Los planes de Washington de atacar Iraq otorgaron al primer ministro de Malasia, Mahathir Mohamad, una plataforma política para probar que es un líder musulmán con agallas, a diferencia de otros gobernantes del mundo islámico.
Mahathir ha repetido hasta el cansancio que los países musulmanes se arriesgan a una mayor marginación si sus líderes no hacen frente a las decisiones que Occidente les quiere imponer, y lo reiteró una vez más esta semana en la cumbre de la Organización de la Conferencia Islámica, que él preside.
Decisiones importantes que afectan a la 'ummah' (comunidad) musulmana fueron tomadas e impuestas desde afuera, se quejó el primer ministro el miércoles en la jornada final de la reunión de emergencia de la Conferencia Islámica en Doha, Qatar.
Mahathir fue inequívoco en su llamado a los gobernantes de los 57 países miembros para que alcen su voz en oposición a la campaña bélica de Estados Unidos contra Iraq.
Nosotros, como líderes de la Conferencia Islámica, debemos tratar de que el milagro ocurra uniendo fuerzas con el resto del mundo contra la guerra, exhortó.
En febrero, los jefes de Estado y gobierno del Movimiento de Países No Alineados reunidos en Kuala Lumpur también tuvieron una muestra de lo incisivo que puede ser Mahathir en su oposición a los planes de Washington para Iraq.
Ya no es una guerra contra el terrorismo. De hecho, es una guerra para dominar al mundo, dijo el anfitrión en el discurso de apertura de la cumbre.
Actualmente, la amenaza más importante que enfrentamos es la tendencia de los poderosos a hacer la guerra cuando enfrentan obstáculos a la extensión de su dominio, añadió.
La posición de Mahathir cayó bien en su propio país, aun entre activistas que lo critican por la represión de libertades políticas y civiles.
El creciente movimiento contra la guerra en Malasia encontró al primer ministro en la misma sintonía que su pueblo. De hecho, Mahathir, más que los manifestantes callejeros, se transformó en la voz antibélica del sudeste asiático en la prensa internacional.
Otros líderes asiáticos palidecen ante la comparación con los esfuerzos contra la guerra de Mahathir, trátese del presidente de Pakistán, Pervez Musharraf, o de la presidenta de Indonesia, Megawati Sukarnoputri, líder del país de mayoría musulmana más poblado del mundo, con 228 millones de habitantes.
Musharraf, cuyo país ocupa un puesto rotativo en el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas, adoptó una posición de no compromiso en la cuestión de Iraq pese al fuerte movimiento pakistaní contra la guerra.
La manifestación de 150.000 personas el fin de semana pasado en la ciudad pakistaní de Karachi es testimonio de la difícil situación que enfrentan líderes musulmanes como Musharraf, presionados por Washington.
Cualquier crítica hacia los planes de Estados Unidos podría costarle a Musharraf el corte de la ayuda económica que espera de ese país a cambio de su apoyo en la guerra contra el terrorismo, lanzada por el presidente George W. Bush luego de los atentados del 11 de septiembre de 2001.
En situación todavía más embarazosa están los líderes de la Liga Arabe, muchos de los cuales prestaron su territorio para el despliegue de soldados estadounidenses.
Egipto permite a diario el pasaje de buques de guerra a través del Canal de Suez en ruta hacia el Golfo, y el rey Abdulá de Jordania, como única señal de solidaridad hacia los iraquíes, pidió a Estados Unidos que el ataque sea lo más rápido e indoloro posible, comentó Jaled Mamdouh, director de la revista virtual Islam Online.
Mientras, el rey de Bahrain, Hamad bin Isa Al Jalifa, presidente de la cumbre de la Liga Arabe celebrada la semana pasada en Egipto, elogió los esfuerzos de Bush para el bien de todos los países del Golfo, agregó.
Aunque cada uno de los líderes árabes intentó presentarse como el único que no teme a Estados Unidos, concluyó Mamdouh, la cumbre confirmó que los árabes dicen lo que nunca hacen.
La posición de Mahathir es única en el mundo árabe por ser líder de una nación de mayoría musulmana moderna y elogiada por sus logros económicos, sus avances tecnológicos, su calidad de vida y su multiculturalismo, señaló Surin Pitsuwan, ex canciller de Tailandia y miembro de la minoría musulmana de este país.
La inminente invasión de Iraq no podría haber llegado en mejor momento para Mahathir, que abandonará el gobierno este año luego de 22 años en el poder.
Su oposición a la guerra podría valerle un lugar tan destacado en la historia del mundo islámico como el del extremista saudí Osama bin Laden, aunque por razones completamente diferentes. (