El declarado propósito de Washington de democratizar los regímenes de Medio Oriente despierta ira, escepticismo o cauto optimismo entre los árabes, que afirman estar realizando cambios políticos a su propio ritmo.
El resentimiento se avivó cuando la consejera nacional de Seguridad de Estados Unidos, Condoleezza Rice, dijo el 1 de octubre que su país querría ser visto como un libertador dedicado a la democratización o la marcha de la libertad en el mundo musulmán.
El acento de Rice en la doctrina adoptada por Washington tras la guerra fría —la promoción de la democracia, la libertad y el libre mercado en todo el planeta— aparece en momentos de difíciles relaciones entre Estados Unidos y muchas naciones árabes y musulmanas.
Las polémicas declaraciones se efectuaron justamente cuando el gobierno estadounidense amenaza con derrocar al presidente de Iraq, Saddam Hussein, arguyendo su presunta capacidad para fabricar armas de destrucción masiva y la opresión que ejerce sobre su propio pueblo.
No necesitamos lecciones de nadie, replicó el ministro de Relaciones Exteriores de Egipto, Ahmed Maher, interrogado por el canal de televisión qatarí Al Jazeera sobre los dichos de Rice.
Por su parte, el diario en lengua árabe Al Khaleej, de Emiratos Arabes Unidos, criticó a Rice por colocarse como una reina del mundo musulmán, que decide sobre cuál deberá ser su suerte, y calificó sus declaraciones como el lanzamiento de una cruzada contra el Islam.
Pero algunos analistas profundizaron luego el debate sobre la democracia, los cambios políticos y los efectos de una mayor apertura en Medio Oriente y el mundo islámico.
La declaración de Rice es descarada, pues acusa a los árabes de ser incapaces de cambiar su escenario político para sumarse a las democracias del mundo y la era del respeto a los derechos humanos, señaló el profesor de ciencia política de la Universidad de Emiratos, Abdulkhaliq Abdulá.
El mundo árabe no sufre deficiencias financieras, comerciales, de desarrollo ni tecnológicas, sino que sufre una marcada carencia de democracia, añadió citando el Informe de Desarrollo Humano Arabe 2002 del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
Un ejemplo es Iraq. El sistema iraquí ha puesto en la vergüenza y la humillación a su pueblo y no debería ser defendido como lo hace una parte de los intelectuales árabes, sostuvo Abdulá.
El problema no yace en Israel, Estados Unidos, las conspiraciones foráneas ni el Islam. El problema yace en la continuidad de los regímenes autocráticos que fracasaron en liberar a Palestina y enfrentar la hegemonía estadounidense, aseveró.
Israel podría ser derrotado, la dominación estadounidense repelida, la unidad árabe alcanzada y el islamismo tolerante aplicado en la vida cotidiana. Pero todo eso podría lograrse sólo mediante la libertad y las reformas democráticas, agregó.
Los regímenes autoritarios sirvieron a los intereses de Washington hasta los ataques del 11 de septiembre de 2001. Pero ahora Estados Unidos ve sentimientos hostiles, debido en parte a la frustración popular por no poder criticar al propio gobierno, apuntó.
Las declaraciones de Rice estrecharon las opciones de los árabes. O cambian su amarga realidad política o aceptan que el ejército estadounidense usurpe su derecho a 'liberar al mundo árabe', concluyó Abdulá.
La democracia no es un concepto desconocido en la región de Medio Oriente, sostuvo Yacoub Y al Hijji, del Centro de Investigación y Estudios de Kuwait, al señalar un mapa dibujado en 1818 por el geógrafo alemán Karl Ritter, que menciona a Kuwait como una república.
El país, gobernado por la dinastía Al Sabah desde 1756 ahora bajo la forma de monarquía constitucional, es una de las naciones del Golfo que llevan a cabo un limitado proceso de democratización.
Cada cuatro años se celebran elecciones para ocupar los 50 escaños de la Asamblea Nacional legislativa. Aunque la familia real ocupa buena parte del gabinete, los hombres mayores de 18 años pueden participar en las elecciones legislativas. Las mujeres, sin embargo, aún tienen vedado ese derecho.
Ritter preguntó por el sistema de gobierno de Kuwait y le explicaron que el mismo no seguía el sistema hereditario del primogénito, como las monarquías europeas, sino que el emir se escogía dentro de la familia Al Sabah sobre la base de sus cualidades de liderzgo, dijo Hijji en una entrevista.
Aparentemente (Ritter) concluyó que, desde un punto de vista occidental, tal sistema era más republicano que una monarquía, añadió.
Turquía suele ser considerado el país más democrático de Medio Oriente. La república islámica de Irán, donde se celebran elecciones generales, la república del Líbano y la monarquía constitucional de Jordania son vistas como las naciones políticamente más progresistas.
Las elecciones previstas para el 26 de este mes en el emirato de Bahrein son las primeras desde 1975, cuando se disolvió el parlamento.
El régimen monárquico de Qatar también podría celebrar elecciones el año próximo, mientras los palestinos esperan asimismo renovar la Autoridad Nacional Palestina en los comicios de 2003.
Pero muchos sostienen que los gobiernos de Medio Oriente deben comprometerse mucho más con las reformas políticas y sociales y la apertura.
La falta de libertad, el fracaso en empoderar a las mujeres, la desaparición de medios de prensa independientes y la baja participación cívica son factores que debilitan el desarrollo humano en la región, a juicio del director de la Oficina Regional del PNUD, Rima Khalaf.
Los gobiernos no pueden limitarse a procurar el aumento de los ingresos. La democracia se basa en el alfabetismo, el acceso al conocimiento, la participación de comunidades locales y el ejercicio de derechos civiles y políticos, todas precondiciones del desarrollo humano, dijo Khalaf al diario Jordan Times.
El periódico añadió que el príncipe Hassan bin Talal, tío del rey Abdulá de Jordania, sorprendió a muchos cuando en un discurso pronunciado la semana pasada en Nueva York reclamó relaciones más transparentes entre los árabes y sus gobiernos.
No obstante, a algunos les preocupa tanto una potencial campaña democratizadora de Estados Unidos en la región como lo que ocurriría si la democracia triunfara.
Con democracia, los estadounidenses serían expulsados de la región, opinó el analista político kuwaití Ali Jaber Al Sabah.
Al Sabah se referió así a la convicción de que la presencia e influencia de Estados Unidos en Medio Oriente aseguran la sobrevivencia de los regímenes aliados por razones de seguridad y por el petróleo.
A medida que aumente el espacio para el disenso, más ciudadanos comenzarán a cuestionar el sentido de la presencia de Washington y su respaldo a una elite política.
El apoyo de Estados Unidos a Israel está minando cualquier camino genuino hacia la democracia, en opinión de Al Sabah.
Son las acciones estadounidenses las que ayudan a los regímenes antidemocráticos a mantenerse a flote, añadió. (FIN/IPS/tra-eng/nj/aag/js/dcl/ip hD/02