Suena el teléfono. El periodista iraquí Mohammad Hassan Allawi lo atiende en su despacho, en el cuarto piso de la sede neoyorquina de la ONU. Hola, dice. Nadie contesta. Cinco minutos después, recibe otra llamada. El silencio persiste.
Esto sucede a diario. El teléfono suena todo el día, dijo Allawi, de 38 años y cinco hijos, a los colegas que suelen ir a saludarlo a la oficina de la gubernamental Agencia Nacional de Noticias de Iraq (INA) en el edificio del foro mundial.
En lugar de acudir a las ruedas de prensa o a los pasillos del edificio de la ONU (Organización de las Naciones Unidas) para formular preguntas rudas a los diplomáticos, como muchos otros periodistas, Allawi suele permanecer en su despacho y ver por televisión los acontecimientos del día.
Mohammad, están hablando de tu país. ¿Por qué no vas a preguntar?, le dijo un colega mientras se dirigía a una conferencia de prensa. Sonriente, Allawi contestó: Tú sabes que soy iraquí.
Allawi, que trabaja hace dos años en la sede de la ONU, recibió el 13 de este mes una carta de la misión de Estados Unidos en el foro mundial en que se le ordena abandonar el país antes del día 27. Según Washington, la presencia del periodista era perjudicial para los intereses de seguridad nacional.
Soy un periodista profesional. No tengo nada que ver con los intereses de seguridad de Estados Unidos, se defendió Allawi.
Conmovidos y molestos, los integrantes de la Asociación de Corresponsales en la ONU (UNCA) protestaron ante la expulsión.
Esta acción no tiene precedentes. Ningún periodista acreditado ante la ONU había sido expulsado antes, anotó el presidente de UNCA, Tony Jenkins, en una carta enviada el 18 de febrero al secretario de Estado (canciller) estadounidense Colin Powell.
Ni siquiera fue expulsado ningún periodista acreditado en la ONU en el momento cumbre de la guerra fría, cuando los servicios de inteligencia de varios países, incluido Estados Unidos, reclutaban a periodistas o utilizaban la credencial de prensa como cobertura de sus agentes, dijo Jenkins a Powell.
Allawi es un miembro de nuestra asociación con buena reputación. No podemos aceptar que ningún gobierno miembro (de la ONU) recurra a rumores anónimos e insustanciales para calumniar a uno de nuestros asociados, agregó.
Jenkins pidió a Powell evidencia que respaldara la decisión del gobierno estadounidense.
A pesar de la orden de Washington, las autoridades de la ONU decidieron no retirar a Allawi sus credenciales. Para nosotros, él es un periodista profesional. ¿Por qué tendríamos que hacer eso? No tenemos ninguna evidencia, dijo un funcionario del foro mundial a IPS.
Allawi no es el único periodista atrapado en el fuego cruzado de la diplomacia a medida que arrecian los vientos de guerra desde Estados Unidos hacia Iraq.
Un día después de que Allawi recibiera la carta de la misión de Washington en la ONU, algunos colegas suyos, estadounidenses, afrontaron una situación similar, pero en Bagdad.
El gobierno iraquí ordenó el 14 de este mes la expulsión de todo el equipo del canal estadounidense de noticias por televisión Fox News. Luego de una negociación entre Bagdad y la empresa televisiva, sólo se mantuvo la orden de expulsión contra el corresponsal Greg Palkot. Los tres técnicos obtuvieron permiso para quedarse.
Palkot se encuentra ahora en Jordania, desde donde continúa cubriendo el conflicto para Fox News.
Defensores de la libertad de prensa afirman que esos incidentes pueden inaugurar una tendencia en los conflictos diplomáticos, según la cual los periodistas se convertirían en blancos fáciles.
Estamos profundamente preocupados de que los periodistas se hayan convertido en peones en este escalamiento del conflicto entre Estados Unidos e Iraq, dijo a IPS el director del Comité para la Protección de Periodistas (CPJ), Joel Simon.
Con el aumento de la tensión, es imperativo que la información circule con tanta libertad como sea posible, agregó Simon, cuya organización analiza desde Nueva York la situación de la libertad de prensa en todo el mundo.
El Acuerdo sobre la Sede de las Naciones Unidas, firmado en 1947 y convertido en ley por el Congreso estadounidense, prohíbe a Washington impedir por cualquier medio el tránsito hacia o desde el distrito de la sede de los representantes de la prensa acreditados en la ONU, sostuvo Jenkins.
El acuerdo obliga al secretario de Estado estadounidense a aprobar personalmente cualquier orden de expulsión contra un corresponsal acreditado ante la ONU. Sin embargo, la carta recibida por Allawi no estaba firmada por Powell, según distintas versiones.
La misión de Estados Unidos en la ONU no devolvió ninguna de las llamadas realizadas por la prensa para pedirle comentarios sobre el caso.