Los gobiernos de América Central apuestan a firmar en 2003 un acuerdo de libre comercio con Estados Unidos, ante la resistencia de sectores sociales y productivos que temen perjuicios para la frágil economía de la región, en especial para la agricultura.
Los ministros de Economía y de Comercio de Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua viajarán el 8 de enero a Washington para lanzar las negociaciones de un tratado que ambas partes esperan esté definido en 12 meses.
Sin embargo, el entusiasmo oficial por la gran oportunidad de despegue económico que representará el acuerdo para la región choca de frente con las reservas de expertos, de grupos sociales y de productores, que sólo ven una nueva arremetida de Washington por recuperar su hegemonía en América Latina y el Caribe.
Estados Unidos busca con los cincos países centroamericanos cerrar su cuarto acuerdo de este tipo, luego de que conformara en 1994 el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) con Canadá y México y celebrara convenios bilaterales con Jordania en 2001 y con Chile el 11 de este mes.
Las negociaciones de Washington con América Central no incluyen a Belice y Panamá, pues no forman parte del proceso de integración económica regional llevado adelante en el llamado bloque C-5.
La primera ronda de tratativas entre Estados Unidos y el C-5 se realizará del 27 al 31 de enero también en Washington, donde se crearán las mesas de discusión de acceso a mercados, compras del sector público, propiedad intelectual, servicios e inversión, ambiente y trabajo, cooperación y solución de diferencias.
El principal beneficio que traerá el tratado de libre comercio con Estados Unidos será un impacto muy importante en nuestra inversión extranjera directa, dijo a IPS Anabel González, embajadora especial de Costa Rica en estas negociaciones.
González detalló que el aumento de la captación de la inversión extranjera directa, que hoy en el C-5 asciende a 572 millones de dólares al año, repercutirá en una mejoría económica y en el crecimiento de muchos sectores productivos.
También el viceministro de Economía de Honduras, Irvin Guerrero, se manifestó optimista al señalar a IPS que este acuerdo comercial traerá una gran estabilidad legal a las inversiones en la región y desencadenará una época positiva en nuestro comercio exterior.
Estados Unidos es hoy el destino de 64 por ciento de las ventas externas de Costa Rica, de 71 por ciento de El Salvador, 76 por ciento de Guatemala, 38 por ciento de Honduras y 34 por ciento de Nicaragua, todo lo cual suma alrededor de 8.750 millones de dólares al año.
En tanto, las importaciones del bloque C-5 desde Estados Unidos rondan los 11.600 millones de dólares.
Empero, los críticos de este acercamiento comercial destacan que Estados Unidos es una robusta economía de 266 millones de personas, mientras que los cinco países centroamericanos involucrados suman 30 millones de habitantes, la mayoría de los cuales son pobres.
En esta negociación, Washington tiene un interés económico evidente, pues el C-5 es un mercado atractivo, con gran potencial de crecimiento para el consumo pese a la pobreza de la región, indicó a IPS el historiador y politólogo Luis Guillermo Solís.
Pero el proceso de integración centroamericana está en un mal momento, ya que se ha reducido estrictamente a la consecución de este acuerdo con Estados Unidos y ha dejado de lado las cuestiones regionales, apuntó.
La integración del istmo está en manos de los ministerios de Comercio Exterior y eso no es bueno, pues se debilita el proceso, recalcó.
Solís y otros colegas suyos sostienen que este tratado de libre comercio que comenzará a negociarse en enero en Washington es en realidad una embestida de Estados Unidos para recuperar su papel hegemónico en el istmo y en el resto de América Latina y el Caribe.
En cambio, los gobiernos regionales ponen énfasis en las ventajas económicas que se obtendrán tras varios años de crecimiento escaso, que ha oscilado entre uno y cinco por ciento.
El ministro de Comercio Exterior de Costa Rica, Alberto Trejos, aseguró a IPS que el acuerdo con Estados Unidos permitirá aumentar el producto interno bruto, gracias al mayor acceso a ese gran mercado de textiles, servicios y de productos farmacéuticos y agrícolas.
A su vez, Estados Unidos podría ampliar sus ventas de pollo, maíz y diversos productos agropecuarios, aspecto éste, precisamente, que causa mayor temor a los productores del istmo.
Hay que hablar claro, pues en este acuerdo con Washington y en el ALCA (Area de Libre Comercio de las Américas en creación) los centroamericanos vamos en desventaja, señaló a IPS el salvadoreño Mario Salaverría, presidente de la Federación Centroamericana de Cámaras Agropecuarias (Fecagro).
Salaverría consideró que productos centroamericanos, como los granos básicos y la leche, no van a poder competir en Estados Unidos debido a los importantes subsidios que reciben los sectores agrícolas de ese país.
La producción alimenticia del bloque C-5 también deberá enfrentar en Estados Unidos una gran cantidad de restricciones fitosanitarias para su ingreso y severas dificultades de comercialización por la falta de una infreaestructura de distribución adecuada.
Ese tratado nos va a perjudicar, porque van a importar productos agrícolas a precios muy por debajo de nuestros costos de producción, comentó a IPS Jorge Campos, presidente de una asociación de pequeños y medianos productores agrícolas de Costa Rica.
Campos explicó que producir una tonelada de arroz en su país cuesta 243 dólares y en Estados Unidos 276 dólares. Pero los subsidios que otorga Washington a sus agricultores hacen que esa tonelada de arroz estadounidense pueda ser vendida a 96 dólares.
Datos del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura calculan que Estados Unidos invierte cerca de un millón de dólares por día en ayuda no reembolsable a su agricultura.
Los productores centroamericanos argumentan su desconfianza con el ejemplo de México, que ha aumentado el déficit de la balanza comercial agropecuaria de modo vertiginoso desde 1994, cuando entró en vigor el TLCAN.
Un estudio de Fecagro reveló que el déficit comercial agropecuario de México frente a Estados Unidos pasó de 455 millones de dólares en 1993 a 1.841 millones de dólares en 2000.
Mientras, la Comisión para la Defensa de los Derechos Humanos en Centroamérica (Codehuca) y otros grupos de la sociedad civil se manifestaron convencidos de que la intención última de Estados Unidos es sacar ventajas de los recursos naturales de América Central y, a la vez, volver a posicionarse en el resto del continente.
Estados Unidos está negociando este tratado porque tiene un interés en la riqueza de la biodiversidad de la región, expresó a IPS la portavoz de Codehuca, Celia Medrano.
Estamos seguros que este acuerdo ensanchará las desigualdades que ya existen, tanto dentro de cada nación, como entre todos los países centroamericanos, vaticinó Medrano. (FIN/IPS/nms/dm/if/02