El presidente de Venezuela, Hugo Chávez, replicó con dureza las críticas de autoridades de Colombia, España, Estados Unidos y la OEA a la detención del empresario opositor Carlos Fernández, pero parece difícil que rompa relaciones con esos interlocutores internacionales.
¿Qué quieren, que rompamos relaciones? Dedíquense a gobernar su país y resolver sus problemas, que son bastantes, dijo Chávez en su programa semanal de radio Aló Presidente, en respuesta a los cuestionamientos del ministro del Interior de Colombia, Julio Londoño, que se sumaron a declaraciones menos severas del presidente colombiano, Alvaro Uribe.
Uribe se había rehusado a equiparar la oposición política en Venezuela con el terrorismo, una asimilación frecuente en los últimos discursos que Chávez ha dedicado a criticar la devastadora huelga de diciembre y enero.
Fernández, presidente de la central empresarial Fedecámaras y uno de los dirigentes de la huelga para derrocar a Chávez, fue puesto la semana pasada bajo arresto domiciliario por orden judicial, acusado de rebelión civil e instigación a delinquir.
Pero el ministro Londoño fue más lejos y cuestionó abiertamente a Brasil y Venezuela, pues evaden calificar de terrorista a las insurgentes Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
Chávez no va a estar muy dispuesto a hablar en contra de personas a las que ve con frecuencia, dijo Londoño aludiendo a supuestos vínculos entre Caracas y las FARC.
La cancillería colombiana desautorizó las declaraciones de Londoño.
Pero, replicó Chávez, no puede ser que unos ministros de manera ligera e irresponsable acusen a los presidentes de Venezuela y Brasil de un conflicto que empezó cuando la oligarquía colombiana le metió tres tiros a Jorge Eliécer Gaitán, el líder liberal popular asesinado en Bogotá en 1948.
El mandatario venezolano recordó incluso que en ese país hubo una fiesta y algunos ministros celebraron cuando fue depuesto en abril de 2002, y que Bogotá concedió asilo al empresario Pedro Carmona, ex presidente de Fedecámaras colocado por los golpistas a la cabeza del efímero gobierno que lo derrocó.
El secretario general de la OEA (Organización de Estados Americanos), César Gaviria, que conduce la Mesa de Negociación entre el gobierno y la oposición, el portavoz del Departamento de Estado (cancillería) de Estados Unidos, Richard Boucher, y la canciller de España, Ana Palacio, también manifestaron preocupación por la detención de Fernández.
España y Estados Unidos integran el Grupo de Países Amigos del Proceso de Facilitación en Venezuela, junto con Brasil, Chile, México y Portugal.
José María Aznar, por favor, cada quien en su sitio, dijo Chávez dirigiéndose al jefe del gobierno español. Las de Palacio fueron unas declaraciones muy raras, este es un país soberano, aquí se respeta a Venezuela, como nosotros respetamos a España, añadió.
Lo mismo decimos al gobierno de Washington. No sigan cometiendo errores, advirtió Chávez, y recordó a Gaviria que usted fue presidente de un país (Colombia, entre 1990 y 1994), póngase en su sitio, este es un país soberano y no hay privilegios para nadie.
Gaviria había exhortado a que las decisiones judiciales estén rodeadas de independencia, imparcialidad y conforme al estricto cumplimiento de las leyes.
La declaración de Chávez responde en primer lugar a su estilo militar, confrontacional, carente de la cultura democrática y propio de quien siempre huye hacia delante, señaló a IPS el analista y diplomático Asdrúbal Aguiar, vicecanciller durante la presidencia de Luis Herrera (1979-1984).
Chávez utiliza el amedrentamiento como estrategia de inhibición en el adversario, y en este caso desempolva el discurso de la soberanía, más para fortalecer la adhesión de su gente que con la real intención de ir contra otros gobiernos, y menos el de la vecina Colombia, estimó Aguiar.
En cambio, el empresario Juan González, presidente de la Cámara de Comercio Venezolano-Colombiana, que participó en la huelga de diciembre y enero contra Chávez, dijo estar seguro de que viene una ruptura de relaciones.
Uribe tenía toda la intención de bajar el tono y ser prudente con Chávez, pero esa consideración terminó, porque le piden al gobierno venezolano apoyo para resolver el conflicto en Colombia y Chávez no hace nada, dijo González.
El dirigente empresarial dijo temer por el intercambio comercial entre ambas naciones debido a la recesión y al control cambiario que se instrumenta en Venezuela. El comercio bilateral, de 2.300 millones de dólares en 2001, cayó 30 por ciento en 2002 y caerá más este año, indicó.
Venezuela es el primer mercado para las exportaciones colombianas no tradicionales.
Chávez no puede seguir con la virulencia en sus programas de radio y televisión, atacando a medio mundo. Vamos a pedir al Grupo Tripartito y a los Países Amigos que hagan respetar lo suscrito, o retiraremos nuestras firmas, dijo a IPS el político opositor Timoteo Zambrano, uno de los delegados en la Mesa de Negociación.
El Grupo Tripartito – – integrado por el estadounidense Centro Carter, el programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y la OEA – – alienta el diálogo en la Mesa de Negociación bajo la batuta de Gaviria.
El Grupo de Países Amigos, por su parte, prevé una nueva reunión de sus representantes el próximo 10 de marzo en Brasilia.
Gobierno y opositores venezolanos firmaron el 18 de febrero un acuerdo contra la violencia y para promover la paz y la democracia.
Al día siguiente fue arrestado Fernández, una medida que según la oposición viola el espíritu del acuerdo, mientras para el gobierno apenas obedece decisiones judiciales.
Tras el fracaso de la huelga de las principales organizaciones empresariales y sindicales y de los gerentes de la estatal industria petrolera – – destinada a desalojar a Chávez del poder – – , el presidente convocó a sus seguidores a una ofensiva general en todos los frentes.
Según Aguiar, el mandatario no da puntada sin dedal, y por eso pretende generar un deslinde en el exterior que lo observa, tanto a él como a la oposición.
A juicio del analista, Chávez siente que Colombia y España tienen relaciones muy cercanas con Estados Unidos y trata de beneficiarse de la fractura que la inminente guerra con Iraq produce entre partidarios y detractores de la globalización, mostrando con su discurso que ante su gobierno se ha presentado una mesa del campo globalizador, concluyó Aguiar.