El hundimiento de un buque frente a las costas de España y la captura de otro siguiendo indicaciones de Washington perjudicaron la imagen del gobernante Partido Popular (PP), que corre riesgo de perder elecciones por primera vez desde su triunfo en 1996.
En mayo se llevarán a cabo comicios municipales en todo el país, y los resultados serán de vital importancia como antecedente de las próximas elecciones generales, que deben ser convocadas a más tardar en 2004. La posibilidad de anticiparlas depende del PP, que tiene mayoría absoluta en el parlamento.
Según la consultora privada Sigma Dos, la intención de voto por el PP superó sólo en 2,9 por ciento a la expresada por el opositor Partido Socialista Obrero Español (PSOE), entre los consultados en un sondeo realizado el 11 de diciembre, y divulgado el 16.
En enero, la ventaja del PP sobre el PSOE entre los entrevistados por la misma empresa era de 10 por ciento.
Según Sigma Dos, 37,4 por ciento de los consultados hace un mes tenían una imagen buena o muy buena del gobierno, y en la encuesta del 11 quienes emitieron esos juicios sumaron 31,9 por ciento.
Los resultados fueron aun más desfavorables al pronunciarse los encuestados sobre la reacción del gobierno ante el hundimiento del petrolero Prestige, que comenzó el 13 de noviembre y causó una catástrofe ecológica en las aguas y costas españolas.
La magnitud del daño aún no ha sido determinada, aunque se reconoce que es cuantiosa. De los consultados sobre ese episodio, 82,5 por ciento opinaron que el gobierno procedió lentamente, 75,2 por ciento que lo hizo a remolque de la situación, y 64,1 por ciento que actuó de manera ineficaz.
En otra encuesta realizada por el Instituto Opina, próximo al diario El País, se registró deterioro de la imagen de todos los ministros involucrados directa o indirectamente en el caso del Prestige, debido a sus acciones u omisiones en ese asunto.
Fuentes cercanas a ese instituto opinaron que las respuestas habrían sido aun más negativas para el gobierno si el sondeo se hubiera realizado luego de la divulgación de las circunstancias que rodearon la captura en el océano Indico del navío So-San, de bandera camboyana.
El 9 de diciembre, una fragata y un buque de guerra españoles apresaron al So-San, cerca del golfo de Adén, a partir de indicaciones de servicios de inteligencia de Estados Unidos y por considerarlo un barco pirata.
Tras el bombardeo y abordaje de ese buque, los marinos españoles comprobaron que transportaba 15 cuerpos completos de misiles Scud de mediano alcance, con otras tantas cabezas convencionales de alto poder, y 23 contenedores llenos de ácido nítrico.
Esa carga, de origen norcoreano, no estaba indicada en la documentación respectiva, en la cual sólo constaba que el So-San transportaba cemento.
España entregó el barco a la marina de guerra estadounidense, y las primeras explicaciones oficiales de Washington y Madrid sostuvieron que los misiles estaban destinados a la red islámica Al Qaeda, acusada por el gobierno de Estados Unidos de los atentados del 11 de septiembre de 2001 en ese país.
Pero tras esas declaraciones, y en forma sorpresiva, Washington entregó el So-San con toda su carga a Yemen, explicando que en realidad efectuaba un transporte legítimo de armas compradas por el gobierno yemenita al norcoreano.
Fuentes militares españolas no oficiales hallaron curioso que Yemen necesitara esas armas. Otras fuentes atribuyeron el episodio a la falta de coordinación entre dos equipos de espionaje estadounidenses, según información de la publicación española DiarioDirecto, en la red mundial de computadoras Internet.
Uno de esos equipos estaría detrás de una operación para llevar los Scud a zonas desérticas de Iraq, fingir luego descubrirlos, y acusar al régimen iraquí encabezado por Saddam Hussein de violar el compromiso de desarme contraído con la Organización de las Naciones Unidas, afirmó ese diario.
El otro equipo de espionaje, ajeno a la acción del primero, habría detectado el transporte de misiles por parte del So-San e iniciado el proceso que llevó a su captura por los barcos españoles, sostuvo.
Ante los resultados de esa desinteligencia, Washington habría decidido que el carguero se dirigiera a Yemen y entregara allí su carga, para evitar que se revelara el operativo contra Bagdad, según las fuentes de DiarioDirecto.
La reacción de malestar de Madrid fue inmediata, pero no muy explícita, porque el presidente del gobierno, José María Aznar, apuesta con firmeza a mantener una alianza incondicional con su par estadounidense, George W. Bush, de acuerdo con la versión de los hechos divulgada por la publicación electrónica.
No obstante, a las pocas horas de conocer la decisión de liberar al So-San, un portavoz oficial del Ministerio de Defensa español dijo que el gobierno de Estados Unidos deberá explicar ante su opinión pública su cambio de posición con respecto a esta operación.
La respuesta estadounidense la dio el portavoz de la Casa Blanca, Ari Fleischer, quien afirmó: No teníamos otra opción que obedecer la ley internacional.
De esta manera, lo que se presentó en un primer momento como una brillante operación militar española para impedir el tráfico ilegal de armas de destrucción masiva quedó reducido a una probable manipulación dirigida desde Washington, con Madrid en el papel de recibir y cumplir órdenes poco claras.
Los dos episodios relacionados con el mar fueron muy negativos para la imagen de las autoridades, pese a sus éxitos anteriores este año.
España logró mantener un crecimiento económico por encima de la media europea, aplicar duros golpes al grupo ilegal ETA y organizar una cumbre de la Unión Europea y otra de Europa, América Latina y el Caribe, ambas con amplia aprobación.
Las perspectivas del desastre del Prestige son malas para las autoridades, ya que el casco de ese buque está hundido a 3.600 metros bajo el nivel del mar y aún pierde fuel por 14 grietas.
El petrolero transportaba unas 77.000 toneladas de combustible, y en su interior quedan todavía unas 50.000.
El derrame amenaza las costas de Portugal y Francia, ya provocó una catástrofe ecológica en el litoral del norte de España y afectará durante años a dos industrias claves en esa zona: la pesca y el turismo. (