EEUU: La guerra se gana en casa y se pierde afuera

El desempeño de Estados Unidos en su guerra contra el terrorismo no parece ser tan bueno en los hechos como en el discurso, como lo deja de manifiesto el atentado cometido el sábado en Bali, Indonesia.

El presidente George W. Bush logró la semana pasada que el Congreso legislativo lo autorizara a usar la fuerza militar contra el presidente de Iraq, Saddam Hussein, pero una serie de ataques contra objetivos occidentales sugieren que la red islámica Al Qaeda no fue derrotada por completo aún.

El devastador atentado con dos coches-bomba en una discoteca de la isla de Bali, en que murieron al menos 188 personas, la mayoría turistas occidentales, fue el punto culminante de dos semanas de pequeñas pero letales operaciones cuya organización o inspiración es atribuida por expertos a Al Qaeda.

En Washington reina el desconcierto tras la divulgación este lunes de una declaración firmada por el líder de Al Qaeda, el saudita Osama bin Laden, y la de una grabación de la voz de quien parece ser el número dos de la red, el egipcio Ayman al-Zawahiri, en la que aplaude dos atentados en Kuwait y en Yemen.

Agencias de inteligencia de Estados Unidos y de sus países aliados tratan de determinar la autenticidad de ambas comunicaciones y la autoría de los últimos atentados. El gobierno de Bush trata, al mismo tiempo, de diluir un posible retroceso de las posiciones ganadas en la guerra contra el terrorismo”.

Mientras el atentado de Bali es atribuido a Al Qaeda, o al grupo que Washington considera su aliado local, Jemaah Islamiya, el líder de esta organización, Abu Bakar Baasyir, negó firmemente cualquier responsabilidad.

El hecho de que el ataque se perpetrara en una isla predominantemente hindú y en un lugar muy poco frecuentado por musulmanes sugiere la posibilidad de una conexión islámica, opinó el experto en Indonesia Dan Lev, profesor de la Universidad de Washington.

Por otra parte, podría haber sido una provocación de ciertos elementos del ejército, vinculados con Jemaah desde hace 30 años, añadió Lev.

Si las responsabilidades se desviaran, el incidente podría demostrar tanto a Yakarta como a Washington que ”es necesario que restaurar la estabilidad en todo el país”, sostuvo.

”El ejército tiene acceso a explosivos, tiene experiencia y se mueve con relativa facilidad”, arguyó Lev, subrayando que es prematuro hacer conclusiones.

El 2 de este mes, estalló una bomba en un mercado callejero en el sur de Filipinas, matando a un soldado estadounidense y a dos filipinos. Según las autoridades, el atentado fue perpetrado por la organización Abu Sayyaf, vinculada por Washington a la red Al Qaeda.

Este año, el gobierno de Estados Unidos despachó 600 efectivos de elite a la zona con el fin de entrenar a las fuerzas filipinas en combate contra el grupo rebelde, mientras éste mantenía secuestrados a dos ciudadanos estadounidenses por los que reclamaba rescate.

Tras varios combates en el segundo trimestre de este año, el Ministerio de Defensa aseguró que el grupo había quedado reducido a 50 combatientes, de los 800 con que contaba antes de la contraofensiva. Pero el 2 de este mes 11 infantes de marina filipinos resultaron muertos en una emboscada de Abu Sayyaf.

La semana pasada, un barco petrolero francés fue gravemente dañado por una explosión, mientras permanecía fondeado en el puerto yemení de Aden.

En principio, el gobierno de Yemen —donde también varios cientos de efectivos estadounidenses colaboran en operaciones antiterroristas contra supuestos integrantes de Al Qaeda— sostuvo que la explosión se produjo por un incendio en el barco.

Pero ahora los investigadores parecen convencidos del relato de testigos oculares, según los cuales la explosión se inició con el estallido de una pequeña embarcación cercana, del mismo modo en que fue atacado en 2000 el barco de guerra estadounidense US Cole.

Dos días después del ataque al buque petrolero, dos hombres armados que viajaban en un camión mataron a un infante de marina de Estados Unidos e hirieron a otro en una isla kuwaití, durante un ejercicio de entrenamiento.

Pese a la alianza de Estados Unidos con Kuwait —la principal base para la posible invasión estadounidense a Iraq— parece crecer el sentimiento antiestadounidense en el emirato, en especial entre los seguidores del movimiento islámico, que controla un tercio de los escaños del parlamento.

”Pese a la gratitud hacia Estados Unidos por expulsar a las tropas iraquíes de Kuwait en 1991, muchos kuwaitíes quieren ahora que los militares estadounidenses dejen la región”, sostuvo este fin de semana el diario The New York Times.

Mientras, la coalición de partidos islámicos de Pakistán Consejo Unido para la Acción (MMA), algunos de cuyos miembros son afines a la prédica de Al Qaeda, obtuvo en las elecciones del jueves un respaldo mucho mayor del previsible.

Pakistán fue el principal aliado musulmán de Estados Unidos en la guerra desatada en Afganistán en octubre de 2001 como respuesta a los atentados cometidos en Nueva York y Washington el 11 de septiembre de ese año, atribuidos por Bush a la red encabezada por Bin Laden.

El MMA logró mayoría en la Frontera Noroccidental, provincia vecina de Afganistán y considerada el territorio pakistaní ”probablemente más importante” en términos militares para Estados Unidos, dijo al diario The New York Times la experta Samina Ahmed, del no gubernamental Grupo Internacional de Crisis.

La coalición islámica se convirtió en la tercera fuerza política en el parlamento pakistaní y se convertirá por eso en el árbitro de los conflictos entre el presidente Pervez Musharraf y los partidos laicos, así como entre el gobierno y elementos militares opuestos a la alianza entre Islamabad y Washington.

El MMA propuso en la campaña electoral retirar a Estados Unidos el permiso para utilizar territorio pakistaní en la campaña militar y de inteligencia dirigida a eliminar los remanentes de Al Qaeda y del movimiento islámico Talibán, que gobernó Afganistán hasta su derrota en diciembre pasado.

El avance del MMA fue significativo en la clase media urbana, para sorpresa de los analistas estadounidenses. El hecho comprueba la creciente oposición a la pasada guerra contra Afganistán y a las amenazas de Washington contra Bagdad, según el diario The New York Times y otros medios de prensa.

Además, encuestadores de Turquía pronostican que Justicia y Desarrollo (AKP), última encarnación del partido islámico proscripto en varias ocasiones por supuesta violación de la Constitución secularista, se convertirá en las elecciones del 3 de noviembre en la primera fuerza política, con un tercio de los votos.

Turquía es un aliado clave de Estados Unidos en cualquier plan de guerra contra Iraq. La popularidad del AKP es atribuida más a la corrupción e ineficiencia de sus rivales seculares que a la hostilidad hacia Washington o hacia la guerra contra el terrorismo”, según expertos.

Pero la popularidad del partido islámico también crece por el apoyo de Estados Unidos a Israel en su conflicto con Palestina.

El AKP anunció su cooperación con la estrategia de Washington en la región, pero su triunfo instalaría un nuevo conflicto entre las Fuerzas Armadas turcas, proestadounidenses y proisraelíes, tal como el que puso fin al anterior experimento de gobierno islámico en 1997.

”Las tensiones y la inestabilidad en Turquía no facilitarán cualquier cosa que intentemos hacer en Iraq”, dijo un funcionario del Departamento de Estado (cancillería).

Aunque aún restan más de dos semanas para las elecciones, el gobierno está claramente absorbido por la sucesión de ataques cometidos contra objetivos estadounidenses u occidentales desde inicios de este mes.

Por otra parte, el triunfo electoral en septiembre del canciller (jefe de gobierno) de Alemania Gerhard Schroeder, quien se opone a una guerra contra Iraq, dejó en evidencia que aun estrechos aliados de Estados Unidos rechazan el derrocamiento de Saddam Hussein por la vía militar.

”Lo hubiéramos imaginado en Francia, pero no en Alemania”, dijo un funcionario del gobierno estadounidense que pidió reserva de su identidad. (FIN/IPS/tra-eng/jl/mj/dcl/ip/02

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