Investigadores del Museo del Templo Mayor, en la capital mexicana, divulgarán el modo en que lograron rescatar de las entrañas de la tierra los vestigios del centro ceremonial prehispánico más importante de Mesoamérica.
El proceso de reconstrucción del espacio sagrado que albergó al menos 78 edificios en la gran Tenochtitlán, fundada en 1325, quedará plasmado en una serie de actividades del 7 de este mes al 26 de octubre.
La celebración de los 15 años de existencia del Museo del Templo Mayor coloca en primer plano los frutos de la labor del equipo de arqueólogos responsables de sacar a la luz datos para la mejor comprensión de la cultura azteca, explicó a IPS el director de la entidad, Juan Alberto Román.
El rescate de los restos del centro ceremonial, sus objetos y edificios asociados forma parte del denominado Proyecto del Templo Mayor (PTM), concebido en 1978 como consecuencia del hallazgo fortuito del monolito de la diosa Coyolxauhqui, precisó.
Trabajadores de la compañía estatal de luz se toparon una madrugada de 1978 con la escultura monumental, y ese suceso determinó la decisión oficial de intensificar los trabajos de exploración de un área de 4.000 metros cuadrados.
El resultado de los trabajos para recuperar, conservar e investigar los objetos en esa zona será difundido por medio de talleres, conferencias, exposiciones y un amplio programa de música, poesía y cine a lo largo de siete semanas, informó Román.
Excavar, analizar e interpretar el contenido de más de 100 ofrendas y esculturas recuperadas de lo que fue la gran plaza involucró el trabajo de 12 arqueólogos y cuatro restauradores, añadió.
El Museo del Templo Mayor es visitado por 500.000 personas cada año y posee 12.500 piezas, de las cuales 60 por ciento está en exhibición. Investigar y difundir es la tarea cotidiana y principal de la entidad, señaló el arqueólogo.
La gran plaza fue construida por los aztecas como una réplica de la percepción que tenían del cosmos. El Templo Mayor era el centro fundamental de esa cosmovisión.
Para los antiguos habitantes de México en ese lugar se entrecruzaban los niveles celestiales, el inframundo y la tierra habitada por los hombres. También partían de él los cuatro puntos cardinales.
El nivel terrestre tenía un centro ceremonial habitado por el dios viejo y del fuego.
Según el mito de la fundación de Tenochtitlán, el dios Huitzilopochtli ordenó a su pueblo salir de Aztán, su lugar de origen, y asentarse donde fuera encontrada una águila posada sobre una tierra y devorando una serpiente. Esa búsqueda representó un centenario peregrinaje.
La leyenda es mencionada en un códice hispano del siglo XVI, pero los hechos históricos probables refieren que cuando los aztecas llegaron al lago de Texcoco existían ya otros pueblos, lo que habría obligado a los también llamados mexicas a vivir bajo condición de foráneos y a pagar tributo.
El poderío azteca sería levantado luego de su independencia, en 1428, mediante una bien ganada reputación de pueblo guerrero. Esa característica trazó el expansionismo territorial azteca.
El espacio sagrado delimitado dentro de la gran plaza creció junto con el poder de dominación de los aztecas hasta llegar a ser el centro ceremonial más importante de Mesoamérica, el área que abarcan hoy México y América Central, a la llegada de los españoles a la zona, en 1521.
Del Templo Mayor, el edificio más grande, ha quedado al descubierto un área de hectárea y media, donde fue construido el museo, explicó el arqueólogo Román.
Las tareas de salvamento de ese capítulo del pasado histórico del país han representado desafíos inéditos por las características de la capital mexicana, cuyo subsuelo es considerado una auténtica telaraña de cables y tuberías de electricidad, agua y teléfono, refirió Román.
Por lo tanto, las labores del Museo del Templo Mayor deben desarrollarse en coordinación con el gobierno de la ciudad de México, con 20 millones de habitantes, agregó.
Un Programa de Arqueología Urbana es llevado a cabo en al menos 10 predios, y de él pudo determinarse la evolución del antiguo recinto ceremonial México-Tenochtitlán.
Román relató a IPS un hallazgo de incalculable valor. El 15 de agosto se reportó la localización de un muro que podría ser evidencia de los límites del recinto ceremonial.
Gran cantidad de estudiosos han intentado determinar el perímetro del sitio, y algunos coinciden en que habría cubierto alrededor de 500 metros por lado, equivalentes a unas siete manzanas o bloques urbanos en el corazón de la ciudad de México.
El área de estudio estaría limitada al norte con el Palacio Nacional y frente a la fachada principal de la Catedral Metropolitana.
Las investigaciones sobre la etapa colonial (1521-1821) revelan las intenciones de los conquistadores de borrar toda huella del centro fundamental de la cultura mexica, hasta lograr a la total destrucción del espacio sagrado.
El Programa de Arqueología Urbana permitió además definir cómo se fue transformando el centro capitalino, e importantes capítulos históricos a lo largo de siete siglos serán narrados por los investigadores del museo, dijo Román.
Anécdotas y detalles del rescate o salvamento arqueológico, incluidos datos destacados que están siendo todavía procesados serán el tema de las charlas de los especialistas.
Casi todos los objetos encontrados en el Templo Mayor proceden de ofrendas tributadas a los dioses en complejos rituales e incluyen esculturas, pedernales, vasijas y ornamentos, así como piezas de minerales, plantas y restos de animales y humanos que fueron sacrificados.
En la sala del Museo del Templo Mayor dedicada al autosacrificio pueden conocerse las características de una manifestación ritual celebrada en la intimidad, como un acto personal de comunicación con los dioses y ampliamente practicada entre la población.
Los rituales funerarios y la identificación del sexo por métodos moleculares de infantes sacrificados son algunos de los temas de las conferencias de los arqueólogos. (FIN/IPS/pf/dm/cr/02