Estados Unidos mezcla intereses petroleros con la campaña mundial contra el terrorismo en su plan para derrocar al presidente de Iraq, Saddam Hussein, afirman expertos franceses.
La intención de desalojar por las armas a Saddam Hussein del poder tiene escasa relación con la lucha contra el terrorismo, aseguró el experto en asuntos iraquíes François Lafargue, profesor de Geopolítica de la parisina Universidad de Saint-Quentin.
El control de las reservas petroleras parecen ser el principal objetivo estratégico de la guerra prevista, según Lafargue.
Medio Oriente produce 65 por ciento del petróleo mundial e Iraq cuenta con las segundas reservas de crudo, detrás de Arabia Saudita. Expertos prevén que Iraq podría producir mucho más, pues su territorio no ha sido aún explorado intensivamente.
Por otra parte, la producción en Iraq es más barata: un barril de 159 litros de petróleo cuesta allí 70 centavos de dólar, ante los ocho dólares que insume en Asia central, otra zona poco explotada, según Lafargue.
Estados Unidos podría obtener, mediante el control de los campos petroleros de Medio Oriente, una gran influencia sobre los países dependientes de la importación de crudo, según el experto francés.
El gobierno estadounidense tiene especial interés en impedir que China logre aumentar su poder político y económico, y no pierde de vista que ese país deberá importar en 2020 desde Medio Oriente la mitad del petróleo que consume, según Lafargue.
Pero el petróleo iraquí en sí mismo no es el principal interés de Washington, agregó. Menos de un tercio del crudo que Estados Unidos consume procede del Golfo, pues sus principales proveedores son países de América Latina, como México y Venezuela, y de Africa subsahariana, como Angola y Nigeria, dijo.
En ese sentido, el principal comentarista de asuntos internacinales del diario parisino Le Mond, Bertrand Le Gendre, mencionó los discretos viajes realizados por el secretario de Estado (canciller) estadounidense, Colin Powell, a Angola y Gabón.
Le Gendre sostuvo que Powell tenía la intención de asegurarse las ventas de esos países africanos en caso de que una invasión a Iraq envíe los precios a las nubes. El columnista indicó, de todos modos, que los planes de guerra tienen olor a petróleo.
El gobierno de los dos países africanos visitados por Powell son objeto de frecuentes acusaciones de corrupción y autoritarismo, similares a las que suelen difundirse contra el iraquí Saddam Hussein.
Angola es gobernado desde 1975 por el ex marxista José Eduardo dos Santos, a quien Estados Unidos quiso enviar al infierno durante muchos años, dijo Le Gendre. Mientras, el presidente Omar Bongo llegó al poder en Gabón tras un sangriento golpe de Estado en los años 60.
Estados Unidos desea controlar el gobierno de Iraq para contrarrestar las nuevas tensiones con Arabia Saudita y dominar nuevas fuentes de petróleo, según Le Gendre.
Descubrir que la mayoría de los que cometieron los atentados del 11 de septiembre de 2001 contra Nueva York y Washington eran sauditas significó el fin del pacto de cooperación firmado en 1945 por el presidente estadounidense Franklin D. Roosevelt y el rey Ibn Saud de Arabia Saudita, afirmó.
El régimen saudita no tuvo participación directa en los atentados, pero tenemos evidencias de que personas vinculadas directamente con el Estado saudita financiaron organizaciones asociadas con el terrorismo, dijo a IPS el experto francés en asuntos de inteligencia Jean-Charles Brisard.
Brisard participa como investigador en la acción judicial por compensaciones presentada en Nueva York por familiares de víctimas de los atentados de septiembre pasado, concentrada en el vínculo entre el régimen saudita y el líder islámico Osama bin Laden, a quien Washington responsabiliza de la operación.
Estados Unidos bloqueó pesquisas de inteligencia sobre radicales islámicos porque afectarían la relación con Arabia Saudita, según un libro coescrito por Brisard titulado Osama bin Laden, la verdad prohibida .
Hasta agosto de 2001, Estados Unidos dialogaba con el régimen de Talibán, que entonces controlaba la mayor parte del territorio de Afganistán y refugiaba a Bin Laden, para construir un oleoducto entre Asia central y el océano Indico.
Las negociaciones frasasaron y los atentados de septiembre de 2001 impidieron nuevas gestiones, según el libro coescrito por Brisard. (FIN/IPS/tra-eng/jg/ss/mj/ip/02