La propuesta de entablar un debate sobre la cuestión de Iraq en la Comisión de Derechos Humanos de la ONU desnudó diferencias profundas entre grupos regionales e incluso dentro de ellos.
Las divergencias se perciben, por ejemplo, entre países árabes, ya que Arabia Saudita, los Estados del Golfo y en particular Kuwait se oponen a que la comisión se ocupe del problema iraquí, comentó un diplomático latinoamericano que pidió reserva de su nombre.
India es otro país renuente a discutir la situación iraquí, y también entre las naciones latinoamericanas hay posiciones contrapuestas, porque Perú y Guatemala rechazan de plano la idea de dedicar un debate al conflicto bélico, aseguró.
La iniciativa del debate fue presentada por Argelia, Burkina Faso, Libia, Malasia, República Democrática del Congo, Rusia, Siria, Sudán y Zimbabwe, anunció Annick Stevenson, portavoz de la oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos.
Esos nueve Estados pidieron examinar los efectos de la guerra sobre el pueblo iraquí y su situación humanitaria, y que la Comisión reafirme la aplicabilidad en este conflicto de la Cuarta Convención de Ginebra sobre la protección de los civiles en casos de guerra.
La Comisión, máximo organismo especializado en derechos humanos de la ONU (Organización de las Naciones Unidas), comenzó hace una semana su período anual de sesiones, que se extenderá hasta el 25 de abril.
El tema de Iraq fue llevado a la Comisión por el propio alto comisionado, el brasileño Sergio Vieira de Mello, cuando presentó su informe anual al organismo.
La declaración del funcionario, que contuvo un llamado a las partes del conflicto para que respeten las normas del derecho internacional y de los derechos humanos, allanó el procedimiento para que la cuestión se debata en la Comisión.
Sin embargo, la presentación de una iniciativa para promover la discusión se demoró a raíz de las divisiones.
Algunos países sostienen que el conflicto en Iraq no constituye un problema de derechos humanos, sino de paz y de seguridad, que por lo tanto debe seguir en la esfera del Consejo de Seguridad de la ONU.
Pero organizaciones no gubernamentales (ONG) por los derechos humanos observaron que el Consejo ha fracasado en el tema iraquí, y propusieron que se convoque a una sesión especial de la Asamblea General de la ONU.
La Asamblea debe condenar la agresión contra Iraq, sostuvo el representante de la Asociación Americana de Juristas, Alejandro Teitelbaum, quien definió al conflicto como otro intento de guerra colonialista contra los pueblos del mundo.
El delegado del Centro Europa-Tercer Mundo, Malik Ozden, apoyó esa demanda y sostuvo que la comunidad internacional debe decidir la respuesta de los miembros de la ONU, únicos garantes de la Carta de la institución y de su aplicación, ante la flagrante violación del derecho internacional.
Pero las opiniones de los 53 países que integran la Comisión están muy divididas, y se prevé que las controversias en el debate dedicado a Iraq se prolongarán esta semana.
La fuente diplomática citada pronosticó que la Comisión examinará durante por lo menos una jornada los aspectos procesales de la iniciativa, y que ese análisis reflejará las posiciones políticas de los países.
Por otra parte, los Estados promotores del debate tendrán que propiciar una resolución, que puede incluir la idea de enviar a Vieira de Mello a Iraq, para que se informe de la situación de los derechos humanos allí y luega transmita su visión a la Comisión antes de que concluya el período de sesiones.
La Comisión adoptó una decisión parecida hace un año, al ocuparse de la situación en los territorios ocupados de Palestina, cuando encomendó una misión de ese tipo a la entonces alta comisionada Mary Robinson.
El gobierno de Israel nunca respondió a la solicitud de ingreso presentada por Robinson, y la fuente opinó que una misión a Iraq podría verse frustrada por la misma razón.
Las divergencias entre países en relación con el caso de Iraq caracterizan el clima en que comenzó la discusión esta semana, y entre las delegaciones causó impresión la brutal presión ejercida por Estados Unidos sobre los demás miembros del organismo, destacó.
Uno de los representantes estadounidenses, el embajador Kevin E. Moley, cuestionó la integración del organismo y dijo que las naciones conscientes no deberían permitir que la Comisión se convierta en un refugio de malhechores.
La delegación de Washington está encabezada este año por la conservadora embajadora Jeanne Kirkpatrick, que representó a su país ante la ONU en Nueva York durante la presidencia de Ronald Reagan (1981-1989).
El activista Kenneth Roth, director ejecutivo de la ONG humanitaria estadounidense Human Rights Watch (HRW), recordó en Ginebra que Kirkpatrick introdujo el descarado doble rasero en la política internacional de su país sobre derechos humanos.
Washington presionaba por sus violaciones de los derechos humanos a los gobiernos totalitarios comunistas, pero al mismo tiempo mostraba complacencia con los excesos de otros gobiernos autoritarios, pero de extrema derecha, que eran sus aliados.
El peligro de un nuevo doble rasero se refleja en la visión de que Estados Unidos está por encima del derecho internacional, que se expande dominante en Washington, dijo Roth en un encuentro con periodistas.
Según ese enfoque, las normas internacionales sobre derechos humanos son perfectamente aptas para todos los demás, pero inapropiadas para la superpotencia, porque tiene responsabilidades especiales de seguridad, aseveró.