Tierramérica dialogó con pacientes que consumen marihuana en la ciudad estadounidense de San Francisco, donde su uso terapéutico está autorizado por leyes locales.
Música liviana y mesas altas a los lados crean un ambiente relajado en el local de Love Shack (cabaña del amor). Los clientes lucen bien, están tranquilos y conversan amenamente. Podría ser un café como cualquiera, si no fuera porque el té, los cigarrillos y los pasteles que se sirven están elaborados con marihuana.
Love Shack es uno de los más de 30 clubes de marihuana medicinal del área de la bahía de San Francisco, en el occidental estado de California.
Cuenta con unos 100 pacientes y ofrece marihuana (Cannabis sativa) en diez presentaciones, con precios que oscilan entre 15 dólares por gramo y 325 dólares por 28 gramos.
Queremos ofrecer un lugar seguro para los pacientes, evitar que vayan a la calle y corran peligros, explicaron a Tierramérica los administradores del club, Damian D. y Chris M., como prefirieron identificarse.
Para acceder a estos clubes y evitar un arresto por posesión de droga, es necesario obtener una tarjeta de identificación del Departamento de Salud Pública, que exige, entre otros requisitos, una historia médica y una prescripción para el consumo de marihuana.
California es uno de ocho estados de Estados Unidos cuyas leyes permiten la aplicación medicinal de la planta. La Ley de Uso Compasivo de California legalizó en 1996 la posesión, uso y cultivo de marihuana con fines medicinales.
Desde entonces, existe una pugna constante entre las jurisdicciones estatal y federal. La Ley Federal de Sustancias Controladas prohíbe el cultivo y el consumo de marihuana.
La Casa Blanca y la agencia antidrogas (DEA, por sus siglas en inglés) sostienen que se trata de una sustancia peligrosa por sus componentes tóxicos y propiedades psicotrópicas, y que no existe evidencia científica contundente sobre su valor medicinal.
Pese al peligro de incurrir en delito federal (con penas que van desde multas hasta prisión perpetua) 30.000 californianos acuden a la marihuana para aliviar dolencias, casi uno por ciento de la población californiana, según la Organización Nacional por la Reforma de la Marihuana Medicinal.
La marihuana, cuyo agente activo es el tetrahidrocannabinol (THC), provee alivio a las náuseas y dolores provocados por tratamientos contra el cáncer y el sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida), y sirve asimismo para tratar glaucomas y calmar dolores de la artritis y la esclerosis múltiple.
De acuerdo a la Alianza de Hombres y Mujeres por la Marihuana Medicinal (WAMM, por sus siglas en inglés), cuyos miembros son mayoritariamente enfermos crónicos que cultivan marihuana para distribuirla sin costo, la hierba alivia náuseas, ataques epilépticos, insomnio, falta de apetito y atrofia muscular, síntomas asociados al sida.
Este paciente puede usar entre cuatro y cinco cigarrillos al día, lo que representa un costo de 400 dólares por mes, dijo Jack, integrante del club de marihuana Helping Hands Center (Centro de manos solidarias), señalando a un enfermo de esclerosis múltiple, que padece temblores continuos.
Según Jack, al controlar los temblores, el paciente logra una sensación de bienestar, alivia la depresión y puede dedicarse a su pasión, la pintura.
Sin embargo, el consumo de marihuana puede provocar efectos secundarios, reconocen sus defensores.
Quien usa marihuana puede sentirse drogado, perder la concentración y experimentar temores, señaló el director de la Clínica de la Esperanza, Ricardo Alvarez, del centro de salud de Mission Neighborhood. La clínica atiende enfermos de sida, mayoritariamente de origen latino.
El paciente necesita un ambiente y estado de tranquilidad. Si sufre de paranoia, por ejemplo, esta sensación puede aumentar, dijo Alvarez a Tierramérica. Sin embargo, el médico está convencido que se debe defender el derecho del paciente a escoger.
La experiencia con marihuana ha sido muy positiva para Marcos Deumetrious, de 47 años y portador de VIH (virus de inmunodeficiencia humana, causante del sida), desde 1994.
Deumetrious tiene dos empleos, hace ejercicio diariamente y se califica como enérgico y de actitud positiva.
El uso de medicinas convencionales no me permitía trabajar, me dormía en el autobús. Un desorden nervioso en una pierna no me dejaba levantar en la mañana. Comencé a utilizar marihuana y recuperé mi energía, relató.
Creo que el efecto depende de la persona, apuntó.
Estos efectos son inmediatos cuando se la fuma y demoran entre media y una hora cuando se la ingiere. Para Deumetrious esta es una ventaja, ya que permite manejar más fácilmente la dosificación.
Pese a la prohibición a que está sujeta la marihuana, la Administración de Medicamentos y Alimentos (FDA, por sus siglas en inglés) aprobó la medicina Marinol, un compuesto sintético del THC para el tratamiento de cáncer y sida.
El precio de un frasco de 60 cápsulas es de 800 a 900 dólares. De acuerdo a la WAMM, un tratamiento anual con Marinol cuesta unos 30 mil dólares.
Uno de los activistas pro marihuana más prominentes de la nación, Ed Rosenthal, fue procesado por un tribunal federal, bajo el cargo de cultivar más de 100 plantas de cannabis.
Durante el proceso, el juez prohibió que el jurado considerara que Rosenthal entregaba las plantas a un centro médico de San Francisco. La pena podría ser de cinco años de prisión.
La polémica continuará. En respuesta a las redadas de la DEA contra clubes de cannabis, los ciudadanos de San Francisco aprobaron la llamada Proposición S, que contó con 63 por ciento de los votos en las elecciones de noviembre del año pasado.
Según esta norma, las propias autoridades locales tendrán facultades para disponer el cultivo y distribución de marihuana con fines médicos. San Francisco podría convertirse así en la primera ciudad estadounidense que suministre hierba a sus enfermos.
* Publicado originalmente el 15 de febrero por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica. (