La desafiliación al gobernante Partido Popular (PP) de España solicitada este lunes por el ex ministro de Trabajo Manuel Pimentel, expresa el soterrado desacuerdo de funcionarios, dirigentes y adherentes del oficialismo a la guerra contra Iraq.
Pero más que a la invasión británico-estadounidense a Iraq, iniciada el jueves pasado, las preocupadas huestes del PP apuntan a las elecciones municipales previstas para el 25 de mayo.
Esos comicios son considerados la antesala de las elecciones generales de 2004, que renovarán por completo el parlamento y conducirán a la formación de un nuevo gobierno.
En la meridional región de Andalucía, gobernada por el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), una treintena de concejales municipales del PP divulgaron el fin de semana su retiro del partido y su intención de crear una nueva agrupación política de orientación centrista.
Tanto Pimentel, que ocupó la cartera de Trabajo durante el primer gobierno del actual presidente José María Aznar (1996- 2000), como los concejales estiman que el PP se desplaza hacia la derecha, abandonando su postura centro-derechista.
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Además de ministro, Pimentel fue secretario general del PP de la comunidad autónoma de Andalucía, la más poblada del país.
Durante su gestión, obtuvo el primer acuerdo entre el gobierno y los sindicatos desde la restauración democrática, un logro inalcanzable incluso para el PSOE, antecesor del PP en el poder (1983-1996).
Pimentel anticipó su voluntad de abandonar el partido en un artículo publicado el domingo por seis periódicos andaluces, de los que se hicieron eco este lunes otros medios de comunicación de España.
Pero a pesar de la repercusión, la dirección partidaria le restó importancia a la renuncia, argumentando que fue una decisión individual.
Sin embargo, su actitud simboliza sentimientos que otros expresan en privado.
Otra dura crítica procede de una reconocida escritora y periodista, Isabel San Sebastián, que apoyó a Aznar desde su llegada al gobierno.
San Sebastián, columnista del madrileño diario El Mundo, dijo este lunes a IPS que somos muchos quienes respaldamos en términos generales la gestión de este gobierno, sin ocultar por ello el escándalo que nos produce su comportamiento ante esta guerra.
La rebelión intelectual es una forma de resistencia, y la última frontera del libre albedrío que nos convierte en ciudadanos se sitúa en cada una de nuestras conciencias, añadió.
Esas conciencias, concluyó San Sebastián, dicen mayoritariamente no a la guerra.
Aznar, presidente también del PP, se alineó desde el inicio y sin condiciones a la política belicista del presidente de Estados Unidos, George W. Bush, contra Iraq.
Según varias encuestas realizadas desde que comenzó la crisis, más de 90 por ciento de los españoles está en contra de la guerra, y la sucesión de manifestaciones multitudinarias muestran una reacción activa de los ciudadanos.
En esas manifestaciones participan los principales líderes de la oposición, sindicatos y organizaciones estudiantiles, así como figuras de la cultura y de la sociedad civil.
De momento, el PP logra mantener la cohesión de su bancada parlamentaria, pero en los pasillos del Congreso algunos diputados expresan su desacuerdo, aunque pidiendo no ser citados por la prensa.
En su carta de renuncia, Pimentel recordó que los órganos del PP han apoyado unánimemente esta guerra ilícita. Además de una injusticia, supone un histórico error. Ya no se trata de un desvarío de su presidente; se trata de toda una línea estratégica de partido.
Pimentel se refería así la reunión de la dirección partidaria que el sábado ratificó su apoyo a la posición de Aznar.
Todos estábamos completamente de acuerdo en que el sanguinario dictador Saddam (Hussein, presidente de Iraq) debía marcharse, pero en bombardear sus ciudades sin apoyo de la ONU, no, subrayó el ex ministro.
Tras fracasar en el intento de obtener luz verde del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para atacar Iraq, Estados Unidos y Gran Bretaña, con apoyo explícito de España, iniciaron el jueves bombardeos masivos y una invasión contra Iraq. Madrid, sin embargo, decidió no enviar tropas de combate.
Este renovado apoyo partidario envuelve ahora a todos los dirigentes y candidatos del oficialismo, que enfrentan el rechazo en calles y actos públicos.
Aznar y sus colaboradores acusan a los opositores PSOE e Izquierda Unida (IU) de aprovechar el sentimiento pacifista de los ciudadanos para lograr adhesiones partidarias.
El desgaste electoral del PP puede apreciarse en su candidato a la alcaldía de Madrid, Alberto Ruiz Gallardón, que presidió la Comunidad de Madrid durante los últimos ocho años, y cuyo desempeño es apreciado por encuestas y analistas.
A finales de 2002 estudios privados indicaban al PP que el actual alcalde, José María Alvarez del Manzano, estaba muy desprestigiado y perdiendo votos.
Entonces, Aznar colocó sorpresivamente a Gallardón como aspirante a la alcaldía, a pesar de que la ciudad es parte de la comunidad del mismo nombre.
La segunda baraja de Aznar fue introducir a su esposa, Ana Botella, en la lista de candidatos que encabeza Gallardón.
En la Conferencia de Acción Electoral del PP en Madrid, la semana pasada, Gallardón reconoció que en estos días es imposible hablar de política municipal con los ciudadanos, una situación que se debe al oportunismo de la oposición y a las legítimas dudas de los ciudadanos sobre la guerra, admitió.
Días antes otra figura del PP, Josep Piqué, ministro de Ciencia y Técnica y candidato a presidente de la Comunidad de Cataluña, se refirió a un desgaste electoral importante, debido a que a la oposición no le importa tanto la paz como desgastar al gobierno.
Es evidente que la oposición intenta minar la imagen del partido gobernante.
Pero el PP sostiene respecto de Iraq una política rechazada por una abrumadora mayoría de españoles, favoreciendo así las críticas y despertando en muchos de sus votantes incertidumbre sobre el futuro de su voto.