La hostilidad se reinstaló en las relaciones entre Colombia y Venezuela, vecinos alineados de modo diferente en relación con el probable ataque estadounidense contra Iraq, y que intercambian reproches sobre cuestiones de terrorismo, guerrilla y comercio.
Colombia y Perú son los gobiernos del área más alineados en el apoyo a una acción unilateral de Estados Unidos contra Iraq, lo que relativamente aísla a Bogotá, porque al castigo sin Naciones Unidas se oponen Bolivia, Brasil, Ecuador y Venezuela, países vecinos o socios en la Comunidad Andina, dijo a IPS el experto en política internacional Carlos Romero.
Además, se oponen al unilateralismo estadounidense los dos gobiernos de la región que ocupan en la actualidad lugares rotativos en el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas, Chile y México.
El presidente colombiano Alvaro Uribe recibe apoyo militar sin precedentes de Estados Unidos, por su total respaldo a la campaña mundial antiterrorista lanzada por Washington tras los atentados de septiembre de 2001, y su par venezolano Hugo Chávez es tratado con desdén y visto con recelo por el gobierno estadounidense, desde que criticó en octubre de 2001 su ataque contra Afganistán.
Bogotá lanzó una ofensiva diplomática para que sus vecinos declarasen terroristas a las insurgentes Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FARC) colombianas, pero rehusaron hacerlo Brasilia, Caracas y Quito, alegando que calificar a la guerrilla sería problemático para su eventual actuación como mediadores en el conflicto de Colombia.
No creo que se trate de que Colombia aproveche este momento de guerra contra Iraq, ni de una pura alineación, sino que Uribe entiende que su política de Estado para acabar con el terrorismo le lleva a una alianza estratégica con Washington, dijo a IPS Marta de la Vega, profesora del posgrado de ciencias políticas de la Universidad Simón Bolívar.
Esa es la diferencia entre Uribe, quien busca recomponer al Estado colombiano, y Chávez, quien trata de justificar sus nuevas alianzas estratégicas fuera del hemisferio occidental, contra lo que llama neoliberalismo salvaje, contra el imperialismo y a favor de la antiglobalización, opinó.
Para el politólogo Alberto Garrido, Colombia y Venezuela están en la agenda de la guerra global. En América, el aliado estratégico de Estados Unidos es Colombia. Su plan para la región se llama Plan Colombia, lo dirige el Comando Sur (del ejército estadounidense), y se aprobó contra el narcotráfico pero fue diseñado también contra la guerrilla.
Sobre ese telón de fondo se han producido crecientes acusaciones y reproches recíprocos en las últimas dos semanas entre gobernantes de ambos países, que comparten una frontera de 2.219 kilómetros y son, cada uno respecto del otro, el principal cliente para exportaciones no tradicionales.
El 22 de febrero, el ministro colombiano de Interior, Fernando Londoño, sostuvo que la reticencia de Venezuela a declarar terroristas a las FARC se debía a reuniones entre autoridades venezolanas y comandantes de ese grupo.
Chávez replicó al día siguiente en su programa semanal de radio y televisión, al pedir a Uribe que se dedicase a gobernar, pues bastante problemas tiene, y preguntó a Bogotá: ¿Qué quieren, que rompamos relaciones?. También criticó la presunta injerencia de España y Estados Unidos en asuntos venezolanos.
El 25 de febrero estallaron potentes explosivos frente a sedes diplomáticas de Colombia y España en Caracas.
Por otra parte, alcaldes colombianos afirmaron que el líder de las FARC, Manuel Tirofijo Marulanda, se oculta en Venezuela y Uribe dijo estar dispuesto a perseguir a los guerrilleros donde estén, incluso en los países vecinos.
Ministros y otras autoridades de ambos países participaron en ese ping-pong de acusaciones más o menos veladas, y el canciller venezolano Roy Chaderton llegó a acusar a la ministra colombiana de Defensa, Martha Lucía Ramírez, de manejar las relaciones bilaterales según su estado de ánimo.
Chávez fustigó a los guerrilleros el 2 de marzo, en la siguiente edición de su programa de radio, y varios presuntos combatientes irregulares colombianos fueron muertos o detenidos por militares venezolanos en la frontera en los últimos tres días.
Uribe propuso a su par venezolano una entrevista para zanjar controversias lejos de los micrófonos.
Es tradicional, cuando Colombia quiere una reunión cimera empieza a agitar la relación diplomática bilateral, sostuvo Romero, profesor de Estudios Internacionales en la Universidad Central de Venezuela.
Pero el experto advirtió que esta vez están presentes otras consideraciones. Del lado colombiano, dijo, Uribe tiene conocimiento de que Chávez quiere hurgar en el debate dentro de las Fuerzas Armadas colombianas, algunos de cuyos oficiales 'nacionalistas' se habrían reunido con pares venezolanos.
En la institución castrense colombiana, se han avivado los debates por el aumento de la presencia militar estadounidense (cerca de 400 efectivos) y de su accionar para rescatar a los oficiales de Estados Unidos capturados recientemente por las FARC, alegó Romero.
Del lado venezolano, está la percepción de Colombia como punta de lanza en lo que considera vertiente internacional de una ofensiva para derribar a Chávez, separado del gobierno durante 48 horas por un fugaz golpe de Estado en abril de 2002, añadió.
Venezuela puede usar la crispación bilateral como expediente de distracción de su situación interna, pero ése no es el caso actual de Colombia, sostuvo De la Vega.
Por último, está el tema del comercio bilateral, que en los años 90 fungió como locomotora de la integración andina, pero cayó 30 por ciento en 2002, en relación con 2.300 millones de dólares de intercambio en 2001, y este año puede bajar otro 20 por ciento, según la Cámara de Comercio e Integración bilateral.
Los exportadores colombianos han sido perjudicados por la caída del producto interno bruto de Venezuela, que decreció 8,9 por ciento en 2002 y probablemante disminuya aun más este año, y por la restricción cambiaria impuesta por Chávez en enero, que dejó a importadores venezolanos sin divisas para atender sus compromisos internacionales.
Dos reuniones en Bogotá este martes pueden ayudar a mejorar el clima bilateral.
La primera es la cita de cancilleres de la Comunidad Andina, que pasará revista al estado de la integración subregional.
Luego, cancilleres y ministros de Defensa de los países andinos, más representantes de Brasil, Estados Unidos y Panamá, analizarán una posible estrategia conjunta de seguridad antiterrorista. (