Los planes de Rusia de intensificar la cooperación nuclear no militar con Irán pese al pedido de Estados Unidos de poner fin a esas relaciones tensó los vínculos entre Moscú y Washington.
Asimismo, los planes ponen en evidencia la determinación del presidente ruso Vladimir Putin de otorgar prioridad a los intereses nacionales aun a costa de la ira del presidente estadounidense George W. Bush.
Bush incluyó hace un año a Irán en un eje del mal junto a Iraq y Corea del Norte, a los que acusó de fabricar armas de destrucción masiva e identificó como posibles blancos de su guerra contra el terrorismo.
Por eso, Washington se irritó por la visita a Teherán del ministro de Energía ruso, Alexander Rumyantsev, quien se reunió con el director de la Organización Iraní de Energía Atómica, Gholam Reza Agazadeh.
A su regreso de la visita de cuatro días, Rumyantsev anunció el pasado viernes en Moscú que el reactor nuclear iraní del puerto de Bushehr, de 1.000 megavatios, comenzaría a funcionar en diciembre de 2003.
Rumyantsev, cuyo ministerio está interesado en construir al menos seis reactores nucleares más en Irán, negó las acusaciones de Washington de que Irán intenta crear armas nucleares en forma clandestina.
Irán firmó todos los acuerdos internacionales correspondientes y asumió plena responsabilidad de transparencia y control en materia de energía nuclear, y hasta ahora los ha cumplido sin falta, aseguró el ministro.
La visita de Rumyantsev a Teherán se produjo dos semanas después de que funcionarios de Washington acusaran a Irán de utilizar sus instalaciones nucleares de las localidades centrales de Arak y Natanz para fabricar armas nucleares de modo clandestino, con la supuesta ayuda de Rusia.
Irán negó las acusaciones de manera tajante y las atribuyó a propaganda estadounidense, además de invitar a inspectores de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) a visitar los sitios en cuestión.
Por su parte, la Agencia Internacional de Energía Atómica, un organismo de la ONU con sede en Viena, anunció que inspeccionará ambas instalaciones en febrero.
Rumyanstev también descartó cualquier posibilidad del uso de las instalaciones de Arak y Natanz para propósitos militares.
Irán usa su energía nuclear exclusivamente para fines pacíficos. No tiene programas para crear armas nucleares ni desarrollar tecnologías nucleares sensibles, aseguró el ministro en Moscú.
Para disipar los temores de Estados Unidos, Irán y Rusia acordaron la transferencia a Moscú del combustible nuclear del reactor de Bushehr, aunque el texto del acuerdo todavía está a estudio de la cancillería rusa.
El reactor de Bushehr, construido en las costas del Golfo a un costo de 800 millones de dólares, ha sido causa de disputas entre Rusia y Estados Unidos desde comienzos de la década de 1990, cuando Moscú acordó terminar su construcción.
La empresa alemana Siemens había comenzado la construcción del reactor en los años 70, pero la suspendió luego de la Revolución Islámica de 1979.
El gobierno iraní se propuso resucitar el proyecto Bushehr a comienzos de los años 90, debido a la destrucción masiva de la infraestructura nacional como resultado de la guerra Irán-Iraq (1980-1988) y a la escasez de energía eléctrica requerida por una población en rápido crecimiento.
En ausencia de un contratista occidental interesado en terminar el reactor, Irán recurrió a Rusia, que atravesaba graves problemas económicos y se interesó en el lucrativo proyecto.
Además, la visión común sobre diversos asuntos regionales e internacionales y los buenos vínculos bilaterales convertían a Moscú en un contratista deseable para los iraníes.
Bushehr es sólo el primer gran proyecto en Irán para Rusia, que reiteró su interés en ampliar sus vínculos nucleares no militares con ese país y aprovechar así el creciente y lucrativo mercado energético iraní.
Irán planea generar 6.000 megavatios de energía nuclear en los próximos 10 años.
(*) Hooman Peimani es consultor independiente de organizaciones internacionales con sede en Ginebra y experto en relaciones internacionales. (