IRAQ: Crucial oposición egipcia a ataque estadounidense

El gobierno de Egipto reiteró su oposición a un eventual ataque de Estados Unidos contra Iraq, y eso complica los intentos de Washington por lograr apoyo árabe a su prevista campaña militar.

El ministro de Relaciones Exteriores egipcio Ahmed Maher acusó al presidente estadounidense George W. Bush de tratar de ”cambiar las reglas en mitad del juego” mediante una nueva resolución de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) sobre Iraq, y opinó que la cuestión iraquí debe manejarse a partir de anteriores decisiones del foro mundial.

”No es necesario cambiar las reglas. Lo importante es que los inspectores de armas (de la ONU) vuelvan a Iraq cuanto antes. Debemos trabajar a partir de la premisa de que el gobierno iraquí desea aceptar ese regreso en forma incondicional y mantendrá esa posición”, añadió.

En 1999, Bagdad expulsó a los inspectores de armas de la ONU, encabezados por el australiano Richard Butler, con el argumento de que actuaban como cómplices de Washington para intentar justificar nuevos ataques contra Iraq.

Bush sostiene que el presidente iraquí Saddam Hussein desarrolla en secreto armas de destrucción masiva, en violación de resoluciones de la ONU, y que es preciso un ”cambio de régimen” en Bagdad.

La posición adoptada por Egipto ante la cuestión iraquí es relevante debido al antecedente de la Guerra del Golfo de 1991 contra Iraq, cuando El Cairo convenció a otros gobiernos árabes de apoyar la campaña enacabezada por Estados Unidos.

”Egipto ha sostenido desde el comienzo que ningún país tiene derecho a intervenir para derrocar al gobierno de otra nación soberana”, señaló el presidente Hosni Mubarak, según la estatal agencia de noticias Middle East News Agency (MENA).

Los gobiernos árabes se resisten a apoyar una campaña contra Iraq porque temen que Washington se proponga rediseñar el mapa político de Medio Oriente, para controlar recursos petroleros y beneficiar a Israel, y que sus propios regímenes sean blancos de ataques tras un eventual derrocamiento de Saddam Hussein.

Pero esos gobiernos temen aun más a masivas movilizaciones populares de protesta en el mundo árabe si Iraq es atacado.

”El mayor peligro para la región es la probable respuesta de la población a cualquier ataque militar contra Iraq. Nadie puede ignorar o controlar eso”, aseveró Mubarak según MENA.

Egipto también tiene motivos económicos para oponerse a la desestabilización del régimen iraquí, ya que mantiene importante comercio con Bagdad en el marco del programa Petróleo por Alimentos de la ONU, que administra excepciones al bloqueo comercial contra Iraq impuesto como sanción por la invasión de Kuwait en 1990.

El valor de las exportaciones egipcias a Iraq el año pasado fue 1.700 millones de dólares, más de 10 veces el de las ventas del país a Estados Unidos en el mismo periodo, que fue 158,9 millones de dólares, según datos oficiales.

Pero el ingreso de capital desde Estados Unidos excede con creces la suma obtenida mediante exportaciones, ya que Washington brinda a El Cairo asistencia militar y económica por valor de unos 2.000 millones de dólares anuales, desde el acuerdo de paz con Israel firmado en Camp David con mediación estadounidense.

Además, los datos del comercio con Iraq son engañosos, porque ”la mayor parte de los bienes exportados no son egipcios, sino que provienen de otros países y hacen escala aquí, con escaso beneficio para nuestra economía”, señaló el economista Magdy Sobhy.

Las relaciones económicas con Estados Unidos son mucho más importantes para el país que las exportaciones a Iraq, aseguró.

En la actualidad, el temor a un ataque contra Iraq agrava la recesión egipcia, porque aleja del país a inversores y turistas, pero una corta guerra que determine un ”cambio de régimen” puede beneficiar al país, según Sobhy.

En 1990, trabajaban en Iraq unos dos millones de egipcios, en puestos que dejaron vacantes iraquíes reclutados para la guerra contra Irán (1980-1988). Esos trabajadores fueron expulsados por Bagdad en 1991, y un cambio de régimen permitiría que muchos egipcios volvieran a encontrar empleo en Iraq, opinó el economista.

Tras una nueva guerra, la reconstrucción de infraestructura de Iraq requeriría mano de obra adicional, y las relaciones económicas de ese país con Egipto podrían florecer en el marco del tratado de libre comercio bilateral firmado en vigencia desde 2001, añadió Sobhy.

Pero los expertos coinciden en que una prolongada guerra contra Iraq causaría perjuicios a Egipto, al igual que un desenlace del conflicto que implique la fragmentación del territorio iraquí en una nación kurda, una de musulmanes sunnitas y otra de msulmanes chiítas.

La creación de un Estado kurdo desestabilizaría a Egipto, en cuya región septentrional actúan desde hace años insurgentes separatistas de la etnia kurda, que es 20 por ciento de la población.

Por otra parte, muchos temen que Saddam Hussein lance misiles contra Israel, como lo hizo en la Guerra del Golfo, y que el primer ministro israelí Ariel Sharon contraataque, porque piensan que eso desencadenaría reacciones de extrema gravedad en el mundo árabe.

La oposición a un ataque contra Iraq es impulsada por altos dirigentes religiosos musulmanes, entre ellos Mohammed Sayed el- Tantawi, responsable de la mezquita Al-Azhar, que es la más prestigiosa de Egipto.

”Estamos con el pueblo iraquí, y no aceptaremos la opresión de ningún país árabe o musulmán”, enfatizó El-Tantawi en declaraciones a periodistas kuwaitíes, a quienes dijo que ningún país musulmán debe apoyar un ataque contra Bagdad.

Clérigos musulmanes reiteran ese mensaje mediante sus sermones semanales en miles de mezquitas, e insinúan que el Islam es el verdadero blanco de la campaña internacional antiterrorista lanzada por Estados Unidos tras los atentados de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington.

Esa acusación no se formula en forma explícita debido a la presencia de agentes del gobierno en las mezquitas, pero es planteada en forma inequívoca mediante citas del Corán.

Casi todos los egipcios entrevistados por IPS sobre la cuestión iraquí sostuvieron que nunca apoyarían el derrocamiento de un gobierno árabe por parte de Estados Unidos.

”Odio a Saddam Hussein. Todos lo odiamos. Pero no aceptamos interferencia estadounidense en nuestros asuntos”, dijo el funcionario Khaled Moustafa.

”La ocupación israelí de territorios palestinos, y la destrucción de vidas y propiedades del pueblo palestino por parte de Israel, son una amenaza a la paz y la seguridad regionales mucho mayor que la de Iraq”, comentó en un editorial Ibrahim Nafie, director del diario oficialista Al-Ahram. (FIN/IPS/tra- eng/cm/ss/mp/ip/02

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