EEUU: ”Halcones gallinas” contra militares pacifistas

El gobierno estadounidense procesa un extraño debate interno sobre planes para atacar a Iraq, que son criticados por veteranos de guerra pacifistas y defendidos por civiles sin experiencia bélica a quienes sus detractores llaman ”halcones gallinas”.

Halcón gallina es ”el ocupante de una posición pública, por lo general varón, que (1) tiende a proponer soluciones militares para problemas políticos, pero (2) no quiso aprovechar una gran oportunidad de prestar servicio militar en tiempo de guerra”, según la revista The New Hampshire Gazette, que mantiene una base de datos sobre el asunto.

Esa descripción se aplica a la mayoría de los altos funcionarios belicistas, empezando por el presidente George W. Bush, que tenían edad para cumplir servicio militar obligatorio durante la guerra de Vietnam, desde los años 60 hasta 1975.

Bush no cumplió su conscripción en Vietnam, sino que fue asignado a la Guardia Nacional del meridional estado de Texas, en el cual nació. Esa era una forma de eludir el servicio militar reservada para ”hijos de los poderosos” según el secretario de Estado, Colin Powell.

Powell, ex jefe del Estado Mayor Conjunto, es único ministro con experiencia bélica y la figura más notoria entre los militares que se oponen a una campaña en Iraq.

El mes pasado, un alto funcionario del Departamento de Estado señaló a un numeroso grupo de militares que ”hay más experiencia de combate” en la dirección de ese ministerio que en las oficinas de Donald Rumsfeld, secretario de Defensa.

”Esa frase fue seguida por un estruendo de aplausos”, aseguró un participante en la reunión a Chris Nelson, director del boletín Nelson Report, que se distribuye en organismos gubernamentales y embajadas.

El vicepresidente Dick Cheney ni siquiera llegó a ponerse un uniforme, y afirma que ”tenía otras prioridades en los años 60”.

Rumsfeld fue piloto de aviones de guerra entre las guerras de Corea y Vietnam, y nunca participó en combate.

La experiencia bélica es aun menor en el nivel jerárquico inmediatamente inferior.

El belicista jefe del equipo de Cheney, I. Lewis Libby, pasó los años de la guerra de Vietnam en las universidades de Yale y Columbia. Los principales colaboradores de Rumsfeld en la misma franja de edades, Paul Wolfowitz y Peter Rodman, también se dedicaron a estudios universitarios en ese periodo.

El más entusiasta defensor del ataque a Iraq en el Pentágono (Ministerio de Defensa) es Douglas Feith, quien cumplió 18 años, la edad mínima para cumplir servicio militar obligatorio, después de que dejó de aplicarse la conscripción.

Otros destacados belicistas son Elliott Abrams, miembro del Consejo Nacional de Seguridad, y John Bolton, subsecretario de Estado para Control de Armas y Estrategia Militar. Ambos se libraron de cumplir servicio militar por razones médicas, según la versión oficial.

El 20 de septiembre, nueve días después de los atentados en Nueva York y Washington, se dio a conocer una carta abierta a Bush para pedir la inclusión de la Autoridad Nacional Palestina, Irán, Iraq, Libia y Siria entre los blancos de la campaña antiterrorista lanzada por el mandatario.

Sólo tres de las 32 personas que firmaron vistieron alguna vez un uniforme.

Uno de los principales miembros de ese grupo es Richard Perle, presidente de la Mesa de Política de Defensa del Pentágono, quien pasó los años del conflicto de Vietnam en la Universidad de Chicago, junto con Wolfowitz.

Perle es notorio por encabezar un grupo de expertos en seguridad nacional y comentaristas en medios de comunicación que defienden al derechista partido israelí Likud, del actual primer ministro Ariel Sharon.

”Me pregunto si el señor Perle querrá estar en la vanguardia de la conquista de Bagdad”, comentó el senador Chuck Hagel, del gobernante Partido Republicano y veterano condecorado del conflicto de Vietnam, uno de los legisladores con experiencia bélica que se oponen a la fracción belicista de Washington.

Los halcones-gallina ”encaran el asunto desde una perspectiva intelectual, sin haber visto en selvas o trincheras cómo le volaban la cabeza a sus amigos. Trato de hablar en nombre de esos fantasmas del pasado”, dijo Hagel.

”Me parece interesante que muchos de los quieren precipitar al país hacia la guerra, y piensan que todo será rápido y fácil, sean personas que no saben nada sobre la guerra”, añadió.

El ultrabelicista Frank Gaffney, director del Centro de Políticas de Seguridad y protegido de Perle, eludió el servicio militar durante la Guerra de Vietnam.

”Es muy interesante que todos los generales vean la cuestión del mismo modo, contra la opinión de quienes nunca hicieron un disparo”, apuntó la semana pasada el general retirado Anthony Zinni, ex jefe del Comando Central, cuyo ámbito de acción incluye el Golfo.

El general retirado Norman Schwarzkopf, famoso por su papel en la Guerra del Golfo contra Iraq de 1991, también ha expresado fuertes dudas sobre la conveniencia de una nueva campaña en la región.

Scharzkopf y los demás críticos militares temen ante todo que la posguerra en Iraq imponga a las Fuerzas Armadas estadounidenses una misión política imposible, aunque también advierten que la guerra no sería el ”paseo” que pronostica Perle.

”¿Realmente queremos ocupar Iraq durante los próximos 30 años?”, preguntó el ex secretario de la Marina de Guerra y veterano de Vietnam James Webb, en una columna publicada el miércoles por el diario The Washington Post.

Los halcones-gallina contraatacan con el famoso argumento del ex primer ministro francés Georges Clemenceau (1841-1929): ”la guerra es demasiado importante para dejarla en manos de los generales”.

”Una y otra vez, en los años 90, los generales con experiencia bélica directa se equivocaron al pronosticar que pasaría si íbamos a la guerra, y los civiles sin esa experiencia acertaron”, arguyó Peter Beinert, director del semanario neoconservador The New Republic.

Beinert criticó a Powell por no haber terminado la Guerra del Golfo con la conquista de Bagdad, y por oponerse a la intervención estadounidense en Bosnia-Herzegovina.

Los civiles comprendieron mejor el contexto político en ambos casos, y los mulitares de alto rango tienden a sobreestimar al enemigo desde la Guerra de Vietnam, alegó.

The Chicken Hawks are also warning the uniformed military to keep their reservations to themselves.

Los altos funcionarios militares tienen ”la obligación de expresar sus puntos de vista con franqueza y en privado, pero también la de no hacerlos públicos”, sostuvo hace dos semanas Eliot Cohen, un académico vinculado con Perle y firmante de la carta a Bush del 20 de septiembre.

El último libro de Cohen, titulado ”Comando supremo”, aboga por la supremacía civil en tiempos de guerra, y sostiene que los altos militares tienden a ser cautelosos en exceso. Bush comentó que leía ese libro durante sus vacaciones de verano (boreal) en Texas. (FIN/IPS/tra-eng/jl/mp/ip/02

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