(Arte y Cultura) LIBROS-CACHEMIRA: Elegía sobre el paraíso perdido

El último libro de la escritora hindú Sudha Koul es mucho más que una compilación de ”memorias sobre Cachemira”, como ella lo llama en el subtítulo. Es una elegía sobre la caída del aislado valle del Himalaya que Pakistán e India se han disputado por décadas.

”The Tiger Ladies” (”Las damas tigre”) narra la historia de Cachemira mediante testimonios y experiencias de mujeres comunes, entre ellas familiares de la propia autora. Su título alude a diosas hindúes que viajan sobre tigres y que tienen su templo en la ciudad de Jammu.

El libro aborda la cultura sincretista cachemira con una mirada a las ricas tradiciones de una zona única en Asia meridional.

Pero el libro se concentra en la historia de los hindúes cachemiros, los llamados ”pandits”, afectados por años de conflicto con la población musulmana que constituye la mayoría del estado indio de Jammu y Cachemira.

Koul afirma, apoyada en sus recuerdos infantiles, que antes de las guerras entre India y Pakistán, Cachemira ”era el lugar más maravilloso del mundo”, donde musulmanes e hindúes estaban unidos por una identidad común.

El valle de Cachemira, según el presidente de Pakistán, Pervez Musharraf, es el ”trabajo no terminado de la Partición”, el plan por el cual el territorio en Asia meridional que pertenecía al imperio de Gran Bretaña fue dividido en dos países, uno musulmán y otro hindú.

Pakistán intentó en varias ocasiones desde 1947 lograr el control de Cachemira, a veces con su propio ejército, enfrentado con los mejor preparados soldados indios, y en otras ocasiones a través de combatientes irregulares, por lo que Nueva Delhi que acusa a Islamabad de promover el ”terrorismo transfronterizo”.

Primero fueron los ”kabailis”, afganos a los que se atribuyen saqueos, robos y violaciones. Ahora, son los ”jihaidistas”, combatientes islámicos en la mira de Estados Unidos desde el 11 de septiembre de 2001, cuando Nueva York y Washington sufrieron graves atentados que abrieron la ”guerra mundial contra el terrorismo”.

Koul, nacida en Cachemira, describe en su libro cómo los kabailis se vieron obligados a abandonar el valle, que habían invadido en 1947, ante una fuerte resistencia por parte de cachemiros musulmanes e hindúes.

El entonces maharajá hindú de Cachemira Hari Singh, que al principio quería permanecer neutral, optó por integrar el estado a India a cambio de ayuda militar y de que se realizara un referendo sobre su futuro, aunque la consulta popular nunca se realizó.

Koul cuenta en el libro cómo su abuela le advertía sobre los kabailis, que venían a Cachemira ”cazando infieles, tesoros y mujeres hermosas”.

Como otros hindúes residentes en el valle, Koul y su familia se escondieron en la casa de sus vecinos musulmanes para evitar que los kabailis los encontraran, hasta que llegó el ejército de India.

”Estoy en el vientre de mi madre, y ella también está escondida en la oscuridad, esperando ser liberada con el resto de la familia”, escribe Koul en su libro.

”Los kabailis fueron expulsados sin alfombras, sin infieles y sin mujeres hermosas, pero con los dientes de oro que le sacaron a unas monjas irlandesas desamparadas”, añade la elegía.

Pero el verdadero conflicto sólo vino después de los kabailis.

Pakistán e India se enfrentaron en dos guerras por el territorio, que derivaron en la separación de la provincia en una zona pakistaní y otra india, divididas por la denominada ”línea de control” trazada por la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

Cachemira también sufrió los efectos de la guerra de los ”mujaidines” (otra denominación para los combatientes islámicos) de Afganistán contra la invasión soviética en los años 70 y 80.

”En un breve periodo de tiempo, la violencia en Cachemira pasó a ser parte habitual de los diarios. El valle se llenó de rifles Kalashnikov y de productos contrabandeados de Afganistán. Cada joven cachemiro era un militante”, recuerda Koul.

Koul acusa al gobierno indio, para el que trabajó como alta funcionaria administrativa, por su mala gestión del problema cachemiro.

”Hay muchos ejemplos de mala administración, humillación y falta de visión por parte del gobierno indio, que incluso digustó a muchos musulmanes cachemiros aliados”, afirmó la escritora.

La confianza que existía entre musulmanes e hindúes cachemiros gracias a las tradiciones comunes se deterioró por completo desde que los hindúes comenzaron a abandonar el valle ante los constantes ataques de los fundamentalistas.

Para Koul, la tragedia está mejor representada por Fatha, una vendedora de pescado que terminó loca cuando se enteró de que su hijo, que se había unido a las milicias islámicas, fue torturado hasta la muerte por la policía india.

Koul recuerda también la agonía de su madrastra en el exilio, cuando era tratada en un hospital de Nueva Jersey por dos médicos cachemiros, uno hindú y otro musulmán.

”Ellos la llamaban 'madre', porque ella los amaba como a sus propios hijos. Sospecho que para los médicos como para nosotros, ella era una reliquia del tiempo de oro de Cachemira”, escribió Koul. (FIN/IPS//rdr/js/rp/cr/02

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