Los presidentes Vladimir Putin, de Rusia, y Pervez Musharraf, de Pakistán, se reunirán el martes en Moscú en procura de una alianza que fortalezca a Islamabad ante su rival India y también el proyecto ruso de aumentar su influencia política y económica en Asia.
La última vez que un jefe de Estado pakistaní estuvo en Moscú fue cuando el general Zia ul Haq (1977-1988) asistió a los funerales de los secretarios generales del Partido Comunista soviético Leonid Brezhnev (1964-1982), Yuri Andropov (1982-1984) y Konstantin Cherchenko (1984-1985).
Entonces, el mapa geopolítico en Asia era distinto. La Unión Soviética desapareció en 1991 y en su lugar hay ahora 16 estados independientes, entre ellos seis musulmanes cercanos a la zona norte de Pakistán. Pero las relaciones entre Islamabad y Moscú nunca fueron renovadas y los temores y preocupaciones de ambas partes persisten en muchos aspectos.
Por ejemplo, Rusia es el mayor proveedor de armas de India, el enemigo histórico de Pakistán. Por su parte, Moscú acusa a Islamabad de haber apoyado la lucha separatista de los musulmanes en la república rusa de Chechenia, cuando el movimiento radical islámico Talibán gobernaba Afganistán.
En 1971, Islamabad consideró que la alianza entre Rusia e India era un instrumento para intervenir en Pakistán.
Por su parte, Moscú consideró que Pakistán, con apoyo de Estados Unidos, tuvo un papel clave en la ayuda a la resistencia afgana contra el invasor ejército rojo.
Los dos países siguen viéndose como adversarios en algunos asuntos, a pesar del fin de la guerra fría, y por eso, la entrevista que Musharraf y Putin mantendrán la próxima semana adquiere un significado especial y revela importantes cambios.
En primer lugar, la política exterior pakistaní está siendo reorientada hacia una mayor atención a Asia central.
La visita el mes pasado a Islamabad del presidente iraní Mohammad Jatami y el acuerdo para la construcción de un gasoducto entre Irán, Pakistán y la república ex soviética de Turkmenistán son pasos hacia una diplomacia que prioriza a la región.
Por otra parte, Rusia quiere tener una mayor peso económico y político en Asia para desplazar a Estados Unidos, que avanza en la región en especial gracias a la campaña internacional contra el terrorismo y al cambio de régimen en Afganistán.
Moscú procura entonces fortalecer sus relaciones con Afganistán, China e Irán, y la invitación a Musharraf es parte de esta estrategia, pues desea retener y expandir su influencia en un ambiente regional estable y sin roces.
Además, Pakistán pretende que Rusia equilibre sus relaciones con Asia meridional y no incline la balanza en favor de India. Moscú, por su parte, ahora quiere convertirse en un honesto mediador entre Nueva Delhi e Islamabad.
Las últimas acciones de Moscú son significativas en este contexto.
Por ejemplo, cuando India acusó a Pakistán de estar vinculado a un atentado en junio de 2002 contra el parlamento en Nueva Delhi, Putin invitó al primer ministro indio Atal Bihari Vajpayee y a Musharraf a dialogar en Moscú para aliviar la tensión.
La reunión no se concretó ante el rechazo de India, pero Putin apareció como un nuevo mediador entre ambas naciones rivales.
Rusia consideró las elecciones pakistaníes de octubre como una reafirmación del compromiso del presidente Musharraf con la democracia, y también anunció su respaldo a la construcción del gasoducto entre Afganistán, Pakistán y Turkmenistán, a pesar del desagrado de India.
El malestar de India llegó a tal punto que canceló una visita oficial que el viceprimer ministro Lal Krishna Advani se proponía realizar en octubre a Rusia.
Putin siguió intentando equilibrar la balanza en su visión de Asia meridional cuando destacó la seguridad del arsenal nuclear pakistaní en una conferencia de prensa con su par estadounidense George W. Bush en la noroccidental ciudad rusa de San Petesburgo el 17 de noviembre.
El presidente ruso hizo declaraciones similares sobre el arsenal indio en su visita a Nueva Delhi en diciembre.
Con la próxima cumbre en Moscú, Pakistán busca restaurar las relaciones con Rusia y hacerlas más cordiales, aprovechando que no hay ningún conflicto fundamental de intereses entre los dos países luego del derrocamiento del Talibán en Afganistán.
Pakistán también considera vital que dos de sus más cercanos aliados, China e Irán, hayan dejado atrás sus conflictos con la Rusia de la guerra fría y se convirtieran en amigos del gobierno de Putin.
Rusia además busca formar un bloque para impedir una ofensiva militar de Washington contra Iraq, que amenazaría sus intereses de energía.
Otro aspecto que añade importancia a la reunión del martes y es clave para la cooperación política en el futuro entre ambos países es que Pakistán es miembro desde diciembre del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y estará en el puesto por dos años.
Los dos países tienen una postura muy similar ante los planes de Estados Unidos de invadir Iraq, y quieren dar más tiempo a los inspectores de desarme de la ONU para que realicen su trabajo.
Quizás, el asunto más difícil de tratar en la cumbre será el de Chechenia, cuya independencia apoyan muchos grupos musulmanes pakistaníes.
Pero el gobierno de Musharraf aclaró que respalda la integridad territorial de Rusia y considera que Chechenia forma parte de la Federación Rusa. (END/IPS/AP/IP/EU/MH/JS/03) = 01311525 MVD008 = 01311656 ORP009 NNNN