La invasión de Estados Unidos a Iraq desató el rechazo casi unánime en Malasia, con condenas del primer ministro y el parlamento, vigilias ecuménicas y pedidos de boicot a los productos estadounidenses.
Representantes de los principales partidos políticos de este país de mayoría musulmana olvidaron sus diferencias habituales y entregaron esta semana una nota de protesta conjunta al embajador estadounidense en Kuala Lumpur.
El parlamento aprobó por unanimidad el lunes una moción de protesta contra la invasión encabezada por Estados Unidos en Iraq. El cuerpo legislativo ya había aprobado 15 días atrás y sin votos en contra una condena a la acción unilateral que Washington amenazaba omar contra el gobierno de Saddam Hussein.
Este tipo de unidad política ante una crisis no se había repetido desde que la destitución y el encarcelamiento del ex viceprimer ministro Anwar Ibrahim en 1998 generaron una campaña de reclamos de reforma política en todo el país.
Lejos de desatar un choque de civilizaciones, la crisis iraquí provocó movimientos de unidad nacional contra la guerra, dejando de lado tradicionales diferencias étnicas, religiosas, sociales y hasta políticas en este país multiétnico de 22 millones de habitantes.
Aunque el consenso contra el conflicto en Iraq parece evidente, el analista de los medios de comunicación Mustafá Kamal Anuar opinó que pueden existir diferencias en la manera en que los malasios interpretan el conflicto… como una guerra de agresión o religiosa.
Pero la gente concuerda en que esta guerra es librada por una superpotencia armada hasta los dientes, contra un país que padeció casi una década de sanciones económicas, con sus defensas militares reducidas al mínimo, comentó.
La colaboración entre grupos musulmanes y no musulmanes, organizando protestas conjuntas y hasta realizando foros, debates y sesiones de oración ecuménicas, es muy rara en Malasia, donde la mayoría islámica convive, no siempre pacíficamente, con minorías budistas, taoístas, hindúes y cristianas.
Pocas veces los malasios pueden ver a un imán musulmán, un monje budista y un sacerdote cristiano orando ante una multitud, y luego tomándose las manos en solidaridad, como ocurrió durante una vigilia ecuménica en Penang, el día 22.
El primer ministro Mahathir Mohamad señaló que el papa Juan Pablo II y el arzobispo de Canterbury se oponen a la guerra, mencionándolo como prueba de que los cristianos también son contrarios a la invasión de Iraq que Estados Unidos y Gran Bretaña iniciaron el jueves 20.
Mustafá agregó que, para muchos malasios, esta guerra se libra no sólo contra opinión pública mundial, sino también sin la legitimidad acordada en la Organización de Naciones Unidas (ONU). En ese sentido, creo que la mayoría de los malasios están de acuerdo en su oposición a esta guerra, sostuvo.
El propio Mahathir afirmó que la invasión a Iraq creó un espacio inseguro sin ninguna garantía de que el terrorismo no vuelva a expresarse. Hemos vuelto a la Edad de Piedra, donde el poder determina el derecho, dijo esta semana.
Mahathir declaró que el secretario general de la ONU, Kofi Annan, debe renunciar por no haber impedido la guerra, pero agregó que esto generaría un problema ya que el puesto quedaría vacío. Para designar a uno nuevo, tendríamos que obtener el consentimiento de muchos poderosos, agregó.
Como presidente del Movimiento de Países No Alineados (NOAL), la opinión de Mahathir contra la guerra tiene peso. Malasia también será sede de la cumbre de la Organización de la Conferencia Islámica en octubre.
Mahathir destacó que los países de NOAL podrían agitar la opinión pública en todos los países, inclusive en Estados Unidos y Gran Bretaña. No odiamos a los estadounidenses. No queremos tenerlos de enemigos… Pero no podemos cerrar los ojos ante la injusticia y la opresión, declaró.
Pero el gobierno también tiene sus dudas. Aunque se ha manifestado contra la guerra, también parece preocupado por las consecuencias económicas que le generaría esa postura contra Estados Unidos y sus efectos en las inversiones en Malasia y los malasios residentes en el exterior.
Malasia tiene una gran dependencia de la inversión extranjera directa, siendo los productos electrónicos y eléctricos una de sus principales exportaciones. Estados Unidos es el destino de cerca del 20 por ciento de las exportaciones malasias.
Muchos ciudadanos estadounidenses y británicos también trabajan en firmas trasnacionales en Kuala Lumpur y Penang.
Hasta el momento, las autoridades han tolerado las manifestaciones contra la guerra frente a la embajada de Estados Unidos en Kuala Lumpur y en Penang, ignorando la prohibición vigente a las reuniones políticas al aire libre.
Pero ahora que la guerra está en marcha, muchos piensan que es necesario ir más allá de las reuniones y los manifiestos contra la guerra para hacerse oír.
El ministro del estado de Kelantán y asesor del opositor Partido Islámico PAS, Nik Aziz Nik Mat, convocó a boicotear los productos de Estados Unidos.
No es el momento de rogar y apelar a Estados Unidos, porque no escuchará nuestra plegaria, aseguró el dirigente juvenil del PAS, Mahfuz Omar, luego de entregar la nota de protesta conjunta en la embajada de Estados Unidos.
Ha llegado la hora de tomar medidas más fuertes contra Estados Unidos, exclamó.
Mahfuz exigió al gobierno malasio que se retire del pacto de defensa que vincula a Malasia con Australia, Gran Bretaña, Nueva Zelanda y Singapur.
Ese tipo de opiniones es compartida por algunos expertos. Si el gobierno toma su postura en serio, debería suspender… sus relaciones diplomáticas con Estados Unidos, sugirió el profesor de ciencia política Johan Saravanamuttu. (