El primer ministro de Japón, Junichiro Koizumi, visitará Corea del Norte este martes, con la esperanza de mejorar relaciones bilaterales muy deterioradas en las últimas décadas.
El viaje a Pyongyang de Koizumi, anunciado el 30 de agosto, será el primero de un gobernante japonés desde la segunda guerra mundial, e incluirá una reunión con el gobernante norcoreano Kim Jong Il.
Los asuntos pendientes se relacionan con el dominio colonial japonés sobre la península coreana, de 1910 hasta el fin de la segunda guerra mundial en 1945, el presunto secuestro de 11 ciudadanos japoneses por agentes de Pyongyang en los años 70 y 80, e incursiones de buques espías norcoreanos en aguas japonesas en los últimos años.
Japón no tiene relaciones diplomáticos normales con Corea del Norte, aunque normalizó sus vínculos con Corea del Sur en 1965.
El alineamiento de Tokio con Washington desde el fin de la segunda guerra mundial complicó aún más sus vínculos con el régimen comunista norcoreano, que se mantiene desde 1948.
A comienzos de este año, el presidente estadounidense George W. Bush se refirió a Corea del Norte como uno de los integrantes de un eje del mal, junto con Irán e Iraq, y eso creó nuevas dificultades para un eventual acercamiento de Tokio y Pyongyang.
Kim Jong Il intentó en los últimos años romper el aislamiento internacional de su país, mediante viajes a China y Rusia, e inició conversaciones sobre una eventual reunificación con Corea del Sur, impulsada por el presidente sudcoreano Kim Dae Jung, pero tales iniciativas fueron frenadas por la hostilidad de Bush.
Muchos japoneses miran con recelo a Pyongyang debido a una serie de incidentes de los últimos años, entre ellos los presuntos secuestros y el lanzamiento experimental en 1998 de un misil norcoreano que sobrevoló territorio japonés.
Funcionarios de Tokio advierten que la cuestión de los 11 desaparecidos es el primer requisito indispensable para avanzar hacia la normalización de relaciones con Pyongyang.
Japón es el único país marcado como blanco de un agresión norcoreana, y es por eso que el mundo observará con mucha atención la visita de Koizumi, opinó el director de la Oficina de Política de Defensa japonesa, Takemasa Moriya.
El gobierno de Corea del Norte me aseguró que se ocupará de la cuestión de los secuestros, dijo Koizumi al realizar el anuncio de su viaje, que hizo subir su popularidad en encuestas de opinión de 43 a 51 por ciento de los consultados, según el diario Asahi Shimbun.
Funcionarios de Japón piensan que los secuestrados son obligados a enseñar el idioma y las costumbres japonesas a norcoreanos que luego se infiltran en el país para cumplir misiones de espionaje, relacionadas con asuntos militares, políticos y tecnológicos.
Una norcoreana condenada como espía responsable de un atentado realizado en 1987 contra un avión de pasajeros, que causó la muerte de 155 personas, declaró que un ciudadano de Japón secuestrado en su país le había enseñado a hablar japonés.
El gobierno también afirma que espías norcoreanos usan falsos pasaportes japoneses para ingresar a Japón y a otros países.
Pyongyang alega que las acusaciones de secuestro son falsas, pero en los últimos tiempos sostiene que desea colaborar con la búsqueda de las 11 personas desaparecidas.
Shigeru Yokota, cuya hija Megumi desapareció en 1977 cuando tenía 13 años, expresó el miércoles su optimismo sobre el viaje de Koizumi.
Espero contra todos los pronósticos que el primer ministro regrese con evidencia sobre el paradero de mi hija y otras personas desaparecidas, y ese resultado es el único que permitiría considerar exitosa la visita, opinó.
La experiencia nos ha enseñado que dialogar con Kim Jong Il no es fácil y puede conducir a fracasos, comentó el experto en asuntos coreanos Toshiyuki Shikata, profesor de la Universidad de Tokio.
Anteriores intentos de negociación entre Tokio y Pyongyang terminaron con malentendidos y disputas, y varios encuentros entre funcionarios norcoreanos y representantes de la Cruz Roja japonesa fueron estériles.
Cincuenta y tres por ciento de los entrevistados por el Asahi Shimbun expresaron gran o alguna esperanza de que el viaje de Koizumi mejore las relaciones con Corea del Norte, y 46 por ciento dijeron que tenían escasa o nula esperanza en la materia.
Por otra parte, sólo 28 por ciento de los consultados opinaron que esa visita implicaría avances para aclarar la cuestión de los desaparecidos, y 64 por ciento dijeron que no habría avances en ese asunto.
Sin embargo, hay factores que pueden contribuir al éxito de Koizumi.
Corea del Norte padece importantes problemas económicos, agravados en los últimos años por sequía y crisis alimentaria, y entre las consecuencias de esa situación está el aumento del número de personas que buscan refugio en China y otros países vecinos.
En los últimos tiempos, Kim Jong Il implementa una nueva política para atraer inversiones extranjeras que ayuden a superar esas dificultades, mediante asociaciones en las cuales Pyongyang acepta ser socio minoritario.
En ese marco, el poderío económico japonés brinda a Koizumi importantes herramientas de presión para negociar.
Sin embargo, la visita puede ser apenas un espectáculo, y eso significaría un devastador golpe contra las esperanzas del primer ministro y de los familiares de desaparecidos, advirtió la semana pasada el periódico Shukan Bunshun. (FIN/IPS/tra- eng/sk/js/mp/ip/02