Las represalias de Estados Unidos contra Francia por su oposición a la guerra en Iraq podrían ir más allá de cambios en la terminología gastronómica e incluso dañar en forma permanente el sistema multilateral creado tras la segunda guerra mundial.
La práctica de aporrear a los franceses, uno de los pasatiempos favoritos de varias generaciones de estadounidenses, ha vuelto a este país con renovada fuerza.
El motivo es la oposición de Francia a la campaña del presidente estadounidense George W. Bush para invadir Iraq, como segundo paso (el primero fue Afganistán) hacia el establecimiento de un mundo unipolar dominado por Washington, con el apoyo de sus aliados anglosajones Gran Bretaña y Australia.
En los restaurantes y cafeterías del Congreso legislativo, quien desee comer papas fritas ya no debe pedir fritas francesas (el equivalente a la denominación usada en inglés), sino fritas de la libertad.
Las tostadas francesas también fueron sustituidas por las tostadas de la libertad, y algunos bromistas sugieren que pronto hasta el beso francés cambiará de nombre.
Las relaciones entre estadounidenses y franceses siempre han sido irritables, aunque Francia proveyó a los colonos de este país un respaldo militar crucial para que se independizaran de Gran Bretaña, y luego incluso los emuló con su propia revolución en 1789.
Más allá de las bromas, existe una creciente preocupación porque el conflicto entre la administración de Bush y la del presidente francés Jacques Chirac arruine el sistema multilateral de posguerra, dominado por los países del Atlántico Norte.
Congresistas de derecha ya están preparando proyectos para perjudicar a los vinos franceses en el mercado estadounidense, mientras otros critican lo que consideran la arrogancia y perfidia de Francia frente a la tradicional humildad y honestidad de Estados Unidos.
Los franceses me recuerdan a una actriz de los años 40 entrada en años que se esfuerza por parecer joven, dijo el senador republicano John McCain, considerado un héroe nacional por haber sido líder de los prisioneros de guerra en Vietnam.
El papel cínico de Francia demuestra que no se puede ser una gran nación a menos que se tenga un gran propósito, y ellos han perdido su propósito, agregó.
Mientras, los diarios The Wall Street Journal y The Washington Post publican notas editoriales y columnas cargadas de desprecio hacia los franceses, con recordatorios casi diarios de su cooperación con los nazis alemanes en la segunda guerra mundial.
Francia aparenta ser una superpotencia pero no lo ha sido en 50 años, escribió Charles Krauthammer, un columnista del Post que refleja en general la opinión de los halcones del Pentágono (Departamento de Defensa), encabezados por el subsecretario Paul Wolfowitz.
Además, obtuvo un asiento permanente en el Consejo de Seguridad (de la Organización de las Naciones Unidas) para preservar la ficción de que la Francia heroica formaba parte de la alianza antinazi, aunque fue un país que se rindió ante los nazis y colaboró con ellos, agregó.
En su columna, publicada el 28 de febrero, Krauthammer exhortó a Washington no sólo a crear un nuevo Consejo de Seguridad que margine a los franceses, sino también a excluir a París de toda participación en el Iraq de posguerra.
Debemos demostrar que existe un precio a pagar por contrariar a Estados Unidos en un asunto de supremo interés nacional, instó el columnista.
La gloria perdida y la colaboración con los nazis por parte de Francia se han convertido en los temas preferidos de la derecha estadounidense, al igual que la supuesta hipocresía de los franceses.
Varios analistas comenzaron a acusar a París de antisemitismo la pasada primavera boreal con motivo de los ataques de musulmanes contra objetivos judíos en Francia y a las críticas de Chirac a la reocupación de Cisjordania por parte de Israel.
Luego, a medida que el debate por Iraq se intensificaba, los francofóbicos pasaron a otros temas.
Antes de ir a la guerra, hagamos una pausa para honrar la grandeza de la hipocresía de Francia cuando critica el uso 'unilateral' de la fuerza militar, exhortó la semana pasada The Wall Street Journal en un editorial titulado Esos franceses unilaterales.
Después de todo, los franceses no se preocupan por la opinión internacional cuando se trata de enviar tropas para reprimir rebeliones en alguna de sus ex-colonias, señaló otro editorial del Journal en referencia a la intervención de Francia en Costa de Marfil, en parte para evacuar a civiles estadounidenses atrapados en la violencia.
Más de 3.000 soldados franceses vigilan en ese país africano el cumplimiento de un frágil cese del fuego entre fuerzas insurgentes y leales al gobierno, que se trabaron en lucha tras un fallido intento de golpe de Estado el pasado septiembre.
La intervención francesa fue solicitada por el gobierno de Costa de Marfil en el marco de un tratado de cooperación militar.
Francia tampoco pide la opinión de la comunidad internacional cuando decide hundir un barco de (la organización ambientalista) Greenpeace, como lo hizo el presidente François Mitterrand a principios de los años 80, agregó el Journal.
Huelga decir que la visita de Chirac a Argelia la semana pasada fue considerada en Estados Unidos una excelente oportunidad para recordar la brutalidad del pasado colonialista de Francia. (