El gobierno de Turquía se apresta a participar en la guerra planificada por Estados Unidos contra Iraq, si bien una encuesta divulgada este lunes asegura que 93 por ciento de los turcos entrevistados se oponen al conflicto.
El parlamento turco ya aprobó la participación de sus Fuerzas Armadas en la guerra y puso a disposición de Estados Unidos sus instalaciones militares con ese fin. Mientras, Washington anunció este lunes que protegerá a Turquía de eventuales ataques iraquíes.
El secretario (ministro) de Defensa estadounidense Donald Rumsfeld anunció medidas para defender a Ankara, ante el veto este mismo lunes de Alemania, Bélgica y Francia para que la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) garantizara la seguridad turca frente a un ataque iraquí.
Berlín, Bruselas y París advirtieron que la aprobación de disposiciones especiales para proteger la integridad de Turquía pondría en peligro las gestiones diplomáticas para impedir una guerra.
El nuevo gobierno del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), en el poder hace tres meses, se encuentra en medio de delicadas negociaciones, dado que tiene raíces islámicas y es más cercano al resto del mundo musulmán que cualquiera de sus antecesores.
Sin embargo, el AKP advirtió antes de las elecciones del año pasado que se mantendría en la OTAN y aceleró los pasos para obtener la integración en la Unión Europea (UE), un matiz significativo respecto de sus antecedentes islámicos.
Mientras, quienes asisten al mercado de pesca de Fethiye, un puerto sobre el mar Mediterráneo más cerca de la frontera con Iraq que la cosmopolita Estambul, se muestran molestos tanto hacia el presidente estadounidense George W. Bush como hacia el iraquí Saddam Hussein.
Los pobladores de Fethiye parecen, de todos modos, resignados a una guerra que no desean, una guerra a la que consideran provocada por Saddam Hussein y emprendida por Bush. Pero más que en Estados Unidos o en Iraq, piensan en las consecuencias que el conflicto tendrá en su propio país.
Ya pasamos por esto en la guerra del Golfo de 1991. ¿Por qué tenemos que repetirlo?, preguntó el pescador Alí Ceylán. Turquía perdió entonces miles de millones de dólares, y ahora su población teme sufrir pérdidas similares por una guerra no deseada.
Fethiye vive gracias al turismo, pero los vientos de guerra ahuyentan a los visitantes. El poblado está demasiado quieto debajo del sol del invierno y de sus montes nevados. Pero detrás de esta aparente calma, todos hablan de la guerra como de un sino inevitable.
Las autoridades de la federación de fútbol de Turquía advirtieron que los programas podrían reformularse, así como suspenderse los partidos cerca de la frontera con Iraq.
Pero muchos también están preocupados por el potencial bélico del régimen de Saddam Hussein.
El armamentismo iraquí es preocupante, en especial para Turquía. Saddam Hussein ya tiene la capacidad de dañar a nuestro país, que tiene soldados valientes pero sin medios de resistir a los arsenales químicos y nucleares, dijo el columnista y periodista televisivo Mehmet Alí Birant.
La posición de Birant coincide con la del gobierno. Pero una firma encuestadora sostuvo que 93 por ciento de los entrevistados se opone a la guerra, y son frecuentes las manifestaciones públicas que concentran en la figura de Bush su oposición al conflicto.
Sectores que suelen mostrar posiciones divergentes, como asociaciones empresariales y sindicatos, así como organizaciones de derechos humanos y no gubernamentales, rechazan la conflagración. Las autoridades impidieron el ingreso al país de activistas europeos que pretendían participar en manifestaciones.
A diario la prensa publica peticiones antibélicas firmadas por escritores, académicos y artistas. Un empresario de la meridional ciudad de Mersin, incluso, alquiló un avión para exhibir desde el aire un cartel contra la guerra.
Los noticieros de televisión presentan todos los días la despedida a miles de soldados que se dirigen en tren a la frontera sudoriental con Iraq, así como la carga de equipamiento bélico en la misma dirección.
El parlamento turco ya aprobó la participación del país en el planificado ataque contra Iraq encabezado por Estados Unidos, pero legisladores manifiestan confianza en que no habrá guerra. Aún no se votó el despliegue de las tropas turcas.
Asimismo, el parlamento aprobó la utilización de las bases aéreas, navales y terrestres para la acción, si bien aplazó la admisión de 40.000 soldados estadounidenses en territorio turco.
El primer ministro Abdulá Gul dijo luego de la votación en el parlamento que Turquía continuará bregando por una solución pacífica al conflicto, pero que debería, de todos modos, participar en un ataque contra Iraq para proteger sus intereses en la posguerra.
Turquía aspira a impedir el surgimiento de una patria kurda en el fronterizo y poco poblado norte de Iraq. Eso podría dar origen, según Ankara, a reclamos similares por parte de los 12 millones de kurdos concentrados en el sudeste de su territorio.
El conflicto entre Turquía y los insurgentes kurdos cobró 30.000 vidas en 15 años.
Soldados turcos han operado dentro del territorio iraquí en los últimos meses a la caza de guerrilleros kurdos. Ankara pretende que sus Fuerzas Armadas participen junto con las estadounidenses en las batallas en el norte de Iraq, lo que le daría posibilidades de contener cualquier levantamiento kurdo.
Por su lado, los kurdos iraquíes reclaman a Estados Unidos que asigne un papel limitado a los turcos en el conflicto, y advirtieron que, de lo contrario, retacearán su apoyo a la lucha contra Saddam Hussein. (