El gobierno de Japón busca resolver un grave caso de los préstamos bancarios incobrables, pero también debe reformar el sistema de subsidios, para apoyar sólo a firmas competitivas, y hacer frente a a problemas de desempleo, según expertos.
El primer ministro japonés Junichiro Koizumi debería plantear una política industrial para acompañar el saneamiento bancario impulsado por el nuevo director de la Agencia de Servicios Financieros, Heizo Takenaka, opinó en Washington el profesor de ciencia política Yakushiji Taizo, de la universidad Keio de Tokio.
Takaneka fue designado para afrontar el problema de los préstamos incobrables, y la semana pasada causó conmoción entre los empresarios japoneses al afirmar que ninguna firma del país era demasiado grande para fracasar.
Desde la crisis financiera asiática de los años 90, los bancos japoneses registran como activos grandes cantidades de dinero correspondientes a deudas incobrables, que no se han admitido como pérdidas para no precipitar quiebras y desempleo.
En los últimos años, los acreedores extendieron los plazos de pago de esos préstamos, cuyo monto con intereses superó el año pasado el total del capital que poseen los bancos, según datos oficiales.
De marzo de 1999 a marzo de este año, el valor de los préstamos incobrables y sus intereses aumentó de 355.000 a 437.000 millones de dólares, y Takenaka advirtió que el gobierno obligará pronto a los bancos a no conceder más prórrogas para su pago.
La situación de los bancos distorsiona toda la actividad económica, y crea entre otros riesgos el de una crisis financiera que impida la concesión de nuevos créditos a cualquier compañía, y determine la pérdida de millones de puestos de trabajo.
Sin embargo, una de las principales bases de la competitividad industrial japonesa es la alta capacidad de innovación tecnólógica, y ese factor está intacto, afirmó Yakushiji esta semana en un seminario sobre la economía de Japón, organizado por la Fundación Sasakawa para la Paz.
El último ejemplo de eso es el desarrollo de un motor híbrido para automóviles, que combina el uso de electricidad y combustible, señaló.
La productividad de las mayores firmas japonesas es 20 por ciento mayor que las de sus pares estadounidenses, según una investigación de la consultora internacional McKinsey, destacó Yakushiji.
Koizumi debe ayudar a empresas japonesas de primera línea como Toyota, Canon o Sharp a mantener su liderazgo en el mercado mundial, y a otras de segundo nivel como las que producen semiconductores, que han perdido competitividad internacional y disponen de capacidad industrial ociosa, opinó.
Pero también es preciso corregir políticas de subsidio a sectores no competitivos como los de la construcción, el comercio y la agricultura, responsables de 90 por ciento de los puestos de trabajo, mientras las compañía de primera línea brindan sólo cinco por ciento del empleo, explicó Yakushiji.
Eso implica adoptar medidas para evitar masivo desempleo, añadió.
Peter Ennis, director de la publicación especializada en economía asiática Oriental Economist y experto en economía japonesa, coincidió en que la cuestión del empleo es prioritaria en ese país.
Japón está atrapado entre un sistema que no funciona y una alternativa aún indefinida, y el problema clave es el desempleo, aseveró en el seminario.
La mayor parte de las firmas japonesas son protegidas por el Estado de la competencia internacional, y eso les permite emplear a demasiadas personas, opinó Ennis.
En Japón, las necesarias reformas significan desempleo, pero el gobernante Partido Liberal Democrático (PLD), en el poder desde 1955, ha postergado las decisiones difíciles, que debería haber adoptado hace 30 años, sostuvo.
Ennis criticó en especial el proyecto de desarrollo paternalista y centrado en el sector de la construcción que impulsó el ex primer ministro Kakuei Tanaka (1972-1974).
Las reformas necesarias en Japón deben incluir la creación de fluidos mercados de capitales que faciliten la asignación de recursos a los sectores más dinámicos y competitivos, alegó.
Ese proceso llevará por lo menos 10 años, pero será exitoso, y mientras tanto a Japón le sobrarán recursos para evitar un cataclismo financiero, pronosticó Ennis.
Lo más probable es una sucesión de crisis políticas que conduzcan a una definitiva crisis del PLD, y eso sería bueno para Japón, porque liberaría a la economía de la actual camisa de fuerza institucional, agregó.
Yakushiji apuntó que en la actualidad hay demasiadas personas de edad avanzada en puestos clave del gobierno japonés y que eso enlentece los procesos de reforma. También abogó por una purga de izquierdistas en los sindicatos.
Japón necesita ejecutivos bancarios dispuestos a decidir a qué compañías es preciso llevar a la quiebra y eliminar del mercado, según Adam Posen, especialista en el sistema financiero japonés del Instituto de Economía Internacional, con sede en Washington.
El terrible sistema bancario de Japón fue el responsable de destripar a la tremenda capacidad productiva de ese país, mientras los políticos gobernantes traicionaron al pueblo japonés, sostuvo Posen en el seminario.
Sin embargo, el especialista afirmó que es optimista porque la alta capacidad de innovación tecnológica de Japón permanece intacta.
Nada fundamental ha cambiado desde (el auge de la industria japonesa en) los años 70 y 80, y bastaría un sistema bancario que funcione bien para resolver los problemas de Japón, aseguró.
Entre esos problemas está un valor artificialmente alto del yen, que estimula las importaciones, en especial provenientes de China, Corea del Sur y Taiwán, y perjudica a los exportadores.
El producto interno bruto (PIB) ha crecido en promedio apenas uno por ciento anual desde 1992, pese a la drástica reducción de tasas de interés dispuesta para desalentar el ahorro, estimular el consumo y reactivar la economía, afectada por una deflación.
La deflación es una caída generalizada del precio de bienes y servicios, no debida a la disminución de costos locales de producción, que causa la contracción del PIB en términos monetarios y hace que la población posponga gastos, porque espera que el valor de su dinero siga en aumento. (FIN/IPS/tra- eng/ts/js/mp/if/02