El Norte continúa enviando sus barcos de desecho, construidos con materiales tóxicos, para desguazarlos en los países en desarrollo con perjuicios para la salud humana y el ambiente, advirtieron organizaciones no gubernamentales.
Un portavoz de Greenpeace Internacional, con sede en Amsterdam, dijo en Ginebra que Washington se dispone a ejecutar un plan piloto para la exportación en 2003 de hasta cuatro barcos inútiles que se encuentran actualmente en jurisdicción de la Administración Marítima Federal (Marad) de Estados Unidos.
Kevin Stairs, de Greenpeace, señaló que esas naves contienen cantidades significativas de amianto, un reconocido cancerígeno, y de bifenilos policlorados (PCB), que también presentan riesgos para la salud de las personas.
La decisión del gobierno estadounidense de George W. Bush modifica las políticas dictadas por la presidencia de su antecesor, Bill Clinton (1993-2001), que prohibieron las exportaciones de esos barcos en razón de los daños que ocasionan en las naciones dedicadas al desguace.
Por su parte, Jim Puckett, de Basel Action Network (BAN), una organización no gubernamental establecida en la noroccidental ciudad estadounidense de Seattle, precisó que las decisiones de Clinton fueron adoptadas como consecuencia de una campaña en ese sentido de ambientalistas y de la prensa.
Activistas y periodistas revelaron entonces las horrendas condiciones en que trabajan los obreros de los astilleros asiáticos de desguace, apuntó Puckett.
Sin embargo, el Congreso de Estados Unidos y Bush alteraron la anterior política y establecieron un fondo de 20 millones de dólares para financiar el plan piloto, que consiste en la exportación de hasta cuatro barcos y el hundimiento de otros en el mar para crear arrecifes artificiales.
Ravi Agarwal, de la oficina de BAN en India, comentó que se había enterado de conversaciones sostenidas entre desguazadores indios y autoridades estadounidenses para la venta de los barcos sin descontaminar.
Washington declara sostener el principio de justicia ambiental que prohibe abrumar a los pueblos de manera desproporcionada con la carga de productos peligrosos, observó Agarwal en una rueda de prensa efectuada este miércoles en Ginebra.
Sin embargo, ese principio aparentemente sólo se aplica dentro de las fronteras de Estados Unidos, sentenció el ecologista indio.
A los países en desarrollo nos llegan esos barcos tóxicos con su contaminación inevitable y sus perjuicios para la salud de los trabajadores, simplemente porque nosotros somos pobres, insistió.
Las organizaciones no gubernamentales aseguraron que la política de Estados Unidos viola la legislación de ese país y también el Convenio de Basilea sobre el control de los movimientos transfronterizos de los desechos peligrosos y de su eliminación.
El Convenio de Basilea, que celebra esta semana en Ginebra la conferencia de sus 152 estados partes, prohibe desde 1992 el comercio de desechos peligrosos entre los países miembros del tratado.
La aplicación estricta del Convenio debería impedir a Estados Unidos la exportación de sus barcos tóxicos pese a que ese país no es parte, sostuvo Puckett.
El activista de BAN calculó que unos 300 barcos de la Marina estadounidense se oxidan actualmente en los puertos de ese país, de los cuales unos 100 se encuentran en las costas del oriental estado de Virginia sobre el océano Atlántico.
Es una flota fantasma llena de amianto y de PCB, describió Puckett.
El Convenio de Basilea, firmado en marzo de 1989, carecía en su versión original de poderes para impedir el tráfico de desechos tóxicos, que por lo general circula desde los países industrializados hacia las naciones en desarrollo.
Pero los países del Sur, en particular los africanos, impulsaron la aprobación de la denominada Enmienda de prohibición que veda la exportación de esas substancias peligrosas de los países ricos a los pobres.
Además del amianto y de los PCB, la lista de desechos peligrosos incluye al arsénico, altamente tóxico y cancerígeno, al cadmio, que se inhala con el humo del cigarrillo y daña los pulmones y otros órganos, y el mercurio, que afecta el cerebro, los riñones y el desarrollo del feto.
También figuran los desechos médicos, que abarcan jeringuillas, envases de medicamentos y otros materiales que pueden ser infeccioso y propagar gérmenes patógenos y microorganismos nocivos.
La lista del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma) agrega el plomo, empleado en aleaciones y como revestimiento, y el cianuro, un veneno que en grandes dosis puede provocar parálisis, convulsiones y paros respiratorios.
A ellos se le suman los ácidos y alcalinos fuertes, líquidos corrosivos usados en la industria y que pueden destruir los tejidos de organismos vivos.
Muchos de esos elementos peligrosos forman parte de productos industriales de la más recientes tecnologías de las telecomunicaciones y de la informática, como los teléfonos móviles y las computadoras.
La organización BAN cuestionó la idea de que ciertos productos, como los electrónicos, que se fabrican en gran parte en Asia, deban ser devueltos a ese continente como desechos.
El simple hecho de que las firmas transnacionales fabricantes de electrónica exploten la mano de obra barata en la elaboración de un producto no justifica que esa misma población vuelva a ser explotada al término de la vida útil de ese producto, puntualizó Puckett.
Las organizaciones no gubernamentales sostuvieron que la Enmienda de prohibición del Convenio de Basilea se encuentra todavía amenazada por la acción de poderosos gobiernos y grupos empresariales de presión dispuestos a sabotearla.
BAN reclamó que los 152 estados reunidos esta semana en Ginebra rechacen de manera tajante toda idea de planes piloto para la exportación de barcos tóxicos.
Esas naves, explicó el grupo, contienen desechos tóxicos incluidos en las listas de productos de comercialización prohibida por el Convenio de Basilea. (FIN/IPS/pc/dm/en/02