MEDIO ORIENTE: Grupos islámicos de caridad bajo la lupa

Organizaciones caritativas islámicas aseguran haber tomado medidas para continuar brindando ayuda a los musulmanes necesitados en todo el mundo, y evitar que sus fondos sean utilizados por terroristas.

Esas entidades entraron en crisis tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 contra Estados Unidos atribuidos a radicales islámicos, pues investigadores de Occidente acusaron a varias de ellas de desviar fondos a grupos responsabilizados de cometer ataques terroristas.

La mayoría de las organizaciones caritativas islámicas, en especial las radicadas en Occidente, sufrieron este año requisas policiales, ataques en la prensa e investigaciones administrativas. Estas circunstancias redujeron su recaudación.

La crisis se agravó en noviembre, cuando la prensa estadounidense informó que la princesa Haifa al-Faisal, esposa del embajador de Arabia Saudita en Estados Unidos, realizó donaciones durante cuatro años a dos familias sauditas establecidas en el sudoccidental estado de California.

Una de esas familias ayudó a encontrar alojamiento a dos de los secuestradores aéreos que perpetraron los atentados de 2001. Pero no existen pruebas de que la princesa Haifa o las familias que recibieron el dinero supieran que los dos hombres integraban Al Qaeda, la red islámica acusada de cometer esas operaciones.

Pero, a pesar de las crecientes restricciones, las organizaciones caritativas islámicas continuaron trabajando después de los atentados del 11 de septiembre.

Una proporción importante de los fondos obtenidos por estas instituciones islámicas proceden de empresarios. La caridad (zakat) es uno de los cinco pilares de la fe musulmana, junto con el testimonio de fe, la oración, el ayuno en el mes de Ramadán y el peregrinaje a La Meca.

Las organizaciones de caridad canalizan las donaciones que reciben a obras en beneficio de refugiados, desplazados y a musulmanes que lo necesiten alrededor del mundo, en especial los de Palestina.

Los países del Consejo de Cooperación del Golfo (Arabia Saudita, Bahrein, Emiratos Arabes Unidos, Kuwait, Omán y Qatar) se comprometieron en 2001, a instancias de Estados Unidos y de la Organización de las Naciones Unidas, a congelar los bienes de grupos o personas sospechosas de cooperar con actos terroristas.

Pero también advirtieron que no podrían mantener un control total sobre la actividad de todas las organizaciones caritativas.

Grupos de presión de Estados Unidos sometieron a ”chantaje a las instituciones financieras y de caridad musulmanas luego del 11 de septiembre”, sostuvo el activista Abdulá Mubarak Al Dokhnan, director de Sharjah Charity International, organización de beneficiencia de Emiratos.

Esa actitud ”irresponsable” perjudicó a entidades que realizan una labor humanitaria legítima, lamentó Al Dokhnan.

El independiente Consejo para las Relaciones Exteriores de Estados Unidos aseguró que, según sus fuentes del gobierno de George W. Bush, ”individuos y organizaciones de caridad de Arabia Saudita fueron durante años la principal fuente de fondos para Al Qaeda”.

Activistas sauditas atribuyeron las sospechas al hecho de que durante dos décadas las organizaciones caritativas del reino realizaron operaciones humanitarias en Afganistán. En Arabia Saudita operan 230 entidades sin fines de lucro que recaudan más de 267 millones de dólares al año.

El gobierno saudita advirtió que Washington no aportó prueba alguna sobre supuestas malas prácticas financieras de sus ciudadanos.

De todos modos, Riyad informó el 3 de este mes, luego de los informes sobre las donaciones de la esposa del embajador en Estados Unidos, que todas las organizaciones de caridad serían sometidas a auditoría para impedir que sus fondos cayeran en manos de grupos terroristas.

Al mismo tiempo, el gobierno saudita ordenó a todas las organizaciones con actividad en el extranjero que coordinaran sus operaciones con el Ministerio de Relaciones Exteriores.

Riyad investigó por su propia iniciativa cuentas bancarias sospechosas, de las cuales congeló 33 pertenecientes a tres personas y a una institución, por un total de 5,5 millones de dólares.

Los gobiernos saudita y estadounidense determinaron que la Fundación Islámica Al Haramain se dedicaba solo a la caridad, pero también descubrieron que las ramas de la organización en Somalia y en Bosnia-Herzegovina estaban infiltradas por terroristas. Las dos filiales fueron cerradas.

Mientras, diputados liberales de Kuwait exigen al gobierno la clausura de las organizaciones caritativas que operan sin licencia, y aseguran que al menos 100 de estas entidades canalizan dinero a grupos terroristas.

”En nuestro país, algunas personas politizan el Islam y otros abusan del dinero de los musulmanes”, dijo en el parlamento el legislador liberal Ahman al Rabei.

Organizaciones islámicas de caridad negaron las acusaciones y aseguraron cooperar con el gobierno kuwaití estableciendo controles adicionales. Legisladores islámicos afirmaron que no existían evidencias que dieran base a las afirmaciones de los liberales.

De todos modos, el gobierno kuwaití creó el Consejo Supremo de Trabajo Caritativo, a cargo de ”organizar” las entidades. Además, cerró varias que funcionaban sin permiso y les prohibió operar en mezquitas, cooperativas y supermercados.

Los controles gubernamentales de Estados Unidos y de Emiratos no obstaculizaron la labor de la organización islámica Human Appeal International, que asiste a huérfanos, dijo su coordinador de prensa, Ashraf Nada.

”Nuestras actividades son humanitarias y están abiertas a todos desde siempre”, dijo el activista. (FIN/IPS/tra-eng/nj/js/mj/ip dv/02

Archivado en:

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe