Kenia condenó la autorización a tres países de Africa austral de una venta de marfil, aprobada por una conferencia internacional sobre comercio de especies de flora y fauna en peligro en Santiago, y alertó que la operación podría provocar un aumento de la caza ilegal de elefantes.
Este es un día muy triste, no sólo para Kenia sino para la mayoría de los países africanos, que tienen una debilitada capacidad de control contra la caza ilegal, dijo este miércoles el funcionario Abdul Rahman Bashir, del gubernamental Servicio de Vida Silvestre (KWS).
Esto envía, definitivamente, la señal equivocada a los traficantes de marfil, y no hay nada dispuesto para garantizar la represión del tráfico ilícito, agregó Bashir.
Países pobres y asolados por la guerra, como la República Democrática de Congo, tienen enormes dificultades para proteger a sus elefantes.
El KWS afirmó que esa tarea se dificultará aun más luego de que la Conferencia de las Partes de la Convención sobre Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres, que concluirá este viernes en la capital de Chile, decidiera el martes permitir a Botswana, Namibia y Sudáfrica vender 60 toneladas de marfil ya almacenadas.
Pese a nuestra vigilancia aérea, aún vienen a Kenia cazadores furtivos. Tememos que haya una escalada en la caza ilegal si hay ventas legales de marfil. Ahora, los traficantes deben vender marfil en el mercado negro, y aun así estamos bajo amenaza, dijo el coordinador del programa de elefantes del KWS, Patrick Omondi.
Debemos prepararnos para gastar más dinero y para perder más vidas humanas, tanto de cazadores como de vigilantes, advirtió Bashir.
Los países de Africa austral aseguran contar con programas efectivos para proteger su población de elefantes, y, de hecho, cuentan con demasiados especímenes. Zimbabwe, por ejemplo, tiene una población de 65.000 elefantes, el doble del óptimo.
Funcionarios de los gobiernos de esa región advirtieron que las organizaciones ambientalistas occidentales están más preocupados por los animales que por las personas.
Hay quejas de que los países ricos están más interesados en convertir el mundo en desarrollo en un museo de historia natural que en el hambre de la población, advirtió hace una década el entonces director ejecutivo del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, Mostafá Tolba.
En el medio rural de algunos países africanos, los elefantes son una amenaza para las cosechas, las viviendas y hasta para la vida humana. Tres cuartas partes de las muertes ocasionadas por animales salvajes en Kenia son causadas por elefantes.
Mientras, la venta del cuero y los colmillos de un elefante puede deparar a un keniata cerca de 3.600 dólares, 10 veces el ingreso anual promedio del país.
Ambientalistas advierten que las comunidades locales deben ser incentivadas para proteger la vida silvestre para modificar esa ecuación.
La mayoría de los representantes de los gobiernos a la conferencia de la CITES aseguraron que eso es lo que se está haciendo, al permitir una venta por única vez. El dinero obtenido del marfil, procedente de elefantes muertos por causas naturales, será utilizado para beneficiar a las comunidades locales.
La decisión representa una solución africana para un problema africano: el desafío de conservar las manadas de elefantes en una era de crecimiento de la población humana y de sus necesidades, dijo el secretario general de la CITES, Willem Wijnstekers.
Pero Kenia advirtió que incluso una legalización limitada del comercio de marfil tendrá impacto negativo.
En 1999, las partes de la CITES también permitieron a Botswana, Namibia y Zimbabwe vender 50 toneladas de marfil a Japón, lo que les deparó cinco millones de dólares. Conservacionistas afirmaron que la operación condujo a un resurgimiento de la caza furtiva.
El KWS aseguró que la caza aumentó en Kenia este año, pues la decisión de la CITES estaba anticipada.
Cada vez que se aproxima una conferencia de las partes de la CITES se registra una escalada en la caza furtiva. En Kenia perdimos 57 elefantes el año pasado, y este año ya van cerca de 80, advirtió Bashir.
Kenia posee 27 toneladas de marfil en sus reservas, pero no desea venderlas porque teme las consecuencias. Lo que obtendríamos por la venta es insignificante en comparación con lo que perderíamos, dijo Bashir.
La CITES prevé un sistema de Control de Matanza Ilegal de Elefantes (MIKE) medirá e identificará las tendencias de la caza furtiva en Africa y en Asia. Una vez que esté operativo, se publicará cada dos años informes sobre la situación en 45 sitios en Africa y 15 en Asia.
El comercio internacional de marfil fue prohibido en 1989. En el decenio precedente, la población de elefantes se había reducido a la mitad. (FIN/IPS/tra-eng/ks/mn/mj/en/02