Representantes de la sociedad civil y del mundo de los negocios transnacionales discutirán cara a cara desde este viernes, en la capital checa, sobre la brecha mundial entre ricos y pobres.
Entre los 44 panelistas participantes en ese debate estarán personas tan distintas como la activista francesa Susan Sonntag y el empresario suizo Heinz Rothermund, ex ejecutivo de la compañía petrolera Shell.
Sonntag afirma que las transnacionales han maniobrado en forma brillante en cumbres convocadas por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para impedir la aprobación de normas que las hagan responsables de sus actos.
Rothermund dice, en cambio, que esas firmas han aprendido por las malas a reconocer que son responsables ante muchos y diversos actores sociales.
Sonntag considera obvio que la idea del lucro privado como base de la sociedad sólo puede provenir de idiotas. Rothermund sostiene que el lucro de interés público, porque constituye un fundamental ingrediente del progreso y el éxito sociales.
Sonntag y Rothermund tienen tan poco en común como el estadounidense Rufus Yerxa, subdirector general de la Organización Mundial del Comercio, y el indio Anuradha Mittal, activista por seguridad alimentaria, quienes también asistirán a la VI conferencia Tendiendo puentes sobre las brechas mundiales.
Otros participantes serán el economista estadounidense Jeffrey Sachs, el ambientalista británico Edward Goldsmith, pionero de esa forma de activismo en su país, el chileno Eduardo Aninat subdirector gerente del Fondo Monetario Internacional, y la directora de la agencia de cooperación holandesa Novib, Sylvia Borren.
La conferencia se ha realizado cada año desde 1997 con el auspicio de la fundación Forum 2000, lanzada en 1996 por el presidente checo Václav Havel, el filántropo japonés Yohei Sasakawa, presidente de la Fundación Nippon, y el rumano Eli Wiesel, ganador del premio Nobel de la Paz en 1986.
En los últimos cinco años, esos encuentros han sido una excepcional oportunidad para el debate entre representantes de puntos de vista opuestos sobre la globalización, y en esta ocasión la oportunidad es especialmente valiosa, porque la probable guerra en el Golfo amenaza con dividir aun más al mundo.
Sonntag y Rothermund participaron en un debate previo a la conferencia mediante Internet, la red mundial de computadoras, sobre la pregunta ¿Hay una brecha entre el interés público y el lucro privado?.
La activista opinó que esa brecha existe y aumenta. Es un mito que las grandes corporaciones transnacionales brindan gran cantidad de empleos. Su oferta de trabajo es muy escasa, en relación con su tamaño y sus ventas, señaló.
De 1993 a 1997, las 20 mayores corporaciones electrónicas y de computación aumentaron 16,5 por ciento sus ventas, mientras el número de sus empleados disminuía 4,3 por ciento, según estadísticas de la ONU, indicó.
En el mismo periodo, las 11 mayores firmas productoras de automóviles y neumáticos aumentaron 25 por ciento sus ventas y disminuyeron 6,8 por ciento su fuerza de trabajo, y las 11 mayores petroleras incrementaron 18,8 por ciento sus ventas mientras reducían 24,4 por ciento su cantidad de trabajadores, según la misma fuente, añadió.
Rothermund alegó que sólo las compañías rentables pagan impuestos, brindan empleo de largo plazo y pagan nuestras pensiones, mediante dividendos y aumentos de valor.
Esas firmas también se desempeñan mejor en términos de presencia social y administración de asuntos ambientales, si las evaluamos en función de los objetivos del desarrollo sustentable, aseguró.
El secretario general de la ONU, Kofi Annan, lanzó en julio de 2000 la iniciativa Pacto Mundial, para promover el compromiso voluntario de empresas con principios que incluyen el respeto del ambiente y de derechos laborales, mediante la cooperación con agencias de la ONU y organizaciones de la sociedad civil, pero no hay acuerdo sobre los resultados de ese proyecto.
Inciativas como la del Pacto Mundial son los más claros signos de decadencia del sistema de relaciones internacionales, afirmó Roberto Savio, fundador y presidente emérito de la agencia de noticias IPS (Inter Press Service).
No hay evidencia seria de que (las corporaciones) hayan abandonado su misión genética de lucrar, para asumir algunos de los valores sociales que deberían guiar a las instituciones políticas, opinó Savio, integrante del comité directivo del Foro Social Mundial, una amplia coalición de la sociedad civil.
Sin embargo, comienza a discutirse el germen de nuevos criterios sobre la responsabilidad de las corporaciones, en función de principios públicos y sociales, y en pocos años veremos a dónde conduce eso, añadió.
La ONU no puede controlar el cumplimiento del Pacto Mundial por parte de las compañías que lo aceptan formalmente, y todo el llamado movimiento corporativo por responsabilidad social corporativa me parece orientado a la autorregulación corporativa, comentó Sonntag.
Las compañías maniobraron en forma brillante, en Río (de Janeiro, en la Cumbre de la Tierra de 1992) y luego en Johannesburgo (en la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Sostenible realizada este año en esa ciudad del noreste de Sudáfrica) para lograr su principal meta: evitar cualquier norma o mecanismo que las responsabilice ante alguien más que sus accionistas, dijo.
La sociedad civil deberá tratar de vigilar la conducta de las compañías, pero la cantidad de tareas que se espera que realice la sociedad civil, y que deberían estar a cargo de organismos nacionales o internacionales, deja bastante exhaustas a las personas involucradas, voluntarias en su mayoría, apuntó Sonntag.
Rothermund dijo que las corporaciones no deben ser culpadas por la conducta de sus ejecutivos, ya que la conducta es individual y las compañías sólo brindan identidad.
Rothermund preguntó si los códigos de conducta aprobados por corporaciones fueron acompañados por esfuerzos similares de políticos y activistas.
Las discrepancias entre activistas y empresarios no ocultan la creciente certeza de que el planeta está en peligro, que lleva a un urgente diálogo sobre estrategias de supervivencia. (FIN/IPS/tra-eng/ak/ss/mp/dv/02