antigás, apuntó el investigador.
Los británicos estuvieron entre los principales perdedores en el juego de la propaganda, porque hubo que despertar al director de información del gobierno para avisarle que había comenzado un ataque aéreo, señaló Crook, profesor del Colegio Goldsmith.
El comando británico pareció sorprendido, pese a que se supone que actúa en pie de igualdad con Estados Unidos, y eso no fue muy bueno para su imagen, explicó.
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Al mismo tiempo, niños y niñas participan en protestas contra la guerra en centros cívicos de toda Gran Bretaña, y perder en el sector de la infancia es una forma desastrosa y humillante de comenzar una guerra propagandística, según el académico.
Gran Bretaña estaba en una posición lamentable antes de que comenzara esta guerra, y ahora está en una muy lamentable, opinó.
Según la emisora de televisión vía satélite kuwaití Al Jazeera, las Fuerzas Armadas estadounidenses intentaron sin éxito interrumpir las emisiones de la estatal televisión iraquí en el primer ataque, realizado en la madrugada de este jueves, pero no lo lograron, y Saddam Hussein pudo emitir un mensaje a su país, aparentemente en directo, tras ese ataque, comentó Crook.
Tampoco parecieron confirmarse versiones estadounidenses de que la estatal radio iraquí ya no podía realizar emisiones, destacó.
Estados Unidos y Gran Bretaña se perjudicaron por usar un lenguaje poco cuidadoso, al decir que el primer ataque buscaba decapitar a Iraq mediante la eliminación de Saddam Hussein, ya que eso fue brutal desagradable, y tales términos no pueden atraer a una mentalidad racional, según Crook.
También es raro que los dos países hablen de derrotar a Iraq mediante la conmoción y el pavor, porque si uno anuncia eso a su enemigo, se inhabilita para causar el efecto deseado, dijo el experto.
Dada la patética naturaleza de las defensas iraquíes, usar ese lenguaje crea una incómoda sensación, porque destaca qué parte es la más débil, y por eso potencialmente la más simpática, advirtió.
El secretario de Defensa estadounidense, Donald Rumsfeld, anunció mientras comenzaba el ataque contra Iraq que éste sería de una fuerza, un alcance y una escala superiores a lo que se ha visto antes, y eso reforzó la idea de una relación de fuerzas desproporcionada, alegó Crook.
Ese anuncio no destacó la eficacia militar de la alianza liderada por Estados Unidos, sino que la mostró desde un ángulo poco propicio para ganarle simpatía o admiración, sostuvo.
Hasta ahora, la propaganda estadounidense sólo ha logrado que Saddam parezca heroico, aseguró el investigador.
Los errores cometidos en esa materia son además extremadamente ofensivos para las familias de los soldados y otras personas que participan en la operación contra Iraq, y uno de los usos de la propaganda debería ser que la población del país emisor se sienta mejor, aseveró.
La propaganda es la munición de la mente, un factor de enorme importancia en la guerra. Luego de que una parte en conflicto logra victorias en ese terreno, la otra siempre puede responder con eficacia, en esa guerra invisible sobre la guerra, arguyó Crook.
Estados Unidos cuenta con increíbles recursos para jugar ese juego, pero puede ser derrotado en él, alertó.
La mejor propaganda es la que contiene gran parte de verdad, y quienes redactan los partes militares lo saben, de modo que 98 por ciento de lo que dicen puede ser verdad, y sólo el pequeño resto deliberada falsedad, explicó el académico.
Cuando la mentira no cabalga sobre la espalda de un fuerte cuerpo de verdad, se puede perder muy pronto el juego de la propaganda. Rumsfeld lo sabe, y lo importante es detectar la verdad no revelada, o la leve distorsión de lo que es cierto, aconsejó.
Que un periodista logre eso depende ante todo de su experiencia previa, de la naturaleza de sus demás fuentes, y de su marco ideológico de interpretación, según Crook.
La propaganda evidentemente falsa de regímenes totalitarios no puede sostenerse mucho tiempo, y es muy mala propaganda si quienes la realizan piensan que el público la creerá. La gente siempre encuentra formas de llegar a la verdad, opinó el especialista.
En Gran Bretaña y Estados Unidos habrá menos necesidad de controlar a los medios de comunicación que en un Estado totalitario, porque ya se ha logrado un alto grado de autocensura en los que cuentan con más público, debido a compromisos emocionales e ideológicos de los periodistas, destacó.
El Ministerio de Defensa británico anunció que revelará a los medios de comunicación toda la información sobre la guerra, pero añadió que no lo hará de inmediato, porque le llevará cierto tiempo identificar los datos verídicos. La demora es una herramienta vital de la desinformación, dijo Crook.