El gobierno de Estados Unidos tiende a usar las leyes de inmigración como un recurso para ignorar las garantías de la justicia penal, afectando en particular a la minoría musulmana, señaló este miércoles el director ejecutivo de Human Rights Watch (HRW), Kenneth Roth.
Más de 1.000 personas están detenidas en Estados Unidos por leyes de inmigración, sin que las autoridades les atribuyan intenciones delictivas, sostuvo Roth, quien se encuentra en Ginebra para asistir a las sesiones de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, que se extenderán desde este lunes al 25 de abril.
El problema afecta a la minoría musulmana de Estados Unidos, en particular a jóvenes originarios de Africa del Norte, Medio Oriente y Asia meridional.
Si fueran sospechosos de delitos, tendrían una diversidad de derechos, entre ellos el de disponer de un abogado para su defensa o de abstenerse de declarar. Pero las autoridades les niegan esas garantías porque son simples detenidos por causas migratorias, explicó Roth.
La organización estadounidense American Civil Liberties Union (ACLU) sostuvo a través de uno de sus portavoces, Harvey Grossman, que los abogados de esos detenidos recibieron órdenes de no revelar la identidad de sus defendidos ni las razones y condiciones de su detención.
Roth subrayó la profunda preocupación de HRW por el empleo erróneo de la calificación de combatiente enemigo que se atribuye a algunos detenidos.
El caso más inquietante, según Roth, es el de José Padilla, un estadounidense de origen puertorriqueño, que se convirtió al islamismo y adoptó el nombre de Abdullah Al Muhajir.
Al Muhajir fue detenido en el aeropuerto de Chicago el 8 de mayo de 2002, en un vuelo procedente de Pakistán, donde supuestamente tomó contacto con la red Al Qaeda (a la que Washington atribuey los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001) y aprendió a fabricar artefactos explosivos.
Pero las autoridades de Estados Unidos no formularon cargos contra él y se limitaron a declararlo combatiente enemigo.
Esa condición le niega derecho a un abogado y a un juicio, y Al Muhajir podría permanecer encarcelado hasta el fin de la guerra contra el terrorismo, vaticinó el dirigente de HRW. Ningún derecho asiste a la persona declarada combatiente enemigo, que carece de todo recurso legal para el resto de su vida. Ese no es exactamente un régimen de derecho, expuso Roth.
Los crecientes ataques contra árabes y musulmanes en Occidente son indicios de los comienzos de un peligroso conflicto entre civilizaciones, estimó Doudou Diène, relator especial sobre racismo, discriminación racial, xenofobia y otras formas de intolerancia ante la Comisión de Derechos Humanos de la ONU (Organización de las Naciones Unidas).
La Comisión debe ocuparse de la grave situación de los musulmanes y árabes residentes en países no islámicos, especialmente en Estados Unidos y Europa occidental, a causa del resurgimiento de ataques y atentados contra ellos, recomendó el experto en un informe divulgado en febrero.
Diène investigó durante un año la violencia perpetrada contra las comunidades árabes y musulmanas después de las atentados de 2001 contra Nueva York y Washington.
Algunas aerolíneas estadounidenses no titubean en dar un trato discriminatorio, que llega inclusive hasta desembarcar de aviones a árabes y musulmanes, basado solamente en la apariencia física o la estimenta, sostuvo el informe de Diène, que será discutido en las sesiones de la Comisión.
En la situación de esas comunidades influyen negativamente las legislaciones introducidas en varios países para fortalecer la seguridad nacional y combatir al terrorismo, expuso el experto, originario de Senegal y designado en 2002 por la Comisión de Derechos Humanos.
En su informe a los 53 estados que integran la Comisión, el máximo organismo de derechos humanos de la ONU, Diène se preocupa por aclarar que pese al tenso clima de sentimientos antiárabes y antimusulmanes, los funcionarios estadounidenses han expresado apoyo y simpatía a las comunidades atacadas.
En particular, el relator mencionó al presidente George W. Bush y al Congreso legislativo de Estados Unidos.
También en Europa se cometieron actos de racismo y de discriminación contra esas minorías, aunque no tuvieron la misma amplitud ni gravedad que en Estados Unidos, dijo Diène.
Uno de los casos citados son las declaraciones atribuidas al presidente del consejo de ministros de Italia, Silvio Berlusconi, sobre la superioridad de la civilización occidental, porque se funda en su principal valor, la libertad, que no forma parte de la herencia cultural islámica.
El gobernante italiano se declaró convencido de que Occidente continuará conquistando pueblos, como conquistó al comunismo, y aun cuando ello implique una confrontación con otra civilización, el Islam, firmemente atrincherada donde estaba hace 1400 años.
Diène recomendó a la Comisión que otorgara prioridad a la cuestión del terrorismo y al mismo tiempo se guiara por los instrumentos y principios del derecho internacional, los derechos humanos y el derecho humanitario.