La reputación de China como cuna de una gran tradición culinaria peligra debido a la proliferación de casos de intoxicación por consumo de alimentos en mal estado o contaminados, a menudo de manera deliberada.
Miel contaminada con cloranfenicol, un antibiótico prohibido como aditivo de alimentos, llegó al mercado e incluso se exportó a Estados Unidos. Arroz mohoso recibe un tratamiento con aceite mineral para que luzca limpio y brillante. Restaurantes utilizan con frecuencia sal industrial en lugar de sal de mesa.
En el tradicional Festival Lunar, que se celebra desde el 21 de este mes, los chinos pasan largo rato observando la Luna, disfrutando espectáculos de fuegos artificiales y admirando la gran cantidad de comida que la floreciente economía ayudó a poner sobre la mesa.
Pero los últimos casos de intoxicación demuestran que la situación en la industria alimentaria está lejos de ser la ideal.
¿Comiste?, la fórmula usual de saludo en China, deja en evidencia la importancia de la alimentación en una cultura marcada por siglos de escasez. Pero pronto podría surgir otra fórmula, bromea la cocinera Lang Haohe, de Beijing: ¿Cómo está tu estómago?
A fines de este mes, 110 niños de la septentrional provincia de Hebei ingresaron a diversos hospitales con dolor de estómago y de cabeza después de comer pollo frito, pan y alimentos envasados que compraron a un vendedor callejero frente a la escuela.
Más de 400 personas, la mayoría estudiantes y obreros de la construcción, ingresaron el 14 de este mes al hospital de la central ciudad de Tangshan luego de ingerir raticida introducido en sus alimentos, adquiridos en el mismo comercio.
Las autoridades afirmaron que el saldo fue de 38 muertes, pero residentes de Tangshan afirman que fueron muchas más. Fue el principal caso de intoxicación en la historia de China del que se tenga registro.
El temor que originó el episodio no se calmó cuando se supo que el envenenamiento fue deliberado, obra de un competidor del comercio que sufrió la conspiración.
Los alimentos intoxicados causaron el año pasado 146 muertes y afectaron a más de 15.000 personas en China, informaron medios periodísticos estatales. El gobierno lanzó una campaña nacional contra los alimentos adulterados y de mala calidad.
Cuando se acercaban el Festival Lunar de 2001, el canal de televisión estatal CCTV acusó a una conocida panadería de la central ciudad de Nanjing de utilizar el relleno dulce que les había sobrado el año anterior para elaborar las típicas tortas lunares.
La mayoría de los problemas de sanidad alimentaria en este país en desarrollo de 1.300 millones de habitantes tienen su origen en la contaminación del suelo y del agua, lo que se agrava por el escaso control oficial de la producción y almacenamiento de alimentos y la falta de recursos del sistema de salud.
Buena parte de la contaminación se originó en los primeros decenios del régimen comunista, iniciado en 1949, cuando el gobierno alentó un rápido crecimiento de la producción agrícola mediante el uso masivo de pesticidas.
De todos modos, algunos de los últimos casos de intoxicación fueron obra de otro tipo de imprudencias. Fabricantes de alimentos suelen vender sus productos más allá de la fecha de vencimiento, e incluso los mezclan con aditivos para aumentar su peso.
La codicia llevó a algunos inmorales a ignorar las leyes, y así adulteran e incluso utilizan productos tóxicos en la producción de alimentos, dijo el legislador Peng Peiyun, a quien el gobierno encargó una investigación sobre la aplicación de la ley nacional sobre higiene alimentaria, en vigor desde 1995.
La industria alimentaria, que reúne a cinco millones de compañías, se convirtió hace cinco años en el principal sector económico de China en términos de producción. Los alimentos representan 40 por ciento del total del consumo en este país, según la Asociación de Consumidores.
Pero los alimentos tóxicos le han ocasionado problemas a China incluso fuera de fronteras, como en el caso de la miel contaminada con cloranfenicol. Este país exporta verduras, carne y productos del mar a más de 40 naciones.
La Unión Europea prohíbe la importación de pollo, camarones y gambas de China, entre otros productos, por temor a que estén también contaminados con cloranfenicol.
Por su parte, Japón prohíbe la importación de productos agrícolas chinos debido a la persistencia de los pesticidas en el suelo.
Las autoridades de China esperan que sus exportaciones de alimentos aumenten, gracias a su ingreso a la Organización Mundial de Comercio.
Este país también podrá ahora utilizar los mecanismos del organismo para presionar por el levantamiento de barreras no arancelarias a sus productos, como las de carácter sanitario. (FIN/IPS/ab/aag/mj/he dv/02