CUBA: En busca del camino propio

Muchos en Cuba desean una opción de desarrollo social propia, alejada de los modelos imperantes en el resto de América Latina pero también del llamado socialismo real, que fue en el pasado un punto de referencia para la isla.

”Lo menos difícil en una dinámica de cambio es romper con todo. Pero eso sería un facilismo”, sostuvo el sociólogo cubano Aurelio Alonso en una entrevista publicada por Enfoques, boletín editado por la corresponsalía de IPS en La Habana.

Podría hablarse de ”un camino cubano”, cuya característica en común con los actuales regímenes socialistas de Corea del Norte, China y Vietnam sería ”haber resistido (la crisis internacional del comunismo) sin generar una transición al capitalismo”, comentó.

Esos proyectos ”no son, por lo tanto, modelos de ruptura. Sus dinámicas de reforma contienen una carga de preservación esencial”, señaló Alonso, especialista del gubernamental Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas (CIPS).

Las apuestas por la caída del sistema socialista en Cuba, siempre vinculadas con un alejamiento del poder del presidente Fidel Castro, proliferaron hace una década, tras la simbólica caída del Muro de Berlín y la desintegración de la Unión Soviética.

”De este año sí que no pasa”, se oía decir sobre Castro en los más diversos círculos, dentro y fuera de la isla. Los años pasaron pero el presidente quedó.

Mientras tanto, la población de más de 11,2 millones de habitantes vivió una crisis económica sin precedentes y observó cómo crecían las diferencias sociales en detrimento de ”la igualdad de todos los cubanos”, proclamada durante décadas.

Pero no se produjo el colapso que muchos en el mundo creían inevitable, debido a la desaparición de los socios del antiguo bloque socialista y al endurecimiento de las sanciones económicas de Estados Unidos contra el país.

Aquellos pronósticos fueron sustituidos por el de una ”salida biológica”, tesis de quienes alegan que la isla sólo espera la muerte de Castro para dar ”el gran salto”, del actual régimen socialista hacia un capitalismo similar al imperante en países vecinos.

De todos modos, las expectativas de cambio son acompañadas por un importante número de contradicciones, vinculadas con características propias de la realidad cubana y que, según observadores, son muy difíciles de entender desde afuera.

En encuestas realizadas por consultoras independientes, la mayoría de los entrevistados han opinado que ”esto tiene que cambiar”, pero también han sido mayoría quienes expresaron su deseo de que no se pierdan virtudes del actual régimen en el terreno social.

Quienes ”desean cambios muy radicales en el sistema sociopolítico y económico vigente en Cuba, no postulan necesariamente la instauración de una economía de mercado ultraliberal”, arguyó el sacerdote católico Carlos Manuel de Céspedes.

”Así como una minoría exigua apoya el inmovilismo, una minoría, también exigua, apoyaría un tipo de régimen que estuviese en las antípodas del actual”, afirmó.

Cualquier análisis debe tener en cuenta que la isla ”no es un país típicamente latinoamericano”, ni ”típicamente caribeño”, opinó el sacerdote en un artículo publicado este mes por la revista católica Palabra Nueva.

Por otra parte, el socialismo cubano no coincide exactamente con el que existió en Europa o el que rige en Corea del Norte, China y Vietnam, destacó Céspedes.

Castro ”puede ser catalogado como un presidente de mano dura”, pero no debe ser ”homologado, de manera festinada (apresurada) con conocidos dictadores militares latinoamericanos”, ni con los ex gobernantes comunistas de Europa oriental, aseguró.

El liderazgo de Castro ”emergió de una genuina revolución popular”, y si ”él es quien es todavía en Cuba”, eso se debe en buena medida a ”la voluntad de la mayoría del pueblo”, e incluso de ”muchos de los que desean cambios sustanciales”, añadió.

Líderes de la oposición al gobierno como Elizardo Sánchez han sostenido que cualquier proceso de cambios en Cuba sería preferible con el liderazgo del actual mandatario.

Sectores de la llamada disidencia moderada, que actúan desde la ilegalidad, expresaron en más de una ocasión estar dispuestos a contribuir a una ”transición pactada hacia la democracia”, con la participación del actual gobierno.

Pero es evidente que tal alianza no se producirá mientras el gobierno de Castro mantenga su tesis de que los grupos opositores sólo existen en la isla por el apoyo moral y financiero que reciben del gobierno estadounidense.

Si Cuba desea ”rehacer o reencontrar el modelo socialista, es imprescindible definir nuevos espacios de iniciativa económica, social y política, privada y colectiva, y aprovecharlos al máximo”, sostuvo Alonso.

El socialismo de Europa Oriental ”no explotó porque lo asfixió alguien desde fuera”, sino que ”reventó desde dentro”, aseveró.

Quienes conducían esos regímenes trataron ”de competir con Occidente con los propios patrones de eficiencias occidentales, y en el plano económico los patrones de eficiencia capitalistas tienen una ventaja incuestionable: siguen las pautas de la lógica de la ganancia y no importa quien se hunda”, señaló el sociólogo.

”He ahí nuestro elemento ético diferenciado: a nosotros sí nos importa. Entonces las normas no pueden ser las mismas”, concluyó. (FIN/IPS/da/mp/ip/02

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