ESTADOS UNIDOS-IRAQ: Inteligencia y propaganda

Dos tercios de los estadounidenses entrevistados para una encuesta creen que Iraq ”ayudó” a quienes cometieron los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Washington y Nueva York, pese a que no existe evidencia clara al respecto.

Por otra parte, poco más de 62 por ciento de los 1.513 encuestados por el Pew Research Center for the People & the Press, una organización independiente, afirmaron que apoyaban acciones militares ”para acabar con el régimen de Saddam Hussein”, presidente de Iraq.

Los resultados de la encuesta ”indican que la imputación de un vínculo entre Iraq y los atentados del 9 de septiembre resuena con fuerza en la mayoría de los estadounidenses”, observó el investigador Lee Feinstein, del Consejo para Relaciones Exteriores (CFR), que contrató el estudio.

Sin embargo, ”la mayoría de los analistas dentro y fuera del gobierno contradicen la existencia de un vínculo directo, y las versiones iniciales de funcionarios del gobierno afirmando la existencia de ese vínculo enmudecieron”, agregó Lee.

Las agencias de inteligencia de Estados Unidos creen unánimemente que no existen evidencias que vinculen a Bagdad con los atentados del 11 de septiembre, o contra cualquier objetivo occidental desde 1993.

Sin embargo, los esfuerzos del gobierno de George W. Bush para convencer a la opinión pública de que sí existe una relación, y que el vínculo justificaría una guerra contra Iraq, son tan fuertes que los expertos en política exterior se refieren a una ”politización” de la inteligencia.

La única evidencia de un vínculo, luego desacreditada, salió a la luz nueve días después del ataque de septiembre de 2001, en que tres aviones comerciales secuestrados se estrellaron contra el Pentágono, sede del Departamento de Defensa en Washington, y las Torres Gemelas del World Trade Center en Nueva York.

La prensa indicó entonces que el líder de los 19 secuestradores, Mohammed Atta, se habría reunido antes del atentado en Praga con un supuesto espía iraquí.

El presunto agente, Ahmed Khalil Ibrahim Samir al-Ani, fue expulsado de República Checa poco después de la reunión, que, según las versiones iniciales, ocurrió en algún momento entre el 8 y el 11 de abril de 2001.

El ministro del Interior checo Stanislav Gross y el primer ministro Milos Zeman confirmaron en octubre que la reunión existió. El dato fue considerado oro puro por el ala derecha del gobierno de Bush, deseoso de movilizar a la opinión pública para que respalde una guerra contra Iraq.

Pero el presidente checo Vaclav Havel recomendó a la Casa Blanca a comienzos de este año que no hiciera caso de los informes, porque tanto él como altos funcionarios de inteligencia los consideraban poco fiables, según declararon altos funcionarios checos a periodistas occidentales en Praga.

La información procedente de la capital checa, publicada en la portada del diario The New York Times el lunes, confirma declaraciones anteriores de altos funcionarios de la inteligencia estadounidense que, en el anonimato, desacreditaban la existencia de un vínculo entre los atacantes e Iraq.

Poco antes, altos funcionarios del gobierno de Bush habían afirmado que contaban con otras evidencias sobre el vínculo entre Iraq y la red radical islámica Al Qaeda, a la que Washington atribuye los atentados de septiembre de 2001.

Pero estas conexiones, consideradas cuestionables u obsoletas por agencias de inteligencia y analistas independientes, no vinculan a Iraq con los ataques contra Estados Unidos.

La supuesta reunión en Praga fue mencionada más de 530 veces en artículos de grandes diarios de Estados Unidos y 230 veces en noticieros y programas periodísticos de televisión desde los atentados.

Además, fue considerada un hecho confirmado en editoriales del diario The Wall Street Journal y por revistas conservadoras como The Weekly Standard y The National Review.

”El indiscutible hecho que vincula a Saddam Hussein con los ataques del 11 de septiembre es que Mohammed Atta, muerto en el mando de un avión-misil, voló de Florida a Praga para reunirse el 8 de abril con el cónsul iraquí, Ahmed Ani”, anotó en noviembre el columnista William Safire, del diario The New York Times.

Entre los más férreos defensores de la existencia de un vínculo entre Bagdad y Al Qaeda figuraron, además de Safire, el ex jefe de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) James Woolsey y los columnistas del diario The Washington Post Michael Kelly y James Hoagland.

Asimismo, también respaldaron esas versiones el presidente de la Junta de Políticas de Defensa del Pentágono, Richard Perle, quien envió a Woolsey a Europa 10 días después de los atentados de septiembre de 2001 en busca de pruebas que incriminaran a Iraq.

La no confirmación de la reunión por parte de la CIA y del Buró Federal de Investigaciones (FBI) causó malestar entre los integrantes del ala más conservadora del gobierno de Bush, que acusaron a las dos agencias de ineptitud, de pereza o de poca inclinación política a ”unir los puntos” para formar la figura.

En mayo, Woosley, que calificó de ”abrumadora” la evidencia sobre la existencia de la reunión, se quejó de la unanimidad de los agentes en desacreditarla, atribuida a que ”ellos tienen su agenda política, que es limitar las opciones del presidente”.

Mientras, Perle dijo hace dos semanas a la cadena televisiva CNN que la CIA y el FBI ”están equivocados”. Pero la agencia de noticias United Press International informó que la inteligencia checa desacreditó el fin de semana ante el propio Perle, de visita en Praga, la reunión entre Atta y Ani.

Por su parte, el secretario de Estado (canciller) de Estados Unidos, Colin Powell, dijo carecer de evidencias sobre la reunión, mientras los líderes del ala derechista del gobierno, el vicepresidente Dick Cheney y el secretario (ministro) de Defensa, Donald Rumsfeld, alentaron las versiones desacreditadas detrás del telón.

En agosto, el semanario Newsweek informó que el subsecretario (viceministro) de Defensa, Paul Wolfowicz, amonestó en una reunión a dos agentes del FBI y los ”desafió vigorosamente” cuando manifestaron escepticismo sobre la existencia de la reunión.

Cheney y Rumsfeld se muestran más discretos, al menos en público. ”No sé si” Atta y Ani ”se reunieron o no” en Praga, dijo Rumsfeld en mayo al columnista derechista Robert Novak, cuyos artículos se publican en varios diarios estadounidenses.

Hace un mes, ante una pregunta fimilar, Cheney dejó en evidencia su frustración ante el fracaso de la inteligencia estadounidense en constatar el vínculo entre Iraq y Al Qaeda.

”Bien, quiero ser muy cuidadoso al decir esto. No estoy aquí para hacer una acusación específica de que Iraq fue, de algún modo, responsable de (los ataques del) 11 de septiembre. No puedo decir eso…”, sostuvo Cheney.

”Vimos, en relación con los secuestradores, por supuesto, que Mohammed Atta, quien fue el principal secuestrador, aparentemente viajó a Praga en varias ocasiones, y que en al menos una ocasión hemos informado que se lo ubica en Praga con un alto funcionario de la inteligencia iraquí pocos meses antes del ataque”, agregó.

”El debate sobre si estuvo o no estuvo allí, otra vez, es asunto de la inteligencia”, concluyó Cheney. (FIN/IPS/tra- eng/jl/mj/ip/02

Archivado en:

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe