El gobierno de Argentina abriga dudas respecto de cómo y cuándo pagar obligaciones de inminente vencimiento a los organismos multilaterales, si no logra antes un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), admitió este martes el ministro de Economía, Roberto Lavagna.
Lavagna respondió a los cuestionamientos del FMI, que el lunes criticó duramente al gobierno argentino y lo hizo responsable de la falta de un acuerdo bilateral.
Desde fines de julio no hay obstáculos técnicos para cerrar un acuerdo con el FMI, aseguró Lavagna. En su opinión, el organismo tiene un diagnóstico totalmente incorrecto de la situación argentina, además de argumentos sobre una supuesta falta de consenso político que, según él, son una excusa.
En medio de una profunda crisis económica, social y política, Argentina declaró en diciembre el cese de pagos externos a los acreedores privados. Pero ha cancelado los sucesivos vencimientos con los organismos multilaterales, pagando desde entonces unos 3.500 millones de dólares.
La suspensión de pagos a las fuentes multilaterales de crédito convertiría a Argentina en un paria internacional, según una opinión ampliamente compartida. Pero también tendría fuerte impacto en el Banco Mundial y en el Banco Interamericano de Desarrollo, cuyas carteras tienen una alta exposición en Argentina.
El presidente Eduardo Duhalde afirmó esta semana que el gobierno no está dispuesto a efectuar los próximos pagos con reservas del Banco Central, porque estas son necesarias para mantener estable el peso en caso de una fuerte demanda de dólares. Esas reservas se redujeron de 15.500 a 9.000 millones de dólares desde diciembre.
El día clave sería entonces el 9 de octubre, fecha en que Argentina debe pagar 250 millones de dólares al Banco Mundial. Los compromisos totales de octubre y noviembre ante organismos multilaterales suman casi 1.800 millones de dólares.
Lavagna declaró ante representantes de la prensa internacional que Argentina tiene prioridades irrenunciables, como la financiación del plan de jefes y jefas de hogar sin empleo, que beneficia a 1,9 millones de personas, y de las provincias, a las que el estado nacional les adeuda su parte en la recaudación de impuestos generales.
La única manera de cumplir con las obligaciones externas sin renunciar a nuestros objetivos internos, que son extremadamente importantes, es mediante un acuerdo con el FMI, que no sería para recibir fondos frescos, sino para reprogramar los vencimientos con los organismos de este año y el próximo, puntualizó.
De lo contrario, Argentina se tomará el plazo administrativo de 30 días (a partir del 9 de octubre) que otorgan los organismos multilaterales a sus deudores y después verá. Puede haber otros mecanismos, pero prorrogables, los vencimientos no son, admitió.
Lavagna expondrá la situación en las reuniones bilaterales que va a mantener el próximo fin de semana en Washington con delegados gubernamentales ante los organismos de crédito. El lunes se entrevistará con el director gerente del FMI, Horst Koehler, pero no para negociar, sino para trazar la hoja de ruta de las próximas semanas.
El ministro señaló una y otra vez en que entre marzo y mayo, el FMI hizo pronósticos catastróficos sobre la economía argentina, asegurando que el futuro sería de hiperinflación, colapso financiero y una mayor crisis. Pero nada de eso ocurrió y ahora al FMI le cuesta digerir esos errores, dijo.
Lavagna comentó una carta que Duhalde envió a Koehler, en la que el presidente señala que la inflación, que llegó a 10,4 por ciento en abril, es ahora de dos por ciento mensual, que la producción industrial creció 6,7 por ciento en los últimos dos meses, que el Banco Central recupera reservas y que el peso se mantiene estable.
También aseguró que están aumentando las horas trabajadas -no la ocupación, aclaró-, que 1,9 millones de personas reciben un subsidio social y que por primera vez desde 1999, se registró crecimiento del producto interno bruto. Eso ocurrió en el segundo trimestre de este año, y el aumento fue de casi uno por ciento respecto de los tres meses anteriores.
Los cambios fueron sustantivos, sin embargo hay una brecha entre la realidad y la capacidad de percepción del FMI, afirmó Lavagna. A su juicio, hubo errores de diagnóstico y políticas erradas durante todo 2001, el año del colapso económico y financiero argentino.
Cuando era obvio que el régimen de convertibilidad monetaria estaba agotado y al borde del colapso, las instituciones financieras acordaron una ayuda neta de 9.000 millones de dólares que así como ingresaron, salieron para financiar la fuga de capitales o la cancelación anticipada de créditos de los bancos, observó.
La convertibilidad monetaria , un régimen de cambio fijo establecido en 1991, que elevó el costo de la producción argentina y favoreció las importaciones, eliminado por Duhalde en enero, dando lugar a una rápida depreciación del peso.
Para el ministro, la responsabilidad primera la tiene Argentina por el desajuste de la convertibilidad que comenzó en 1994. Pero desde entonces, el FMI actuó con cierta ceguera para sostener un modelo que condujo a un fenomenal endeudamiento, al desempleo y a la crisis y el colapso final, agregó.
Lavagna indicó que la negociación con los acreedores privados para la reprogramación de los suspendidos pagos de Argentina debería comenzar una vez firmado un acuerdo con los organismos multilaterales.
También aclaró que bajo ninguna circunstancia Argentina se aislará de la comunidad internacional, pero no firmará nada que ponga en peligro sus planes sociales.
El subsidio a jefas y jefes de hogar sin empleo fue puesto en marcha el 1 de mayo y, de acuerdo con cifras oficiales, permitió reducir la indigencia de 24,8 a 16 por ciento de la población en apenas cuatro meses. Cada beneficiario recibe 150 pesos por mes (34 dólares, al cambio actual). (FIN/IPS/mv/ff/if/02
