El presidente de México, Vicente Fox, anunciará este lunes a más tardar sus primeros cambios de ministros en más de dos años de gobierno, tras recibir la renuncia del canciller Jorge Castañeda, quien aspira a sucederlo.
El mandatario dijo en la noche del miércoles que ha pedido con insistencia a Castañeda que permanezca en su cargo, y que aún no ha decidido quién podría sustituirlo en la Secretaría (ministerio) de Relaciones Exteriores.
Sin embargo, en círculos políticos y medios de comunicación se considera seguro que el actual ministro de Economía, Luis Ernesto Derbez, pase a ser responsable de la política exterior del país.
Eso será una señal sobre una nueva etapa en la cual el enfoque economicista va a dominar la diplomacia, dijo a IPS el analista político Raimundo Riva Palacio.
El cambio obedece a la necesidad de que México logre un mejoramiento y ajuste necesarios de sus relaciones internacionales, en un mundo notablemente transformado en los últimos 16 meses, desde los atentados de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington, señaló.
Lamentablemente para México, Derbez será un canciller tan gris, que acaso haya que suplicarle luego a Castañeda que regrese, ya que el actual ministro de Economía, egresado de la universidad estatal estadounidense de Ohio, no tiene idea remota de cómo se maneja la política exterior, afirmó Riva Palacio.
El presidente mueve una pieza de primer nivel para colocar otra muy alejada de las ligas mayores, y con todo lo criticable del estilo de Castañeda, éste tenía una idea clara sobre la diplomacia que pretendía, la cual supo imponer al presidente, sobre quien ejerció enorme influencia, añadió.
El principal proyecto de Castañeda fue intensificar la integración con Estados Unidos y revisar la llamada Doctrina Estrada.
Dicha doctrina, establecida en los años 30 por el canciller Eduardo Estrada, prioriza el principio de no intervención en asuntos internos de otros Estados, y ha sido la piedra angular de la política exterior del país.
Estados Unidos y México comparten una frontera de más de 3.000 kilómetros, a través de la cual se produce un intenso flujo hacia territorio estadounidense de migrantes mexicanos, en su mayoría indocumentados.
Fox propuso a Washington una regulación por etapas de la situación de millones de mexicanos que residen de modo irregular en Estados Unidos, a quienes se otorgarían derechos diferentes de acuerdo con el tiempo de residencia en ese país que puedan probar.
Ambas naciones firmaron en 1991 el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, junto con Canadá, y desde entonces el intercambio comercial mexicano-estadounidense creció hasta ser 200.000 millones de dólares anuales, casi un tercio del producto interno bruto de México.
Castañeda sostuvo que defender la democracia y los derechos humanos ubicaría al país en una posición de liderazgo en América Latina.
Pero su implementación de esa estrategia le valió acusaciones de abandonar los fundamentos de la diplomacia nacional, por ejemplo al criticar la situación política y humanitaria en Cuba.
Puede reprocharse el apoyo irrestricto de Castañeda a Estados Unidos, pero ya subordinado México a ese país, el canciller apostó para ver qué podía sacar como beneficio, armado de un ambicioso plan sobre la cuestión migratoria, sostuvo Riva Palacio.
Los atentados de septiembre de 2001 modificaron el interés del presidente estadounidense George W. Bush en cultivar una relación especial con su homólogo mexicano, señaló.
La búsqueda de un acuerdo migratorio binacional pasó a segundo plano en la agenda de Bush, y eso determinó que Castañeda perdiera toda posibilidad de ganar espacios en el quehacer político, explicó el experto.
El canciller se aburrió. Esa fue la principal motivación de que presentara la renuncia, frustrado además por haber buscado, sin éxito, que Fox le diera las secretarías de Gobernación (Interior), de Educación o de Economía, aseguró.
La crítica en voz baja de Castañeda a lo que califica de desastre en la política interna de Fox, de la cual dice que no desea ser partícipe, es otra de las razones de que deje su cargo, y eso pone en evidencia las profundas fisuras que subyacen en el círculo cercano al presidente, señaló Riva Palacio.
Es prematuro hablar del fin de la carrera política de Castañeda, hijo de un destacado canciller del mismo nombre, advirtió.
El renunciante no ha ocultado su aspiración de ser presidente, y deja organizado un equipo de unos 100 representantes en otras tantas comunidades hispanas de Estados Unidos, que operarán desde consulados mexicanos para preparar su eventual postulación, según el analista.
Esa red de representantes ya se denomina Amigos de Jorge, en forma similar al grupo Amigos de Vicente Fox que impulsó la candidatura del actual presidente, aunque su función oficial es ser portavoces de mexicanos que viven en Estados Unidos.
Castañeda apoyó el año pasado una declaración que exigió mayor respeto a los derechos humanos en Cuba, aprobada por la Comisión de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas, y se le identifica como responsable de la etapa de mayor rispidez en las relaciones con La Habana.
México y Cuba mantuvieron relaciones privilegiadas desde que el presidente cubano Fidel Castro tomó el poder en 1959, pero pasaron del enfriamiento al franco enfrentamiento durante la gestión de Castañeda, cuyo alejamiento de tesis marxistas que defendió en el pasado le valió acusaciones de renegado por parte de Castro.
Fox asegura que las discrepancias con Cuba han sido debidamente aclaradas, pero Riva Palacio comentó que en La Habana deben estar celebrando, debido a que para la isla nada puede ser peor que Castañeda.
Por otra parte, el presidente deberá reemplazar este mes al ministro de Salud, Julio Frenk, a quien se considera ya como el próximo director general de la Organización Mundial de la Salud. (
