La cineasta chilena Marcela Said, luego de su aplaudido y sugerente documental I love Pinochet, se apresta a abordar otro asunto espinoso como es filmar el alma de los seguidores del Opus Dei, que viajarán en masa a Roma para la canonización el 6 de octubre de Josemaría Escrivá de Balaguer.
El Opus Dei es un tema que en Chile nadie trata, del que se habla mucho, pero no se profundiza. Quiero 'hacer' mi mirada sobre él. Me gustan los desafíos, explicó Said el 25 de este mes en Santiago, en un encuentro con estudiantes en la Escuela de Periodismo de la Universidad de Chile.
En la ocasión se exhibió por primera vez en un local universitario I love Pinochet, el documental de 52 minutos que esta cineasta de 30 años y radicada en Francia estrenara en noviembre de 2001, para explicarle a los europeos qué es el pinochetismo.
Said concibió este trabajo durante la detención de 503 días en Londres del ex dictador chileno Augusto Pinochet (1973-1990), quien regresó a Chile en marzo de 2000, luego de que su supuesta demencia lo librara de ser extraditado a España.
En la capital británica se concentró el llamado Piquete de Londres, conformado por chilenos familiares de víctimas de crímenes contra los derechos humanos del ex dictador, muchos de ellos residentes en Europa, que exigían el enjuiciamiento internacional de Pinochet.
Pero allí estuvieron también, en un constante peregrinaje, los partidarios del anciano general, que apoyados por la ex primera ministra británica Margaret Thatcher (1979-1990) y otros conservadores de ese país demandaban la libertad del hombre que salvó a Chile del comunismo.
Fueron los propios pinochetistas los que me dieron el título del documental, con sus poleras con la frase 'I love Pinochet' sobre un corazón rojo, explicó Said.
Para la mayoría de los europeos, ser partidario de Pinochet es como ser partidario de (Adolf) Hitler. No podían creer que tuviera tantos seguidores. Olvidaban que en el plebiscito (presidencial) de 1988 logró un respaldo de 44 por ciento, señaló la cineasta.
Por eso, se propuso incursionar en el universo de adherentes al ex dictador, que no comprende sólo a sectores de altos ingresos favorecidos por el régimen militar, sino también a personas humildes que siguen con devoción al Tata, como llaman a Pinochet.
El gancho para entrar en este mundo fue Mónica Salinas, una rubia ex modelo, ferviente admiradora de Pinochet, que durante las manifestaciones en Londres se vestía con los colores de la bandera de Chile.
Salinas y su entorno de amistades que practican equitación y juegan golf se expresan sin ninguna cortapisa en el documental, con un discurso que reivindica la figura del dictador que puso a Chile en el primer lugar de América Latina.
Pero también está Israel Arcos, habitante de una barriada pobre de Santiago, que tiene su modesta vivienda tapizada desde las paredes hasta la mesa del comedor con motivos que aluden a Pinochet.
Arcos se emociona al escuchar antiguas grabaciones del ex dictador y su hijo vierte lágrimas ante la cámara cuando habla de Pinochet, mientras su hija arremete contra los comunistas que no tienen amor, porque no tienen a Dios en su corazón, y por eso odian al general.
I love Pinochet ha sido exhibido profusamente en la televisión europea. En Santiago recibió este mes el Gran Premio del Festival de Cine Documental Chileno, pero no se ha dado más de cinco veces en este país, siempre en funciones no comerciales.
Said duda de que llegue a mostrarse en las señales de televisión abierta. Este es un país todavía en transición política, muy castrador, donde sigue reinando la censura y, lo que es peor, la autocensura, comentó.
Con esa mirada crítica, la directora abandonó este país luego de estudiar Estética en la Universidad Católica, para seguir cursos de Sociología de la Comunicación en la Universidad de la Sorbona de París.
Con ancestros palestinos, casada con un montajista argentino de origen judío, Marcela tuvo en él a su primer apoyo para lanzarse a la aventura de filmar el pinochetismo, ya que le financió la compra de la cámara digital con que se vino temporalmente desde París a Chile en 2000.
Luego consiguió respaldo para la producción de la firma Pathe, en Francia, y de Imago Producciones, en Chile, pero debió vender todos los derechos de autor del documental a cambio de una buena remuneración como directora.
A los europeos les ha gustado 'I love Pinochet'. El documental está en el estilo de 'filmar al enemigo'. Y en eso fui muy respetuosa. No fui manipuladora. No trabajo nunca con prejuicios. Busco temas que me den ideas y que me aporten. No tengo línea editorial, contó a los estudiantes de periodismo.
Es con esas premisas que Said emprenderá ahora la filmación de un documental sobre los chilenos seguidores del Opus Dei que irán a Roma para la canonización de Escrivá de Balaguer, el fundador de esta controvertida prelatura personal de la Iglesia Católica.
Su proyecto para este nuevo documental logró apoyo del Fondo Nacional para el Desarrollo de las Artes, la entidad gubernamental que financia creaciones artísticas y culturales por la vía de concursos.
Gracias a ese respaldo, Said podrá contar ahora con un equipo integrado por un camarógrafo, un sonidista y una productora, mientras que en I love Pinochet fue ella quien hizo sola gran parte del trabajo de cámaras. (FIN/IPS/ggr/dm/cr/02