Las primeras bajas de Gran Bretaña en el ataque contra Iraq causaron impacto emocional y desconfianza hacia la tecnología bélica del país. Eso contribuyó a que fuera masiva la asistencia a una protesta contra la guerra este sábado.
Muchos británicos pensaron que llegar a Bagdad sería un paseo triunfante y sin oposición junto con las tropas estadounidenses, pero en dos días han muerto, en choques descritos como accidentales entre helicópteros, 14 integrantes de las Fuerzas Armadas del país, junto con cinco de las de Estados Unidos.
Dos de los tres helicópteros involucrados en esos accidentes eran Sea King británicos, y el otro un Chinook de la firma estadounidense Boeing.
El gobierno está bajo presión, porque sus críticos señalan que los muertos estaban a bordo de aparatos cuyos riesgos se conocían, y que al parecer fueron empleados para tareas que estaban más allá de su capacidad.
Se teme que las causas de los choques hayan sido fallas tecnológicas o en el manejo de los helicópteros.
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Por otra parte, un helicóptero MH-53 de las fuerzas especiales estadounidenses y otro modelo Apache se estrellaron al tratar de aterrizar, sin consecuencias para quienes los tripulaban.
Antes del accidente del Chinook, el viernes, y del de los dos Sea King, el sábado, ambos modelos habían sido criticados por su inseguridad, debido a incidentes similares.
El mes pasado, un Sea King se estrelló contra la cubierta del buque de guerra canadiense Iroquois. Se piensa que el motor de ese helicóptero sufrió un desperfecto cuando su piloto trataba de despegar desde la cubierta del Iroquois.
Hace tiempo que los militares canadienses piden a su gobierno que reemplace los Sea King, construidos hace 40 años, que necesitan unas 30 horas de mantenimiento por cada hora de vuelo.
Lo ocurrido en el Golfo esta semana es más que un accidente, y nos pone en ridículo, dijo Joe Clark, dirigente del opositor Partido Conservador británico.
Las críticas a los Chinook son aún más graves, ya que 29 personas murieron en 1994 cuando se estrelló uno de esos helicópteros, y otro accidente con uno de ellos había ocurrido en 1989.
En el accidente del viernes, un Chinook tripulado por cuatro estadounidenses y ocho británicos cayó en forma repentina y se estrelló.
El helicóptero de ese tipo que se estrelló en 1994 llevaba a varios altos oficiales con tareas de seguridad en Irlanda del Norte.
El Ministerio de Defensa culpó a los pilotos, pero desde entonces persiste la controversia sobre las causas de aquel accidente, que pueden haber sido técnicas según el informe de una comisión parlamentaria, dado a conocer el 6 de febrero del año pasado.
Un portavoz del gobierno sostuvo que las muertes de esta semana se dieron en circunstancias en que se pueden producir accidentes y que se investigaba para establecer con claridad qué ocurrió.
Hay mucha actividad aérea, pero tenemos planes y procedimientos muy cuidadosos para asegurar la separación de las aeronaves empleadas. Es triste que algo haya fallado, y tratamos de averiguar cuanto antes qué fue, dijo.
Las bajas fueron invocadas como una razón más para poner fin a la guerra, en una masiva manifestación de protesta en Londres que no fue tan grande como la de un millón de personas el 15 de febrero.
Traigan a casa a nuestros muchachos, corearon activistas al pasar cerca de la sede del gobierno. Otros se dirigieron al primer ministro al gritar Tony Blair, tienes sangre británica en tus manos, y algunos portaban carteles con la leyenda Tony Blair, criminal de guerra.
Blair puso a nuestras tropas en peligro, dijo el activista Chris Collins, de la Campaña por el Desarme Nuclear, uno de los grupos organizadores de la protesta, junto con la Coalición Paren la Guerra y la Asociación Musulmana Británica.
La ansiedad por ir a esta guerra llevó a poner en peligro las vidas de nuestros combatientes, al ponerlos en aeronaves con dudosos antecedentes que fueron empleadas más allá de su capacidad, aseguró.