El desierto siempre está entregando un gran mensaje respecto del ambiente, porque está avanzando hacia el sur, se está comiendo lo verde, dijo a Tierramérica el escritor chileno Hernán Rivera Letelier, cuyas novelas sobre la Pampa, en el extremo norte de Chile, se venden como pan caliente en Europa.
El autor de La reina Isabel cantaba rancheras y Santa María de las flores negras anticipa un cambio de escenario para la nueva obra en la que trabaja. Del desierto (su hogar, fuente de inspiración y telón de fondo de todas sus historias) se trasladará a las ciudades.
También dejará atrás las oficinas salitreras, como se conoce en Chile a los pueblos erigidos en el desierto a fines del siglo XIX, época dorada de la explotación del salitre.
Trabajador minero en el norte hasta la publicación de su primer libro y ordenado Caballero de la orden de las artes y las letras por el Ministerio de Cultura de Francia, Rivera Letelier dialogó en exclusiva con Tierramérica.
—Sus personajes siempre están luchando por algo. Si tuviera que escoger a dos que defendieran la naturaleza en una novela, ¿a quiénes elegiría?
—-A la Golondrina del Rosario de la novela Fatamorgana de amor con banda de música, que luchaba para que plantaran un árbol o hicieran una plaza en su pueblo. También a Alma Basilia, la prostituta de Los trenes se van al purgatorio, porque se la jugaba desde otro punto de vista. La conquista del desierto no habría sido posible sin el aporte de las prostitutas.
—Dos mujeres… ¿Cree que estamos más preocupadas por la preservación del ambiente?
—Las mujeres siempre han sido la fuerza del mundo, en todo orden de cosas.
—Usted ha señalado que el desierto es una zona que obliga a centrarnos en nosotros mismos, a escucharnos. ¿Qué mensajes le envía hoy el desierto?
—El desierto siempre está entregando un gran mensaje respecto del ambiente: Si no cuidan el planeta, pronto va a quedar como yo, porque está avanzando hacia el sur, se está comiendo lo verde y está traspasando la frontera de Atacama. En este desierto los ambientalistas tienen una tarea muy grande, porque hay que conservar un patrimonio cultural que es único en Chile, las oficinas salitreras. Hago un llamado a los ambientalistas del mundo, porque es la única parte del planeta donde existen salitreras y si no se preservan, van a desaparecer.
—¿Los pampinos cuidan ese patrimonio?
—Todos están ligados a las salitreras. Cada cierto tiempo se celebran los aniversarios de las oficinas y miles de personas se desplazan por sus restos. Llevan música y comen en la que fue su casa. Los pampinos estamos quedando sin raíces porque destruyeron el lugar donde nacimos, nos casamos y enterramos a nuestros muertos. Los pampinos lucharon primero contra este desierto, lograron humanizarlo, darle vida y ahora estamos luchando por hacer florecer el desierto y mantener verde el recuerdo, la historia.
—¿Qué tipo de libros recomienda para descontaminarse?
—Los únicos que no recomiendo son los de autoayuda, porque uno termina más contaminado de lo que está.
* Publicado originalmente el 15 de marzo por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica. (