La evocación del horror de la segunda guerra mundial está en la base del rechazo mayoritario en Alemania al ataque de Estados Unidos contra Iraq, y también en el apoyo de la comunidad judía alemana a esa invasión.
Los aliados triunfantes en la segunda guerra mundial (1939- 1945) arrasaron Berlín con un prolongado bombardeo para sepultar los remanentes de la tiranía del líder nazi Adolf Hitler.
Mientras, la mayoría de los 220.000 judíos que vivían en la ciudad antes del ascenso de Hitler como canciller (jefe de gobierno) en 1933 ya habían huido de la ciudad, debido a la política antisemita del régimen, o perecieron en campos de concentración.
La mayoría de los berlineses entrevistados por firmas encuestadoras manifiestan una fuerte oposición a la invasión de Estados Unidos y sus aliados contra Iraq. Dos guerras mundiales les enseñaron el enorme sufrimiento que acompaña estos conflictos.
Pero el grueso de la comunidad judía de Berlín, la de mayor crecimiento en todo el mundo, respalda la guerra lanzada por el presidente estadounidense George W. Bush para desalojar del poder a su par iraquí, Saddam Hussein.
Israel tiene una enorme importancia para los judíos alemanes. El presidente iraquí Saddam Hussein no es sólo un tirano, sino una amenaza mortal a la existencia del pueblo israelí, dijo el presidente de la comunidad judía de Frankfurt, Salomon Korn.
El dirigente sostuvo que Saddam Hussein demostró su animosidad con Israel cuando ordenó el bombardeo de Tel Aviv en 1991, en respuesta a la treintena de países que, encabezados por Estados Unidos, lo enfrentaron en una guerra por la ocupación de Kuwait.
El estado de Israel se creó en 1948 por mandato de la Organización de las Naciones Unidas, luego de que Hitler desplegó hasta su derrota una política de exterminio de la comunidad judía en Alemania y en todos los países europeos que ocupó.
Es notoria la simpatía del ministro del Interior de Alemania, Otto Schily, por la comunidad judía berlinesa. Ha manifestado su preocupación por garantizar la seguridad de los judíos de la ciudad en estos momentos de creciente tensión, a pesar de integrar un gobierno que se opone a la guerra.
Los judíos de Berlín tenían un papel fundamental en la vida cultural, política y económica de Berlín antes del advenimiento de Hitler. Cuando Alemania se reunificó en 1990, apenas 7.000 judíos vivían en la capital. Esa cifra se ha más que duplicado desde entonces.
La población judía total de Alemania Oriental a fines de los años 80 ascendía a 28.000, y ahora son tres veces más. Las comunidades judías florecen otra vez, dijo Schily.
Esta semana, un judío religioso fue atacado cuando caminaba por el bulevar Kurfuerstendamm, en Berlín occidental. Este tipo de incidentes no son, por cierto, nuevos en Alemania, pero las autoridades muestran preocupación de que se multipliquen en las próximas semanas.
Ese riesgo se palpa especialmente en Berlín, donde viven miles de musulmanes.
El temor no le impide manifestar sus ideas al máximo dirigente de la comunidad judía alemana, Paul Spiegel. Con todo el horror inherente a la guerra, uno no puede olvidar que el fin de décadas de dictuadura y de terror es lo que está en juego en la guerra en Iraq, afirmó el dirigente.
Korn dijo comprender los motivos por los que la mayoría de los alemanes están contra la guerra, pero no los argumentos que maneja el gobierno de Gerhardt Schroeder. No se puede desarmar a Iraq por medios pacíficos, afirmó.
El legendario periodista judío y alemán Ernst Cramer, de 90 años, aplaude la determinación de Washington a actuar en Iraq, aunque respeta las razones que esgrimen los que dudan en Europa.
Cramer agradeció a los representantes del Comité Judío Estadounidense (AJC) que visitaron Berlín esta semana por tratar de que los alemanes comprendan que la amenaza del terrorismo y de las armas de destrucción masiva es real, y que afecta a Europa tanto como a Estados Unidos.
Además, aplaudió las acciones emprendidas por la AJC, organización fundada en Nueva York en 1906 con la misión de combatir el antisemitismo, para que los estadounidenses comprendan las actitudes de los europeos respecto de la guerra.
El rechazo en Europa a la operación militar de Washington no debe atribuirse a entreguismo, falta de coraje ni a un sentimiento antiestadounidense, sino a la intención de adherir al derecho internacional y al recuerdo del horror causado por los violentos conflictos sufridos en el continente, dijo Cramer.
La Junta Asesora Central Judía también apoya con firmeza la posición de Estados Unidos respecto de Iraq. También el director ejecutivo del ACJ para Alemania, David Harris, para quien, cuando termine la guerra, los pueblos de Medio Oriente darán un suspiro de alivio colectivo.
Kuwait, Arabia Saudita y todos los países de la región se beneficiarán con la remoción de alguien que se enfrentó en guerras con cuatro países vecinos y con su propia población, dijo Harris.
Al remover una gran amenaza contra la región, se marginalizará un poco a las fuerzas del extremismo y se alentará a las fuerzas de la moderación y de la coexistencia pacífica, sostuvo.
Mientras, otros judíos rechazan la opción bélica de Estados Unidos y Gran Bretaña. El director del Instituto Fritz Bauer para la Investigación del Holocausto, Micha Brumlik, es uno de ellos.
Brumlik ha criticado al hoy cogobernante partido Los Verdes y al movimiento pacifista por su oposición en 1991 a la guerra del Golfo. Esos sectores ignoraron entonces la amenaza que Saddam Hussein representaba para Israel, sostuvo el dirigente.
Pero Brumlick advierte diferencias entre aquella situación y la actual. Nunca antes Iraq estuvo sometido a tantos controles como antes de la invasión encabezada por Estados Unidos, afirmó. (