La biotecnología debe estar al alcance de investigadores que trabajan para reducir la pobreza y el hambre en Africa, afirma una institución benéfica de Estados Unidos que acaba de lanzar una iniciativa en la materia.
La Fundación de Tecnología Agrícola Africana (FTAA) de la Fundación Rockefeller servirá como plataforma para que científicos y expertos en desarrollo africanos puedan acceder a nuevo material e información sobre tecnologías de multinacionales privadas, para luego transferirlos a millones de agricultores pobres del continente.
La FTAA transferirá material y conocimiento, ofreciendo a sus socios acceso libre de regalías a avanzadas tecnologías agrícolas patentadas por compañías privadas e instituciones de investigación, anunció el miércoles el presidente de la Fundación Rockefeller, Gordon Conway.
Setenta por ciento de la población de Africa subsahariana vive de la agricultura, y 57 por ciento padece hambre, según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).
Según el Programa Mundial de Alimentos de la Organización de las Naciones Unidas, 38 millones de africanos están en riesgo de morir de inanición.
Mujeres con acceso casi nulo a las nuevas tecnologías agrícolas realizan 80 por ciento de las tareas agrícolas en ese vasto continente, habitado por 840 millones de personas.
La FTAA permitirá a agricultores en pequeña escala explotar las nuevas variedades de cultivos, mientras científicos e instituciones de investigación podrán realizar pruebas de bioseguridad, ayudar a distribuir semillas y a crear mercados locales para la producción excedente.
Asimismo, la fundación realizará acuerdos para obtener acceso a tecnologías patentadas libres de regalías y luego subconcederlas a instituciones africanas para que profundicen la investigación, e incluso emitirá licencias comerciales de producción y distribución.
El lanzamiento de la FTAA será en septiembre, cuando se instale en Nairobi, Kenia. El dinero para el proyecto procederá de la Fundación Rockefeller, la Agencia Estadounidense para el Desarrollo Internacional (USAID) y el gobierno de Gran Bretaña.
Tanto cultivos convencionales como transgénicos podrán ser concedidos por la FTAA en el futuro, pero el énfasis inicial recaerá sobre productos básicos y de primera necesidad, explicó Eugene Terry, director de implementación de la iniciativa.
El ñame, el banano y la mandioca son productos esenciales en Africa, donde se cultivan en el hogar como forma de subsistencia.
Por otra parte, el maní, el algodón y el frijol de soya son cultivos comerciales, destinados tanto al mercado local como al regional y el internacional.
Terry, un biólogo de Sierra Leona, predijo que casi todas las áreas de la agricultura se beneficiarán del programa.
El impacto de la iniciativa se notará en el aumento del rendimiento, en la productividad de cada granja y en el incremento de la calidad nutricional de los productos, así como en las condiciones de vida de los trabajadores agrícolas, dijo.
Los cultivadores de banano, por ejemplo, que ahora deben replantar parte de cada árbol para preparar la cosecha del próximo año (y en el proceso transmiten las enfermedades agrícolas de una a otra generación), podrían usar plantines de banano libres de enfermedades, creados a través del cultivo de tejidos.
Otro ejemplo que podría aplicarse a Africa es el de laboratorios de Bélgica que trabajan junto con la Organización Nacional de Investigación Agrícola de Uganda para insertar genes que aumenten la tolerancia del banano a enfermedades como el gorgojo, que destruye los troncos y raíces de los árboles.
Si se aplica con éxito, el programa podría incrementar en 75 por ciento la producción de banano en Africa, generando alimentos para los agricultores y sus familias e ingresos adicionales por la venta de la producción excedente, destacó la fundación.
La promesa de la biotecnología de poner fin al hambre y promover el crecimiento económico de los países pobres es la principal razón de la FTAA, agregó.
La biotecnología puede, por ejemplo, combatir la desnutrición aumentando el contenido de vitamina A, hierro y zinc en los productos agrícolas más consumidos.
Sin embargo, algunos científicos y organizaciones ambientalistas advierten que los productos transgénicos pueden presentar riesgos para los consumidores y que sus efectos sobre la salud no han sido evaluados de manera adecuada.